G7

El G-7 llega a un acuerdo para ayudar a Ucrania con los activos rusos congelados

Estados Unidos firma un acuerdo bilateral de 10 años con Kiiv para ofrecer asistencia financiera y militar al país

RomaLos jefes de estado y gobierno de los siete países más industrializados del mundo han llegado este jueves a un acuerdo para conceder un préstamo de unos 50.000 millones de dólares (unos 46.000 millones de euros) a Ucrania, que se financiará con los intereses de los activos rusos congelados, que se encuentran –mayoritariamente– en Estados Unidos y en la Unión Europea. Así lo ha confirmado la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en una declaración oficial al término de la primera jornada de la reunión de los mandatarios de los siete países más industrializados del mundo.

Por otra parte, Estados Unidos ha firmado un acuerdo de seguridad bilateral de 10 años con Ucrania, que permitirá a Washington ofrecer asistencia financiera y militar a Kiiv, así como invertir en su industria de defensa. Además, se plantea como un primer paso para acelerar la incorporación de Ucrania a la OTAN en el futuro. El presidente estadounidense, Joe Biden, y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, han firmado el pacto ante los medios de comunicación para oficializar su importancia.

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"No hablamos de incautación de bienes, sino de los intereses que maduran a lo largo del tiempo", ha dicho la primera ministra italiana, que se ha mostrado especialmente "orgullosa" del acuerdo político para ayudar a Ucrania con los activos rusos congelados. El plan prevé que Ucrania reciba la mayor parte del dinero antes de fin de año en forma de préstamos estadounidenses, que estarían garantizados por los intereses de los activos del banco central ruso inmovilizados, aunque todavía no se conocen los detalles del mecanismo legal que permitirá transformar estos beneficios extraordinarios en recursos para apoyar la resistencia ucraniana. Tampoco se sabe a ciencia cierta qué pasaría si se llegara a un hipotético acuerdo de paz con Rusia, o quién asumiría el riesgo en caso de impago.

En cuanto al acuerdo de seguridad bilateral con Estados Unidos, Washington se compromete a mantener consultas de alto nivel con Kiiv en un plazo de 24 horas si Ucrania vuelve a ser atacada en el futuro para "determinar los siguientes pasos a dar y las necesidades de defensa adicional". Sin embargo, el pacto no establece nuevos compromisos sobre las perspectivas de adhesión de Ucrania a la OTAN –aunque se le acerca–, ni obliga a Washington a enviar tropas para defender a Ucrania si es atacada. Tampoco especifica una cifra concreta de dólares de ayuda, aunque sí dice que Estados Unidos se compromete a suministrar armas más modernas a Kiiv, a seguir entrenando y equipando sus fuerzas, ya desarrollar su industria militar para que los ucranianos puedan producir sus propias armas. Asimismo, ambos países se comprometen a compartir mayor inteligencia.

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El acuerdo, sin embargo, no tiene el rango de tratado, ya que para su aprobación habría requerido el visto bueno del Senado estadounidense y, en consecuencia, no es vinculante para futuros presidentes. Esto significa que, si Donald Trump regresa a la Casa Blanca, podría anularlo. Trump no ha concretado si seguirá apoyando a Ucrania si gana las elecciones presidenciales del próximo noviembre. Sólo afirmó que negociará un rápido fin de la guerra con Rusia, pero no especificó cómo.

"Día histórico", dice Zelenski

Zelenski calificó este jueves de "día histórico" por el acuerdo firmado con Estados Unidos que, según aseguró, será un "puente" para la incorporación de Ucrania a la OTAN. Asimismo, celebró el nuevo paquete de ayuda del G-7, que marcó la primera jornada de la cumbre que reúne desde el jueves hasta el sábado a los mandatarios de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, el Japón y Reino Unido en Borgo Egnazia, un complejo turístico de lujo situado en la región de Apulia, en el sur de Italia.

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Se trata de una reunión clave, ya que se celebra en medio de las tensiones por los conflictos en Ucrania y la Franja de Gaza. Sobre este último punto, los líderes de las siete potencias más ricas del mundo reiteraron su apoyo a la propuesta de tregua del presidente estadounidense, Joe Biden, que prevé como primer paso “la liberación de todos los rehenes, un aumento significativo y duradero en el flujo de asistencia humanitaria en Gaza y un final duradero de la crisis, garantizando los intereses de seguridad de Israel y la seguridad de los civiles palestinos”, se lee en el borrador del comunicado que deberá ser aprobado por los líderes del G-7.

La cumbre también ha estado marcada por las fuertes turbulencias políticas que sacuden tanto a Estados Unidos como a Europa, tras las recientes elecciones al Parlamento Europeo que han culminado con el avance de la extrema derecha y han abierto una grave crisis a los gobiernos de Francia y Alemania.

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Nada que ver con la situación de la anfitriona. La primera ministra italiana, que se perfila como un actor fundamental en la próxima legislatura comunitaria tras su contundente victoria en las urnas, ha recibido pletórica a los participantes en la cumbre. En los próximos días mantendrá un encuentro informal con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con su homólogo alemán, Olaf Scholz, el primero después de los comicios, que según algunas fuentes podría marcar un primer paso importante antes del inicio de las negociaciones por en los puestos clave en el nuevo Parlamento Europeo.

Otros invitados en la cumbre

Además de los siete países que forman parte del selecto club, la presidencia de turno italiana ha invitado a los mandatarios de Argentina, Brasil, India o Turquía, entre otros, así como a los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión Europea, el secretario general de la ONU y representantes del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. La intención de Meloni es convertir el formato del G-7 en un foro de diálogo entre los principales países del mundo que se han opuesto a la agresión rusa contra Ucrania y de algún modo reemplazar a un G-20 que se ha vuelto impracticable a causa de las tensiones con Moscú y Pekín.

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La primera sesión de la cumbre, sin embargo, también ha dejado una polémica. La presidencia de turno italiana del G-7 ha provocado un pulso diplomático tras presionar para que en la declaración final de la cumbre no aparezca ninguna referencia al aborto. En el borrador del texto final, que todavía se está negociando, se mencionaba la importancia de favorecer y asegurar el acceso al aborto seguro y legal, con el objetivo de seguir la línea marcada después de la reunión celebrada en 2023 en Hiroshima bajo la presidencia japonesa. Sin embargo, Meloni cuyo gobierno está impulsando diversas medidas para dificultar el aborto en Italia, ha rechazado la propuesta que defienden Estados Unidos y Francia, que recientemente incluyó la interrupción voluntaria del embarazo como un derecho constitucional.