La UE retoma las acciones legales contra Londres por la amenaza sobre el protocolo norirlandés

Bruselas acusa a Londres de permitir la entrada de contrabando en el territorio comunitario a través de la frontera interna de la isla

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Un manifestante unionista de irlanda norteño expresa su protesta contra el Protocolo del Brexit

LondresA punto de cumplirse seis años del referéndum del Brexit –la próxima semana–, los problemas derivados del divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea no parece que tengan que tener un punto final. Al contrario. Se eternizan y se agravan. La Comisión Europea ha iniciado este miércoles dos nuevos procedimientos de infracción contra Londres por el supuesto incumplimiento de los acuerdos que, a través del protocolo del Brexit para Irlanda del Norte, regulan la actividad comercial en la provincia, que continúa dentro del mercado único comunitario. En pocas palabras, Bruselas acusa a Londres de permitir el contrabando y la entrada de productos ilegales en la UE a través de la República de Irlanda.

Los dos nuevos procedimientos se añaden al que ya se puso en marcha el año pasado y que quedó en suspenso como prueba de buena voluntad mientras se continuaban negociando algunos ajustes que se pedían desde Downing Street.

Pero el desafío unilateral lanzado este lunes por Boris Johnson, publicando un proyecto de ley que a la práctica anula todos los artículos del protocolo menos tres, ha provocado la reacción de una Bruselas exhausta ante los continuos incumplimientos de los británicos, que voluntariamente firmaron el acuerdo de retirada y el protocolo el noviembre del 2019.

Maros Sefcovic, vicepresidente de la Comisión Europea, ha asegurado esta mañana desde Bruselas que el proyecto de ley infringirá el derecho internacional y "es extremadamente perjudicial para la confianza y el respeto mutuos entre la UE y el Reino Unido". El borrador de legislación ha creado "una profunda incertidumbre y hace sombra sobre nuestra cooperación general". El resultado, pues, es el reinicio de las acciones sancionadoras. Todo ello, sin embargo, podría acabar en multas multimillonarias del Tribunal de Justicia Europea. Precisamente, el mencionado proyecto de ley quiere suprimir la jurisdicción de este órgano sobre el Reino Unido.

"Que no quede ninguna duda. No hay ninguna justificación legal ni política para cambiar unilateralmente un acuerdo internacional. Abrir la puerta a cambiar unilateralmente un acuerdo internacional también es una violación del derecho internacional. Por lo tanto, lo tenemos que decir por su nombre. Esto es ilegal".

Guerra comercial

Si la situación persiste, Maros Sefcovic ha admitido que la disputa del Brexit entre el Reino Unido y la UE podría conducir finalmente a una guerra comercial. En el decurso de la conferencia de prensa, preguntado sobre posibles acciones posteriores contra el Reino Unido, ha afirmado: "Si este proyecto de ley se convierte en ley, no puedo excluir nada. Pero todavía no estamos ahí y queremos resolver este problema como tendrían que hacer dos socios, a través de negociaciones, buscando un terreno común y cumpliendo con la población de Irlanda del Norte".

No sin ironía, el vicepresidente de la Comisión también ha dicho: "Estoy seguro de que el gobierno del Reino Unido sabía perfectamente qué firmó cuando aceptaron el protocolo, a pesar de que tengo que admitir que no hicieron un buen trabajo explicándolo al público". Más bien al contrario, de hecho.

Porque Boris Johnson no se cansó de decir desde que llegó al poder en julio del 2019 que solo por encima de su cadáver habría una frontera en el mar de Irlanda para los bienes que circularan entre la Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Pero las características especiales de la provincia, y el hecho de que los Acuerdos de Paz de Viernes Santo (1998) prohíban el establecimiento de una frontera interior en la isla de Irlanda, hacía inevitable el establecimiento de controles aduaneros en el mar de Irlanda; controles que la comunidad unionista ve como una amenaza futura para su pertenencia al Reino Unido. Johnson, literalmente, engañó a todo el mundo. O, fruto del cansancio del tira y afloja del Brexit, todo el mundo cerró los ojos ante el engaño y se confió que, con posterioridad, una política de hechos consumados acabaría por enderezar la situación.

Como medida de chantaje, los unionistas no quieren entrar a formar parte del gobierno compartido de Irlanda del Norte hasta que sus demandas sobre el protocolo no se resuelvan. Johnson es víctima no solo de su inconsistencia política, sino también de la necesidad de complacer a todo el mundo para conseguir el Brexit, que le hizo prometer una cosa y la contraria al mismo tiempo.

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