Balcanes

Edi Rama, el artista y político rompedor que es primer ministro de Albania

En los últimos meses ha ganado atención internacional por el polémico entendimiento con Giorgia Meloni y sus chistes negros sobre Putin

Ricard G. Samaranch
4 min
El primer ministro albanés, Edi Rama, junto a su homóloga italiana, Georgina Meloni, este diciembre.

BarcelonaLa ola populista que recorre el mundo ha propulsado al poder una generación de políticos con personalidades bastante peculiares. Probablemente, el más extravagante de todos sea Javier Milei, que habla a través de una médium con su perro muerto, que ha clonado cuatro veces en un laboratorio de EE.UU. Si bien ideológicamente se sitúe en las antípodas de los Milei, Trump y compañía, Edi Rama, el primer ministro albanés, también se sale del molde del político clásico. Rama, un gigante de dos metros de altura, combina desde hace una década el gobierno de Albania con la pintura, una disciplina en la que ha destacado lo suficiente como para exponer en galerías de Londres y Nueva York.

Los últimos meses, Rama ha saltado a los titulares de la prensa europea después de haber firmado un polémico acorde con su homóloga italiana, Giorgia Meloni, para la cooperación en el control de los flujos migratorios. En concreto, el pacto establece la creación en territorio albanés de dos centros de acogida de los migrantes rescatados en las aguas del Mediterráneo por los guardacostas italianos durante el período necesario para procesar sus solicitudes de asilo. Su entendimiento con la ultraderechista Meloni, que el Tribunal Constitucional albanés podría invalidar, es el último acto rompedor de un dirigente heterodoxo, tanto por su biografía como por su práctica política.

También atrajo la atención internacional con su humor negro sobre la guerra en Ucrania y la muerte de Evgenio Prigojin, el insurrecto ruso que intentó un motín contra el ejército de Vladimir Putin. En un foro internacional en Eslovenia, manifestó que el debate sobre la expansión de la Unión Europea se había acelerado a raíz de la invasión rusa en el país vecino, y bromeó sobre "quién debería atacar a quién" en la región de los Balcanes para poder unirse "al tren de Ucrania hacia la UE". Y también contó un chiste sobre la muerte de Prigojin y la supuesta involucración del Kremlin.

Nacido en Tirana, Rama lleva el interés por el arte y la política en los genes. Su padre, Kristaq Rama, fue un conocido escultor durante el período comunista, marcado en Albania por la férrea dictadura de Enver Hoxa. Su bisabuelo, también llamado Kristaq Rama, figura entre los más destacados intelectuales del país que abogaron por la independencia de la nación, entonces bajo el dominio del Imperio Otomano. A sus 59 años, Rama ha dejado ya una huella más profunda en la historia del país que sus antepasados.

En su adolescencia, nada parecía indicar que ese chico con sensibilidad artística sería un día el hombre fuerte de Albania. Después de terminar la educación obligatoria, Rama se matriculó en la Academia de las Artes de Tirana al tiempo que jugaba en el Dinamo Tirana y la selección nacional albanesa de baloncesto. Ahora bien, el arte, más que el deporte, era su verdadera pasión. "Uno de los pocos grupos que podían viajar al extranjero eran los deportistas. La razón por la que jugaba, y por la que quería formar parte del equipo nacional a toda costa, era para tener la posibilidad de ver un museo", declaró en una entrevista al diario británico The Guardian.

Con el sentido del humor que le caracteriza, Rama explicaba por qué acabó mal su primer viaje con la selección, en Viena. Consiguió escapar del hotel para visitar el Kunsthistorisches Museum, pero cuando llegó todo ilusionado, se le encontró cerrado. Era el martes, día de descanso semanal en el museo. La obsesión del premier albanés por los museos extranjeros se explica porque nunca había tenido acceso al arte contemporáneo. El régimen de Hoxa tildaba de "degenerados" los movimientos de vanguardia. Por eso, en la Academia de las Artes las imágenes de sus obras estaban estrictamente prohibidas.

La agitación que provocó la caída del Muro hizo que Rama empezara a interesarse por la política, e incluso fue arrestado en varias ocasiones. Sin embargo, un duro enfrentamiento personal con el primer presidente elegido en las urnas, Sali Berisha, frenó su carrera política y le empujó a trasladarse a París para ganarse la vida como pintor. En 1998, en una visita para asistir al funeral de su padre, recibió una inesperada propuesta del sucesor de Berisha, Fatos Nano: convertirse en el ministro de Cultura. Empezaba así la carrera de uno de los políticos más influyentes de la Albania poscomunista.

Colores en las fachadas de Tirana

Su talante atrevido e innovador ha marcado tanto su estilo pictórico como político. No en vano, suya fue la idea de decorar con abstractas figuras de colores las fachadas de Tirana, uno de los aspectos que más llaman la atención de los turistas atraídos por la condición de la capital albanesa de destino alternativo de moda en Europa. "El color de los edificios no era arte para mí. Era una acción política, con colores, porque no teníamos dinero para realizar grandes proyectos de construcción", comentó a The Guardian.

Su buen trabajo como alcalde de Tirana lo proyectó en la política nacional, y en el 2013 derrotó claramente en las urnas a Sali Berisha, su viejo enemigo, al frente de una coalición de izquierdas. En el corazón de su programa político, la integración en la Unión Europea, la lucha contra la corrupción y la mejora de la calidad democrática del país. Si bien se han registrado mejoras en los dos últimos ámbitos, el país no ha dejado atrás los escándalos políticos. Durante su mandato, el principal hito político ha sido el inicio de las negociaciones de adhesión a la UE con Bruselas en 2020, un objetivo que ayuda a entender su alianza antinatural con Meloni.

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