¿La polarización en Europa favorece también a la izquierda alternativa?

Las luchas internas debilitan a los partidos que están más a la izquierda de la socialdemocracia en el Parlamento Europeo

Ricard G. Samaranch
4 min
Imagen de cómo se distribuyen los grupos en el Parlamento Europeo.

AtenasEn 2014 parecía que se abría una nueva etapa en el progresismo europeo. En plena crisis financiera, surgieron nuevos partidos de la izquierda alternativa que ponían en entredicho la hegemonía que la socialdemocracia había construido durante décadas. El más flamante ejemplo era el partido griego Syriza, que ganó las elecciones generales ese mismo año liderado por Alexis Tsipras, y que dejó al histórico partido socialista griego, el PASOK, con un 6% de los votos. Francia Insumisa y Podemos aspiraban a seguir sus pasos. Sin embargo, una década después, esa nueva era ha resultado ser más bien un espejismo y la izquierda lucha por ser relevante en la Eurocámara.

Desde su creación, a mediados de los años 90, los partidos a la izquierda de la socialdemocracia se han agrupado en el Parlamento Europeo en una alianza conocida como la Izquierda Europea, pero bajo las siglas GUE/NGL (por el inglés de Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica). Su mejor resultado llegó en el 2014, cuando logró 52 diputados en la Eurocámara, con un crecimiento de 17 diputados respecto a la legislatura anterior. En la última contienda, en 2019, el grupo ya perdió 11 diputados, y las expectativas no son muy buenas de cara a este domingo.

"El pronóstico para la Izquierda Europea en estas elecciones no es muy bueno. Como mucho, tendremos unos resultados similares a los del 2019", se lamenta Yanis Bournous, miembro de la ejecutiva de Syriza y vicepresidente de la Izquierda Europea. Bournous señala como principal causa de su tendencia a la baja las escisiones y luchas internas, un mal endémico a la izquierda desde hace más de un siglo. "Para poder presentar una alternativa a los partidos dominantes, es necesario construir amplias alianzas. Pero lo que hemos visto en los últimos años es que en muchos países las izquierdas se han dividido, y eso nos ha debilitado", se lamenta.

Escisiones que debilitan

En la última legislatura, tres de los principales partidos de la Izquierda Europea –Syriza, Podemos y Die Linke– han sufrido escisiones que perjudican sus expectativas electorales. En Grecia, después de la elección en primarias de su nuevo líder, el ex banquero Stefanos Kasselakis, el sector más zurdo de Syriza abandonó el partido para crear uno nuevo, Nova Esquerra. Para Syriza, el movimiento implicó la pérdida de once diputados en el Parlamento griego y dos en la Eurocámara, la mitad de su representación.

En España, el espacio concurrirá también dividido por la ruptura entre Podemos y Sumar. La coalición que lidera Yolanda Díaz experimenta una situación particular, ya que la mayoría de los miembros de su lista se incorporarán al grupo de los Verdes Europeos, excepto los representantes de Izquierda Unida, que, de salir elegidos, continuarán en el grupo Izquierda Europea.

En cuanto a Alemania, una carismática diputada de Die Linke, Sahra Wagenknecht, decidió darse de baja del partido para crear uno nuevo, Razón y Justicia (BSW). Ahora bien, en este caso, la nueva oferta electoral presenta una ideología marcadamente distinta, que algunos analistas definen como "izquierda conservadora" por sus posiciones euroescépticas y con frecuencia hostiles al ecologismo ya la inmigración. De hecho, el BSW aspira a capturar votos también de la extrema derecha y quiere crear un nuevo grupo en el Parlamento Europeo en el que se podría integrar el Movimiento 5 Estrellas italiano. Según las encuestas, podría obtener un excelente resultado y superar a Die Linke.

Perspectivas optimistas en algunos países

Sin embargo, no todo son malas noticias para la Izquierda Europea. La eurodiputada de Podemos Idoia Villanueva se aferra a un discurso más optimista: "Las expectativas cambian en función del país. En Alemania no son muy buenas, pero sí en Irlanda con el Sinn Féin, y también en Bélgica y Francia . Es necesaria una izquierda fuerte porque somos los únicos que queremos poner freno al creciente militarismo y al proyecto de una Europa subordinada a EEUU".

En todo caso, es evidente que, a diferencia de otros períodos históricos, la actual polarización política sólo está favoreciendo uno de los polos, el de la extrema derecha. Según el filósofo Santiago Alba Rico, uno de los fundadores de Podemos, la cuestión de las divisiones internas no es la única causa del estancamiento. "La derecha se ha radicalizado y ofrece propuestas simples y excitantes, mientras que la izquierda se ha moderado y se refugia a la defensiva en una socialdemocracia blanda... La izquierda ha perdido la batalla cultural y llega tarde a la economía".

Bournous también cree que los valores de la derecha, como el individualismo, cotizan al alza en nuestros tiempos. Además, admite un problema de discurso y desconexión con el electorado: "Se ha reducido el volumen de nuestras bases ideologizadas. Y la izquierda no ha sabido construir un discurso que interpele a las clases populares articulando a la vez una gran narrativa y soluciones concretas a sus problemas".

Villanueva señala otra causa, el blanqueo de la extrema derecha: "A nosotros, a menudo los medios nos han demonizado; en cambio, han blanqueado la extrema derecha. Lo mismo ha hecho la socialdemocracia, que adopta parte de su programa". Alba Rico, que se ha distanciado de Podemos, hace más autocrítica y cree que la izquierda se ha vuelto "irrelevante en lo económico" y que utiliza "un discurso elitista". "En estos momentos, a la izquierda solo le queda salvar los muebles, sabiendo que eso significará acabar entregando el poder a una derecha radicalizada". El espejismo se ha convertido en pesadilla.

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