Harvard lleva al gobierno Trump a los tribunales por las presiones económicas
La universidad acusa al gobierno ante la justicia de querer controlar las decisiones académicas
WashingtonTras plantarse ante las presiones económicas de la administración de Donald Trump para interferir en el currículo de enseñanza, Harvard ha contraatacado ahora. La universidad más rica del país ha demandado al gobierno estadounidense por haber congelado miles de millones de dólares en subvenciones bajo las acusaciones de permitir el antisemitismo en el campus y como represalia por no ceder ante las demandas de la administración. Se trata de una escalada de la confrontación entre la universidad y el gobierno Trump, en medio de la cruzada coaccionadora del presidente contra varias universidades del país.
En una carta enviada hace diez días, la administración Trump acusaba a Harvard de no haber hecho suficiente para luchar contra el "antisemitismo" en el campus y le amenazaba con congelar 2.200 millones de dólares en subvenciones si no aceptaba toda una serie de demandas. Entre otras cosas, el gobierno exigía a Harvard cerrar todos los programas de diversidad, equidad e inclusión así como someter a determinados departamentos a una auditoría externa. Harvard se negó a acatar las exigencias porque consideraba que amenazaban su independencia y libertad de cátedra.
"Ningún gobierno debería dictar qué puede enseñar una universidad privada, ni quién debe admitir o contratar, o qué áreas de estudio o investigación se pueden perseguir", escribía el pasado lunes el presidente de Harvard, Alan Garber, en un mensaje a la comunidad universitaria.
En la demanda presentada este lunes a un tribunal federal de Massachusetts, Harvard acusa al gobierno de liderar un amplio ataque contra la universidad "para influenciar y controlar las decisiones académicas". En el texto también menciona otras universidades de la Ivy League –el concepto con el que se engloba a los centros de élite del país y contra los que ahora Trump carga– que han sufrido recortes de financiación por parte del gobierno federal. El secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr.; la secretaria de Educación, Linda McMahon; el administrador interino de la Administración de Servicios Generales, Stephen Ehikian; la fiscal general Pam Bondi, y otros funcionarios del gobierno son los principales acusados en el documento presentado por la universidad.
Harvard acusa a la administración Trump de vulnerar sus derechos protegidos por la Primera Enmienda, los procedimientos administrativos federales y las regulaciones para tomar medidas contra las instituciones. El gobierno también ha acusado a la universidad de vulnerar el Título VI, una ley federal que establece que cualquier institución que vulnere los derechos civiles no puede recibir fondos federales. Pero la universidad lo niega.
La promesa de Trump de "recuperar" las universidades
Bajo las acusaciones de "antisemitismo" el gobierno Trump ha iniciado una campaña para intentar influenciar el funcionamiento de las universidades de la Ivy League y acabar con todas aquellas ideas relacionadas con la diversidad, el cambio climático o la teoría crítica de la raza. Durante la campaña electoral, el presidente ya prometía "recuperar" las universidades y poner fin a lo que la extrema derecha ha bautizado como "la agenda" woke".
El viernes fondo del gobierno revelaban al New York Times que la carta que contenía todas las exigencias contra las que Harvard se rebeló se envió por error. Aún así, el gobierno federal ha continuado demostrando su voluntad de influir y presionar al centro: Trump ha amenazado a Harvard con eliminarle la exención de impuestos de que disfruta y denegar los visados a los estudiantes internacionales que quieran ir a estudiar.
Harvard es la universidad más rica y antigua de Estados Unidos y cuenta con una dotación de 53,2 mil millones de dólares, una especie de reserva que le permitiría resistir durante un buen tiempo a cualquier recorte que quiera ejercer el gobierno Trump. Tal y como explicaba el catedrático de economía de Harvard Pol Antràs, "esto no es el final de Harvard", y apuntaba a esta reserva –que en inglés se conoce como endowment– como garantía de que el centro podría resistir. Sin embargo, el catedrático también reconocía que habría un impacto en la investigación.