La incursión ucraniana en Kursk reabre el debate sobre el uso de armas de la OTAN en territorio ruso

Washington ya había autorizado utilizar sus armas en un contexto de contragolpe, pero el avance en Rusia va más allá de los límites establecidos hasta ahora

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Un soldado ucraniano patrulla por las calles de la ciudad rusa de Sudja, ahora ocupada por las tropas de Kiiv.

WashingtonLa sorprendente incursión ucraniana en Kursk, ya consolidada, vuelve a poner sobre la mesa la cuestión de si las tropas de Volodímir Zelenski deben poder utilizar armamento occidental en acciones ofensivas sobre territorio ruso ante el peligro de escalada que puede acarrear. A estas alturas, sigue sin estar claro qué armas ha utilizado Ucrania durante su invasión, aunque en el momento del ataque medios estadounidenses ya daban por hecho que se trataba de tanques y vehículos blindados estadounidenses y alemanes. Lo que es seguro es que el armamento cedido por la OTAN a Kiiv ha jugado un papel clave en la operación.

El pasado mes de mayo Estados Unidos, Alemania y Reino Unido dieron luz verde en Ucrania para que utilizara su armamento para atacar territorio ruso. Ahora bien, la autorización de los estadounidenses tenía letra pequeña: se podían utilizar sus armas en ataques limitados contra el territorio ruso cercano a la frontera con la región ucraniana de Járkov, donde las tropas del Kremlin habían abierto un nuevo frente. Asimismo, se especificaba claramente que se permitía el uso de las armas en un contexto de contragolpe y se refería, básicamente, a bombardeos, no a incursiones terrestres. La acción de ahora sobre Kursk es un ataque, sí. Pero es un ataque inédito que muchos de los mismos ucranianos no podían imaginar: las tropas de Kiiv controlan ya unos ochenta pueblos, que equivalen a más de 1.000 kilómetros cuadrados de territorio ruso.

La secretaria de Comunicación de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, aseguró el jueves que Kiiv no avisó con antelación a Washington del ataque y que "no podía confirmar" las informaciones sobre el uso de armas norte -americanas en Kursk ni si Estados Unidos está preocupado por las consecuencias que pueda comportar. "Lo que puedo decir es que nuestra política [en Ucrania] no ha cambiado", afirmaba Jean-Pierre. Entre las armas que ha suministrado Washington a los hombres de Zelenski no sólo se encuentran tanques de combate y armamento terrestre, sino también sistemas de defensa aéreos, como es el caso de los misiles Patriot.

Entre los miembros de la OTAN que ya se han pronunciado se encuentran el Reino Unido y Canadá. El ministerio de Defensa británico apoya el uso de su armamento en territorio ruso y Canadá ha asegurado a Politico que no ha impuesto ningún tipo de restricción geográfica sobre el uso del armamento que ha dado a Ucrania.

En varias ocasiones Moscú ya ha avisado de que tomará las acciones necesarias para defender su integridad territorial si siente que está amenazada. Rusia, que dispone de armas nucleares, no sólo ha amenazado a Ucrania sino también a los aliados Occidentales sobre el hecho de que instrumentalicen la guerra ucraniana para atacar su territorio.

Respuesta de Moscú

La incursión ucraniana sobre Kursk es susceptible de ser interpretada por el Kremlin como una amenaza: las autoridades rusas aseguran que se han evacuado a unas 132.000 personas ante el avance de las tropas de Volodímir Zelenski. Fuentes cercanas a la Casa Blanca han explicado en The New York Times que Vladimir Putin está avergonzado por la fragilidad que ha mostrado su ejército a la hora de proteger la frontera y que, como consecuencia, Kiev espera que la respuesta rusa a la operación Kursk sea contundente. Más allá de las ofensivas en el frente del Donbás, el gobierno de Zelenski espera un castigo colectivo con forma de intensificación de los bombardeos, incluso en el centro de Kiiv, la capital.

El miedo a una posible escalada del conflicto es lo que siempre ha hecho que el presidente Joe Biden autorizara el uso de armamento estadounidense con marcadas limitaciones. Ahora, el ataque de las tropas ucranianas sobre Kursk no sólo ha cogido por sorpresa a Rusia sino que también parece que está forzando que la Casa Blanca replantee su posicionamiento sobre en qué contexto se puede utilizar el armamento estadounidense en la guerra contra Rusia. En un principio los estadounidenses también se mostraban reacios a la posibilidad de que Ucrania pudiera utilizar su armamento para liderar una contraofensiva en Járkov, pero al final Biden acabó cambiando de postura.

Rusia ha acusado directamente a la OTAN, y especialmente a Estados Unidos, de estar detrás de la planificación de la invasión de Kursk. Los aliados occidentales reiteran que no conocían los planes de Ucrania y que, por tanto, no formaron parte de ningún preparativo. Desde Kiiv, además, se filtra que la operación había sido ideada personalmente por el presidente Zelenski. Pero Moscú insiste en responsabilizar a sus socios occidentales. Este sábado, por ejemplo, la portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zajarova, subrayaba que Ucrania ha utilizado cohetes occidentales, "probablemente HIMARS de fabricación estadounidense", para destruir un puente sobre el río Seim en la región de Kursk , "matando voluntarios" que intentaban evacuar a civiles.

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