Francia, ante unas elecciones históricas: guía para entender qué está en juego
Los franceses votan en la primera vuelta de las legislativas bajo la amenaza de una victoria de la extrema derecha
ParísTodavía en estado de choque por la victoria histórica de la extrema derecha de Le Pen en las elecciones europeas del 9 de junio y la convocatoria por sorpresa de elecciones legislativas anticipadas, los franceses vuelven este domingo a las urnas para escoger a los 577 diputados que formarán parte de la Asamblea Nacional. Por primera vez en la historia, la extrema derecha de Marine Le Pen, Reagrupamiento Nacional (RN), podría ser la principal fuerza en la Asamblea. La extrema derecha pondría fin al dominio histórico de los partidos tradicionales, que van desde la izquierda moderada de los Socialistas a la derecha conservadora de los Republicanos, pasando por el centro –cada vez más escorado a la derecha– de Emmanuel Macron. La V República nunca ha tenido ni un gobierno ni un primer ministro de extrema derecha.
Después de una campaña atípica, cortísima y sin mítines, todas las encuestas otorgan la victoria al RN, aunque no todas apuntan a una mayoría absoluta. Sea como fuere, la principal consecuencia de una victoria de Le Pen es que la extrema derecha tendría poder político por primera vez en Francia. De hecho, el presidente Macron se vería forzado a nombrar a un primer ministro de la RN –sería Jordan Bardella– y un gobierno pactado con ese partido. La cohabitación de Emmanuel Macron y Bardella podría ser explosiva y llevar al país a una parálisis política difícil de resolver a corto plazo.
Para el presidente, perder la mayoría sería un fracaso, una apuesta perdida estrepitosamente, que podría marcar su final político y abrir un período de gran incertidumbre en Francia. Para Le Pen, en cambio, convertirse en primera fuerza en la Asamblea sería un trampolín directo para llegar al Elíseo en el 2027. Las legislativas son sólo el primer asalto.
Según las últimas encuestas, este domingo, en la primera vuelta, la RN obtendrá entre el 36% y el 37% de los votos, sumando los de los diputados de los Republicanos que apoyan a Le Pen, como Éric Ciotti. En segundo lugar, se posiciona el Nuevo Frente Popular, la alianza de los partidos de izquierda que incluye a socialistas, La Francia Insumisa, los ecologistas y los comunistas, con una horquilla entre el 27% y el 29% de los votos, mientras que la coalición del presidente Macron (Juntos por la República) podría obtener entre un 20% y un 21% de los votos.
Mayoría absoluta o relativa
En unas elecciones a dos vueltas en las que cada francés vota sólo entre los candidatos a diputado de su circunscripción, la proyección del número de escaños que obtendría cada partido el 7 de julio tiene un alto grado de incertidumbre. Teniendo en cuenta este parámetro, los sondeos dibujan claramente una Asamblea con mayoría de extrema derecha. La principal duda es si Le Pen y Bardella conseguirán o no la mayoría absoluta, que se ubica en los 289 escaños.
Las tres proyecciones publicadas el viernes otorgan a la RN tenedores entre los 220 diputados y los 305, mientras que el Nuevo Frente Popular obtendría entre 125 y 210 escaños. La extrema derecha podría conseguir, pues, la mayoría absoluta. La coalición presidencial, que hasta ahora tenía 250 diputados, podría perder la mitad, un descalabro histórico. Las proyecciones le otorgan entre 125 y 210 diputados.
Pero son encuestas hechas antes de la primera vuelta, con una fiabilidad baja. Habrá que esperar a las encuestas realizadas con los resultados de la primera vuelta para afinar más las proyecciones.
Radiografía de los tres grandes grupos
¿En qué estado llegan los tres grandes grupos políticos que se repartirán buena parte de los votos? El paisaje es muy distinto según se mira: la extrema derecha de Le Pen está ante la oportunidad que siempre había soñado, la coalición de izquierdas tiene esperanzas en el éxito de su experimento y el grupo de Macron ya augura malos resultados que pueden suponer el inicio del fin del movimiento político del presidente.
Le Pen ante la oportunidad que siempre ha buscado
La extrema derecha liderada por Marine Le Pen llega a las legislativas en plena forma después de la victoria en las europeas con un 31,4% de los votos. La convocatoria de elecciones se le ha caído del cielo y es una oportunidad histórica para el partido. Es el momento para el que Le Pen ha estado trabajando desde hace años, intentando "desdimonizar" el partido, suavizar el discurso y las formas, y maquillar su radicalidad para ampliar la base de votantes. Con un discurso populista, nacionalista y centrado en la inmigración y el poder adquisitivo, Reagrupament Nacional podría convertirse el 7 de julio en el primer partido de la Asamblea Nacional.
El aumento de la popularidad de la extrema derecha en Francia no es nuevo, pero ha ido creciendo exponencialmente en los últimos años. Con un entorno europeo donde la extrema derecha ya gobierna, como en el caso de Italia, muchos electores franceses, cansados de Macron, ya no perciben a la RN como un peligro.
Por el contrario, lo ven como una alternativa al poder de los partidos tradicionales. Le Pen, así como su número dos, Jordan Bardella, han conseguido conectar con un electorado que vive esencialmente en las ciudades medianas y pequeñas, y especialmente en los municipios rurales, con los jóvenes que votan por primera vez y con colectivos afectados por crisis, como los campesinos. Con los partidos tradicionales en crisis y sin fuertes liderazgos, la RN ha sabido capitalizar mejor que nadie el descontento y el malestar de los franceses.
Marine Le Pen aspira no sólo a ganar las elecciones sino también a conseguir la mayoría absoluta en la Asamblea. Si logra su objetivo, Jordan Bardella, eurodiputado y mano derecha de Le Pen, será primer ministro. Es una figura en ascenso llamado a ser el heredero del actual líder. Ella tiene aspiraciones más altas: quiere optar de nuevo al cargo de presidenta de la República en el 2027.
La coalición de izquierdas que quiere ser la gran sorpresa electoral
El Nuevo Frente Popular (NFP) es la gran sorpresa electoral. Era difícil imaginar –y menos por el presidente Macron cuando convocó las elecciones– que los partidos de izquierdas, muy divididos en los últimos años, fueran capaces de aliarse para hacer frente a la extrema derecha. Con el sistema de doble vuelta, el voto de los partidos de izquierda quedaba muy fragmentado. Uniendo sus candidaturas, las perspectivas cambian radicalmente. Según las encuestas, el NFP sería la segunda fuerza en la Asamblea. Forman parte de la alianza los cuatro principales partidos de izquierda –Francia Insumisa, socialistas, ecologistas y comunistas–, pero también una veintena de formaciones más pequeñas, como el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA).
Los mismos partidos ya intentaron una alianza electoral en el 2022 con el nombre de Nupes, pero entonces no se pusieron de acuerdo para presentar a un único candidato en cada circunscripción. Ahora sí, y es el hecho de que puede marcar la diferencia. Pese a sus diferencias ideológicas y la guerra fratricida durante la campaña de las europeas, los partidos tejieron una alianza en apenas cuatro días. "Lo hemos conseguido. Se ha escrito una página de la historia de Francia", se felicitó al líder del Partido Socialista, Olivier Faure.
El nombre de la coalición hace referencia al Frente Popular de 1936, liderado por el socialista Léon Blum y nacido cuando Europa era asediada por el fascismo. Entonces, los partidos de izquierdas franceses, que defendían posiciones irreconciliables, se unieron ante la amenaza de la extrema derecha. El Frente Popular de Blum ganó las elecciones y su gobierno logró hitos históricos en materia de derechos sociales y laborales.
Ahora el Nuevo Frente Popular también se ha presentado como la única fuerza capaz de frenar a la extrema derecha. "O son ellos o somos nosotros", reiteró durante toda la campaña la líder ecologista, Marine Tondelier. A diferencia de la Nupes de 2022, la nueva alianza ha recibido apoyos por parte de personalidades de todos los ámbitos. Incluso se ha sumado a la coalición el expresidente socialista François Hollande, candidato a diputado en la circunscripción de Corresa (Nueva Aquitania).
Macron, que decidió anticipar los comicios, llega herido
Juntos por la República, la coalición liderada por el partido del presidente Macron, era hasta ahora la fuerza mayoritaria en la Asamblea Nacional con 250 diputados, pero carecía de la mayoría absoluta. La perdió en las últimas elecciones legislativas, en el 2022. Hasta entonces, Emmanuel Macron había gobernado con cierta comodidad. Desde 2022, las cosas se le habían complicado y, de hecho, uno de los motivos que el presidente de la República esgrimió para adelantar las elecciones legislativas es la necesidad de ampliar la llamada mayoría presidencial. "Francia necesita una mayoría clara para actuar con serenidad y armonía", dijo al anunciar la disolución de la Asamblea Nacional.
Si se confirma lo que apuntan las encuestas, la jugada no le ha salido bien. La fuerza de la extrema derecha y la unión de las izquierdas –dos factores que Macron había menospreciado– podrían convertir la coalición presidencial en tercera fuerza en la Asamblea. Sería un auténtico fracaso para el inquilino del Elíseo.
Pero el presidente, todavía confía en la movilización del voto anti extrema derecha para frenar a Le Pen en la segunda vuelta de las legislativas. Durante la campaña, un Emmanuel Macron muy desdibujado ha atizado el miedo a la extrema derecha con excesivos argumentos. "Su programa llevará a una guerra civil", ha llegado a decir.
Juntos por la República es una coalición integrada por la formación de Macron, Renacimiento y partidos pequeños de centro o centroderecha, como Horizontes, del ex primer ministro Édouard Philippe, o MoDem, del ex ministro de Educación François Bayrou . Philippe siempre ha sonado como posible sustituto de Emmanuel Macron, que habrá cumplido ya dos mandatos en el 2027 y no se podrá presentar a las elecciones presidenciales. También suenan otros nombres, como el del primer ministro, Gabriel Attal.
Los franceses vuelven a celebrar unas elecciones legislativas poco más de dos años después de las últimas. Habitualmente, se celebran algunas semanas después de las presidenciales, pero esta vez, el presidente Macron ha decidido anticiparlas como respuesta a la victoria de la extrema derecha en las europeas del 9 de junio. Las elecciones legislativas de Francia, al igual que las presidenciales, están a doble vuelta. El sistema es muy distinto al catalán. En Francia, los ciudadanos eligen a los 577 diputados de la Asamblea Nacional con un sistema de sufragio universal directo a cada una de las 577 circunscripciones. Cada diputado es elegido sólo por los electores de su distrito electoral. Es decir, hay 577 elecciones, como si de minipresidenciales se tratara.
Este domingo pasarán a la segunda vuelta a los diputados de cada circunscripción que hayan obtenido al menos el 12,5% de los votos. Habitualmente son dos, pero en algunos casos pueden pasar tres candidatos en la segunda vuelta. Si un candidato logra el 50% de los votos –un porcentaje en primera vuelta poco habitual–, es elegido diputado sin necesidad de ir a la segunda vuelta. Dado que sólo hay un diputado por circunscripción, los votos al resto de candidatos no sirven de nada. Este sistema hace que hasta ahora la extrema derecha haya sido infrarrepresentada en la Asamblea.
Tras las elecciones legislativas, con la nueva mayoría, el presidente debe nombrar a un nuevo primer ministro. Es una norma no escrita, pero el primer ministro y su gobierno deben ser del mismo color que el de la mayoría parlamentaria. Si la extrema derecha de Le Pen obtiene la mayoría el próximo 7 de julio, el presidente Macron debería nombrar a un primer ministro de Reagrupament Nacional. No hacerlo no supone violar ninguna norma, pero un gobierno de un color diferente al de la mayoría del hemiciclo podría ser tumbado de inmediato con una moción de censura. Por tanto, el presidente tiene poco margen de maniobra.
No sería la primera vez que se produce una cohabitación –un presidente y un primer ministro de distinto color político–, pero sería la primera vez que el primer ministro es de un partido de extrema derecha. Es fácil adivinar que las cosas no serían fáciles. Si el partido de Le Pen no obtiene la mayoría absoluta, lo más probable es que exista un bloqueo político. Aprobar nuevas leyes será una misión imposible. Pero en ese caso, el presidente de la República tampoco podría volver a convocar elecciones. La ley establece que no se pueden repetir unos comicios legislativos antes de un año.