Elecciones en Alemania

La extrema derecha, favorita también en Brandeburgo

Una segunda victoria de Alternativa para Alemania en este feudo socialdemócrata puede precipitar la muerte política de Scholz

Laura Ruiz Trullols
4 min
Seguidores de AfD apoyando a Aranz-Josef Strauss

BerlínEn el land agrícola que rodea Berlín, Brandeburgo, está bajo una doble alerta: por la amenaza de desbordamiento del río Oder y porque la extrema derecha puede ganar las elecciones del parlamento regional. Si las encuestas se confirman, Alternativa para Alemania (AfD) conseguirá una segunda victoria regional, después del triunfo en Turingia, otro land de la antigua Alemania del Este.

Berlín

BRANDENBURG

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El partido socialdemócrata del canciller Olaf Scholz, el SPD, gobierna en Brandeburgo desde las primeras elecciones tras la caída del muro de Berlín, en 1990. Por eso, fracasar aquí será más doloroso que las derrotas recientes en las europeas y en las elecciones de Turingia y Sajonia, y puede precipitar la caída del gobierno federal. En las últimas semanas, el SPD ha recortado distancia con la extrema derecha, con un 27% de intención de voto según la encuesta de la televisión pública ZDF, pero la AfD sigue ligeramente por delante con un 28%. La conservadora CDU sería la tercera fuerza (14%) y la nueva fuerza populista de izquierdas BSW irrumpiría en el parlamento, con un 13,5%.

El candidato del SPD en Brandeburgo, Dietmar Woidke, lleva once años ejerciendo de primer ministro y ha dejado claro que, si pierde, plegará. Durante la campaña ha procurado alejarse de Scholz y las políticas impopulares de su gobierno. Cuando el canciller asistió a uno de sus actos, Woidke no le invitó a subirse al escenario. Con un 40% de los votantes en edad de jubilación, el líder regional ha contradicho los planes de Berlín para reducir el número de hospitales. También se ha jactado de las medidas para mejorar el empleo, de haber conseguido que el fabricante de coches eléctricos Tesla se estableciera en el land, de las subvenciones para establecer energía eólica y solar y de haber retrasado el cierre de una mina de carbón que genera electricidad.

Para Scholz, después de meses acumulando críticas, las consecuencias de un fracaso más serían desastrosas. Pueden significar la anticipación de las federales previstas para el próximo año y que él se quede sin opciones de volver a presentarse. Hay rumores de que dentro del SPD muchos preferirían que dejara paso a una cara nueva, como hizo Joe Biden con Kamala Harris, alguien que represente una clara alternativa al líder conservador Friedrich Merz, que por ahora lidera las encuestas.

Giro en la política migratoria

Precisamente la presión de Merz, que ha llegado a pedir que se prohíba la entrada de afganos y sirios, pero también el avance de la extrema derecha y la caída en picado del apoyo al gobierno, han resultado en un giro de las políticas migratorias y de asilo en Alemania. En las últimas semanas, con el debate encendido a raíz de varios ataques terroristas, Scholz y sus socios, liberales y verdes, han tomado decisiones sin precedentes, como la deportación de veintiocho hombres en Afganistán de los talibanes y establecimiento de controles fronterizos terrestres

Esta semana la policía federal ha empezado a pedir el documento de identidad o el visado a los viajeros que atraviesan las fronteras terrestres del país. La ministra del Interior, la socialdemócrata Nancy Faeser, anunció que estos controles aleatorios y móviles se alargarán al menos seis meses “para frenar la inmigración irregular”, y que esperan ponerle fin cuando se ponga en marcha el nuevo pacto europeo de migración y el asilo. Desde octubre del 2023 se vigilan a los viajeros en las fronteras con la República Checa, Polonia, Austria y Suiza, y Faeser dice que se ha frenado la entrada de 30.000 personas. Ahora se han añadido las fronteras con Francia, Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca y Países Bajos. La medida ha recibido las críticas de muchos socios europeos por la violación del tratado de libre circulación Schengen; el primer ministro de Polonia Donald Tusk la calificó de “inaceptable”.

El gobierno también presentó una batería de medidas para reforzar la seguridad en la vía pública y prohibirá los cuchillos en las fiestas callejeras. Y en lo que algunos analistas han descrito como un intento desesperado por continuar al frente del país, el canciller ha viajado a varios países para firmar acuerdos migratorios. La semana pasada lo va con Kenia y ésta con Uzbekistán y Kazajistán, aunque los ciudadanos provenientes de estos tres países no son los más numerosos entre los migrantes que llegan a Alemania.

El control de la migración es la principal preocupación de los alemanes y Alternativa para Alemania ha sabido capitalizarla. Muchos se hacen crees que fuese la opción preferida para los más jóvenes en las últimas elecciones regionales. Casi uno de cada cuatro votantes de entre dieciocho y veinticuatro años votó a la extrema derecha en Turingia y un 31% lo hizo en Sajonia.

Con la AfD a punto de ganar un segundo land, es evidente que el discurso contra la inmigración ha encontrado campo por recorrer, no sólo entre los partidos extremistas, sino también entre los que tradicionalmente se han considerado moderados, desde los conservadores hasta los verdes. Lejos queda Alemania que, bajo el liderazgo de Angela Merkel, en el 2015 abría las puertas a los sirios que huían de la guerra.

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