BarcelonaSuecia vota este domingo en unas elecciones que podrían suponer la consolidación definitiva de la ultraderecha después de una década de crecimiento exponencial. Los Demócratas de Suecia (SD), un partido xenófobo, populista y de raíces neonazis, llegan a la cita electoral disparados en las encuestas. Por primera vez, han hecho campaña como un miembro más del bloque azul, el bloque de derecha y centroderecha, con conservadores, democristianos y liberales. A pesar de que el SD tiene presencia en el Parlamento desde el 2010, hasta ahora el resto de partidos lo habían tratado de paria y habían establecido un cordón sanitario, a diferencia de los países escandinavos vecinos, donde la extrema derecha ha tenido una influencia muy destacada en las últimas dos décadas.
A mediados del año pasado, el cordón sanitario quedó definitivamente enterrado cuando los conservadores y los democristianos aceptaron al SD como posible socio. Y todavía hubo otro movimiento determinante: los liberales, que en 2018 prefirieron investir como primer ministro a Stefan Löfven –el candidato socialdemócrata y anterior rival político– antes de dar las llaves del gobierno a la extrema derecha, decidieron cambiar de bando y afloró, así, una nueva alianza de derechas.
Ahora los Demócratas de Suecia no solo ya son considerados un partido legitimado, al menos entre la derecha, sino que esta formación antiinmigración y ultranacionalista también se podría convertir en la más votada del bloque azul y en la segunda con más fuerza al Riksdag, el Parlamento sueco.
Los socialdemócratas continúan al frente
Ninguna encuesta pone en cuestión el liderazgo claro de los socialdemócratas, encabezados por la actual primera ministra Magdalena Andersson, que sustituyó a Löfven el noviembre pasado y que con pocos meses se ha forjado una imagen de dirigente sólida y competente. El Partido Socialdemócrata nunca ha perdido las elecciones en Suecia desde hace más de un siglo, a pesar de la caída de apoyo de los últimos años. En 2018 obtuvo el peor resultado de su historia, con un 28,3% de los votos, y este domingo los sondeos le otorgan una cifra parecida, quizás un poco superior.
Pero el claro ganador (al menos virtualmente) es Jimmie Åkesson, el líder de SD, a quien las encuestas auguran alrededor de un 20% de los votos, 2,5 puntos por encima de hace cuatro años. Esto supondría un cambio notable en el equilibrio de poder en la derecha, porque los Demócratas de Suecia pasarían a ocupar un lugar hasta ahora defendido por los Moderados, a quienes los últimos sondeos otorgan una intención de voto alrededor del 17%, lo cual los colocaría por primera vez por detrás del SD.
¿Esto significa que Jimmie Åkesson podría ser el futuro primer ministro de Suecia? Aunque logre el sorpasso al líder conservador, Ulf Kristersson, la hipótesis parece poco probable porque difícilmente tendría suficiente apoyo para la investidura. Los liberales, por ejemplo, se oponen a la posibilidad de que SD forme parte de un eventual gobierno de derechas y han afirmado que solo aceptarían apoyo externo.
Como en las últimas elecciones, la clave será el porcentaje de votos que puedan sumar cada uno de los dos bloques. Y las encuestas prevén un empate técnico (alrededor del 49,5% para cada uno). Esto ya pasó hace cuatro años, pero en aquel momento el bloque rojo, el de la izquierda, tuvo a favor la marginación de los Demócratas de Suecia, que no se podían incluir todavía en la alianza de derechas. Habrá que ver, pues, quién acaba teniendo más apoyo ahora, por exigua que sea la diferencia. Después habrá un gran trabajo para llegar a acuerdos de coalición.
Orígenes neonazis
Sobre todo en la recta final de la campaña, los socialdemócratas han insistido en los orígenes neonazis de los Demócratas de Suecia. De hecho, el mismo partido publicó hace pocos meses el Libro blanco sobre su historia, que constata los orígenes extremistas del SD. La formación fue el resultado de la unión de varios grupos, en 1988, procedentes del movimiento fascista y algunos miembros con vínculos con grupos neonazis.
Con este informe, el SD pretendía evidenciar que el partido ha cambiado y que ya no tiene nada que ver con aquel pasado. Pero una publicación muy reciente de una compañía sueca que investiga a personas y empresas relacionadas con el crimen organizado o con el extremismo ha constatado que casi 300 candidatos que se presentan a las elecciones tienen vínculos con la extrema derecha. En concreto, han identificado 289 políticos que han expresado opiniones nazis o racistas, o que pertenecen a organizaciones neonazis, tienen condenas por delitos de odio, han difundido propaganda nazi o escriben en webs neonazis. Hay miembros de varios partidos, pero las cifras no engañan: tres cuartas partes (214 personas) son candidatos de los Demócratas de Suecia.
No hay que ir muy atrás para encontrar manifestaciones xenófobas entre los candidatos del SD. A mediados de agosto, un diputado suyo, Tobias Andersson, aprovechó la foto de un tren con propagada del partido en el metro de Estocolmo para hacer un tuit que compartió después la cuenta oficial del partido: "Bienvenido al tren de regreso. Tienes un billete solo de ida. ¡Próxima parada, Kabul!"
La criminalidad y la inmigración, temas estrella de campaña
Ni la defensa, ni la integración de Suecia a la OTAN, ni el estado del bienestar. Los temas estrella de la campaña electoral han sido –como ya pasó en los anteriores comicios– la inmigración y la criminalidad y, más concretamente, los tiroteos entre miembros de bandas organizadas. Los socialdemócratas han focalizado el discurso en la necesidad de mejorar la integración de los inmigrantes, a pesar de que en los últimos años han endurecido su discurso, consecuencia, en parte, del crecimiento del SD. Atacando la inmigración e insistiendo en un tema que era tabú en la agenda política sueca, la ultraderecha ha obligado a otros partidos a amoldarse.
La inflación galopante también se ha colado en la campaña, con una especial atención a los precios de la energía. La importancia de las cuestiones económicas suelen beneficiar a los partidos de derechas, pero en este caso puede salir fortalecida la primera ministra socialdemócrata por su buen papel previo como ministra de Finanzas.