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El futuro del Partido Republicano y de Biden pasan por Georgia

Los demócratas controlarán el Senado si ganan las dos elecciones

Carlos Pérez Cruz
3 min
El futur del Partit Republicà  i  de Biden passen per Geòrgia

WashingtonDos meses después de su inicio, la larga noche electoral estadounidense llega a su fin. En el estado de Georgia se juega este martes el control republicano o demócrata del Senado. Y el miércoles, el Congreso está llamado a poner fin al sainete golpista de Donald Trump. Pero en este 2021, que tanto se parece por ahora al 2020, es difícil garantizar que los resultados de los dos asientos para el Senado pendientes de adjudicar se resuelvan en una sola noche de recuento, especialmente si, como se espera, el resultado es ajustado. Tampoco que el Capitolio viva mañana una jornada convencional con el sellado burocrático de la victoria de Joe Biden en las presidenciales. La revuelta de los aliados de Trump en el Capitolio y los manifestantes convocados por el presidente en Washington para una protesta “salvaje”, según su propia definición, auguran serias turbulencias.

Este martes Georgia comienza a definir la suerte de la presidencia de Joe Biden. Las cuentas son sencillas: de los dos asientos en juego para el Senado, los demócratas necesitan hacerse con ambos para poder tener el control de la cámara alta. A los republicanos les es suficiente con una victoria. En el primer escenario, el Senado quedaría con 50 senadores republicanos y 50 demócratas, por lo que la vicepresidenta Kamala Harris podría desempatar votaciones que requieran mayoría simple en calidad de presidenta de esta cámara. Solo así Biden podría aspirar a que el Congreso, donde los demócratas conservan la mayoría en la cámara baja, apruebe algunos de sus planes más ambiciosos. De lo contrario, y al menos hasta las elecciones de medio mandato de 2022, quedarían a expensas del líder republicano, Mitch McConnell.

Más trumpismo o cambio de rumbo

El veterano senador republicano se juega también lo suyo. No solo obviamente el control del Senado, en el que ha fundamentado su enorme poder, sino también el control de unos republicanos divididos en facciones según su disposición a seguir hasta el precipicio el golpismo de Trump.

A McConnell, su admisión de la victoria de Joe Biden tras la certificación del Colegio Electoral le ha supuesto ser objeto de los ataques de Trump. Perder en Georgia y, por lo tanto, perder la mayoría en el Senado, abriría más si cabe la guerra interna republicana en la lucha por el poder entre quienes se aferran a Trump y a su base para impulsar sus opciones en futuras elecciones, y quienes pretenden pasar página de uno de los episodios más convulsos de la política estadounidense.

Lo que pase este martes ayudará a inclinar la balanza hacia un Partido Republicano definitivamente populista y antisistema o, quizá, hacia uno más respetuoso de las instituciones y la democracia. Ironías de la política, para liderar el partido en el post-trumpismo, McConnell necesita que la base trumpista se movilice en Georgia. Esta pasada madrugada estaba previsto que Donald Trump participara en un mitin en apoyo de los dos candidatos republicanos. Sin embargo, ya anunció que sería más una ocasión para airear teorías conspirativas sobre su propia derrota en noviembre que para movilizar el voto.

Los republicanos temen que el delirio conspiranoico de Trump deprima el voto conservador si el presidente convence a sus seguidores de que el sistema no es fiable y que, por lo tanto, no merece la pena votar si las elecciones, como insiste el mandatario, están amañadas. Su visita vino precedida de una polémica llamada telefónica el sábado con el secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, en la que Trump le pidió que le “encuentre” los votos que necesita para revertir su derrota en este estado.

El reto demócrata

Para el Partido Demócrata las elecciones son una oportunidad de comprobar la solidez del giro político de un estado que durante las últimas dos décadas han dominado los republicanos y donde la última victoria de los demócratas en las presidenciales, hasta la lograda por Joe Biden en noviembre, se había producido en 1992, con Bill Clinton.

Un joven productor de documentales de 33 años, Jon Ossoff, y un reverendo afroamericano de 51 años, Raphael Warnock, son las opciones demócratas frente a Kelly Loeffler, de 50 años, y David Perdue, de 71 años, mujer y hombre de negocios que en campaña han medido sus palabras para apoyar las teorías conspirativas de Trump sin pillarse excesivamente los dedos.

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