El asesor para cuestiones éticas de Johnson dimite porque duda de la honorabilidad del 'premier'

La carta de renuncia indica que el primer ministro quería "deliberadamente romper el código de conducta ministerial"

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Boris Johnson, este miércoles, saliendo de Downing Street en dirección al Parlamento

LondresLa honorabilidad de Boris Johnson sigue bajo sospecha. En esta ocasión quién crea es la persona que, hasta hace 24 horas, velaba por los estándares éticos de los integrantes del gobierno, incluido el primer ministro. Christopher Geidt, miembro de la Cámara de los Lords y desde abril de 2021 el hombre que se ocupaba de medir el respeto al código de conducta ministerial, presentó la dimisión este miércoles al atardecer. Lo hizo sin prácticamente explicar los motivos. Pero este jueves, y a raíz de la presión que la oposición ha puesto al Gobierno, Downing Street ha publicado la carta de Lord Geidt en la que los expone. Y las conclusiones no pueden ser, otra vez, más perjudiciales para la reputación del premier, que pierde al segundo asesor en estas cuestiones en dos años.

Lord Geidt, exsecretario privado de la reina, ha renunciado al cargo al creer que el primer ministro estaba preparando "una violación deliberada e intencionada del código [de conducta] ministerial". El jefe del Gobierno, pues, lo ha colocado en una "posición imposible y odiosa" porque los planes de reforma del código ministerial de Johnson "supondrían una burla". Aun así, Geidt no indica qué quería que hiciera exactamente Johnson para que lo considerara tan lesivo desde el punto de vista ético.

La dimisión cogió por sorpresa a Downing Street, que semanas atrás había visto como el responsable de ética se planteaba su continuidad después de la publicación del informe sobre el Partygate. En la carta asegura que solo siguió al apreciar que había "un margen muy pequeño para hacerlo". Y ahora el margen se ha desvanecido.

El pasado martes, ante un comité parlamentario, Geidt admitió que era "razonable" creer que la multa impuesta por la policía a Boris Johnson por incumplir las reglas del coronavirus equivaliera a una infracción del código ministerial, una circunstancia que en otros tiempos habría supuesto la dimisión del implicado.

Pero la gota que ha colmado el vaso, según escribe en su carta, ha sido una petición del Gobierno, el pasado lunes, de "ofrecer una visión" sobre su intención de considerar medidas que podrían suponer "el incumplimiento deliberado e intencionado del código ministerial". "Esta petición me ha situado –sigue lord Geidt– en una posición imposible y odiosa. Mi respuesta informal el lunes fue que usted [Boris Johnson] y cualquier otro ministro tendrían que justificar abiertamente su posición respecto al código en estas circunstancias. Aun así, la idea de que un primer ministro pueda estar en cualquier grado en el negocio de infringir deliberadamente su propio código es un agravio. Una infracción deliberada, o incluso la intención de hacerla, equivaldría a suspender las disposiciones del código para adaptarse a un objetivo político. Esto sería una burla no solo al código, sino que sería también una licencia para suspender sus disposiciones en cuanto a la conducta de los ministros de Su Majestad. No puedo participar en esto".

Respuesta de Johnson

Como de costumbre, Johnson ha querido correr una cortina de humo sobre la polémica, situándola en otro terreno, el de la imposición de tarifas en el comercio del acero con China. El premier también le ha escrito una carta en la que le dice que la "disputa era sobre los planes del Gobierno para subvencionar la industria siderúrgica". Johnson, pues, cuestiona la razón principal de Geidt para dimitir y califica los problemas de "falta de comunicación".

Geidt critica esta aproximación al problema y las "incoherencias y deficiencias" en las declaraciones públicas del primer ministro en relación con la multa por el Partygate. A la vez, se queja que Johnson no abordara las críticas del informe de la funcionaria Sue Gray de forma más directa.

Todo ello vuelve a dejar la reputación de Johnson en niveles todavía más bajos de los que ya estaba. Au así, el primer ministro continúa en Downing Street a pesar de las muchas tormentas que atraviesa, y con la complicidad de un partido que, a pesar de la gran oposición interna, sigue pensando que es la mejor opción que tiene para perpetuarse en el poder, al precio que sea.

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