"Nos arruinarán el futuro": la generación Z de Bulgaria estalla contra la corrupción
Miles de jóvenes salieron a las calles de Sofía para protestar contra los presupuestos, pero se han quedado allí para reclamar cambios profundos
Sofía"Me estoy preparando para la protesta. No tenemos ni idea de qué va a pasar, es posible que dimitan", explica Tsvetozar, un joven búlgaro de unos treinta años que se dirige al Parlamento, en el centro de la capital. Allí, los jóvenes del país han convocado la que esperan que sea la mayor movilización de la década. El movimiento comenzó el 1 de diciembre, cuando decenas de miles de personas salieron a la calle para protestar contra los presupuestos para 2026, anunciados días antes por el gobierno; un borrador que aplicaba recortes en gasto social, un aumento de la carga fiscal sobre autónomos y pequeñas empresas, y una carencia de medidas contra la inflación y la corrupción.
Debido a la respuesta social –que acabaría con enfrentamientos y detenidos ese mismo día–, el gobierno dio marcha atrás y canceló la aplicación de los presupuestos. Sin embargo, esto "ha sido un punto de inflexión para la generación Z –explica Teodora, también desde Sofía–. Cada día somos más quienes nos sumamos a este movimiento y creo que juntos podemos conseguir resultados". Ya no son solo los presupuestos: lo que exigen los jóvenes búlgaros, apoyados por una mayoría social que no se había movilizado en más de una década, es poner fin a la corrupción ya un gobierno que tiene "el estado secuestrado".
El control del país está en manos de la coalición formada por los populistas del GERB, los socialistas pro-rusos y los nacionalistas de Existe Tal Pueblo –con el apoyo del partido Un Nuevo Comienzo del oligarca Delyan Peevski– desde el año pasado, cuando los populistas ganaron a las parlamentarias con un .
El partido de gobierno, GERB, y su líder histórico, Boyko Borisov, han afrontado durante años una larga lista de acusaciones de corrupción. Entre los casos más notorios se encuentra la detención de Borisov en el 2022 –posteriormente declarada ilegal por errores de procedimiento–, los escándalos por la mala gestión de fondos europeos, las irregularidades en grandes contratos de infraestructuras y la difusión de grabaciones y fotografías que mostraban haces de dinero en efectivo y lingotes. A esto se añaden denuncias de clientelismo, opacidad en la financiación del partido y una crítica persistente por la falta de independencia del sistema judicial, lo que ha alimentado entre la sociedad búlgara la percepción de una corrupción estructural y de impunidad en las más altas esferas del poder.
No en vano, Bulgaria está catalogada como el segundo país más corrupto de la Unión Europea, sólo superado por Hungría, según el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional. "Empezamos a protestar porque estamos hartos de la corrupción que hay en nuestro país; queremos un futuro en nuestro país. Si no detenemos ahora estos partidos corruptos, se apoderarán completamente del país y arruinarán nuestro futuro. Tenemos la esperanza de que todo puede cambiar si permanecemos unidos pase lo que pase, pero, desgraciadamente, las generaciones anteriores, las generaciones anteriores, las generaciones anteriores de que nada ha cambiado con los años, sino todo lo contrario, la situación ha empeorado".
Condenas por corrupción
Pero Borisov no es el único al que se culpa de esta situación; Delyan Peevski, un magnate de los negocios y líder del Movimiento para los Derechos y Libertades –parte de la coalición de gobierno–, es el nombre que más resuena a las protestas exigiendo su dimisión. Peevski ha estado vinculado durante años a escándalos relacionados con el control de conglomerados mediáticos, presuntas redes de clientelismo político y económico, y acusaciones de influencia indebida sobre instituciones estatales. En 2021, fue sancionado por Estados Unidos bajo la Ley Magnitsky por "corrupción significativa", lo que reforzó su imagen como emblema de las élites intocables.
"El hecho de que Delyan Peevski esté sancionado por Magnitsky y sea miembro del Parlamento ya debería decirnos lo suficiente sobre lo erróneo que es el sistema. Claro que él no es el único problema, pero probablemente es el mayor. No debemos olvidar a Boyko Borisov, que también tiene la culpa de cómo funcionan las cosas en el país y entre las cosas en el país y por las cosas en el país. quienes tienen cerca", analiza la Teodora.
Para esta generación de jóvenes, cansada de los políticos corruptos "de siempre", estos nombres representan lo que llaman "estado secuestrado": una red informal de poder en la que oligarcas y políticos influyen en decisiones públicas sin rendir cuentas. Ahora, la generación Z búlgara no piensa rendirse. El objetivo está claro y se lee en las pancartas que se acumulan a las puertas del Parlamento: "acabar con el modelo Borisov-Peevski". "Después de tantos años de corrupción, opresión, mentiras y falsas promesas, los jóvenes debemos recuperar la esperanza y demostrar a todo el mundo que hay luz al final del túnel si nos mantenemos unidos. Esta vez no pararemos hasta que se vayan", afirma con convicción la Teodora.