Keir Starmer purga la izquierda laborista para aparecer como alternativa a Johnson

El líder socialdemócrata británico cierra el congreso de la formación afirmando que el partido no hará nunca más un programa que no pueda cumplir

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Keir Starmer, en un momento de su intervención durante la conclusión del congreso del Partido  Laborista británico, este miércoles a Brighton

LondresTras purgar la izquierda del laborismo durante el congreso que el partido ha celebrado desde el sábado en Brighton, acabar definitivamente con los restos del corbynismo y cambiar las reglas de elección del futuro líder, Keir Starmer se ha presentado este miércoles ante los delegados como una alternativa creíble a Boris Johnson y el gobierno conservador. Diecisiete meses, veinticinco días y dos horas ha tardado desde que fue escogido jefe en abril de 2020, hasta que, por fin presencialmente, ha podido exponer su visión sobre el futuro del país en la etapa pos-covid-19 y pos-Brexit. El año pasado el conciliábulo tuvo que ser virtual debido al estallido de la pandemia. "Una pandemia –ha dicho– que ha puesto al descubierto las debilidades y los retos del Reino Unido".

El de este miércoles ha sido, y es, sin duda, el discurso más importante de la carrera de Starmer hasta el momento. Y tenía un objetivo claro que ha cumplido con creces: pasar página del corbynismo –en referencia al anterior líder, Jeremy Corbyn–, considerado radical, tóxico e incapacitado para ganar elecciones. Para hacerlo, se ha mostrado muy firme contra los críticos, que no le perdonan cómo ha socavado la democracia interna para imponer su criterio. De hecho, les ha espetado que él está en política para "cambiar vidas" y no "para lanzar eslóganes". La única manera de hacerlo es desde el poder, y ha afirmado, también, que le interesa mucho más "ganar elecciones" que la "unidad del partido". Y los críticos aseguran que el partido está más dividido que nunca.

Para profundizar en las diferencias con la etapa anterior, en un momento del discurso también ha evocado sutilmente la famosa Tercera Vía de Tony Blair como el camino con el que recuperar y trabajar una vez haya llegado al poder. Ha afirmado: "El laborismo trabajará con sectores en los que somos fuertes. Productos farmacéuticos, manufacturas, defensa, ingeniería química, tecnología ambiental de bienes de consumo, transporte y biotecnología". Una adaptación en el siglo XXI, y en los motores económicos del siglo XXI, de la fórmula público-privada con la que el Nuevo Laborismo descabalgó a los tories en 1997.

A propuesta de Starmer, el congreso decidió el domingo por la tarde, con el 53,7% de los votos, que cualquier aspirante a la corona laborista tiene que tener, como mínimo, el apoyo del 20% de los parlamentarios, en vez del 10% que hacía falta hasta ahora. Además, Starmer también ha conseguido eliminar la reforma que en 2015 impulsó Ed Miliband, promoviendo el sistema "un hombre, un voto", fuera cual fuera su condición: si militante, parlamentario o miembro de alguno de los sindicatos afiliados y que apoyan al partido.

El giro de 180 grados con el que Starmer ha comparecido ante la sociedad le ha costado alguna ruidosa y furiosa protesta durante el discurso, que se ha oído intermitentemente. Pero aun así, ha salido bien parado del reto.

Próximas elecciones

Uno de los puntos clave de la propuesta que ha expuesto este miércoles ha sido la promesa siguiente: "Nunca más el Partido Laborista concurrirá a unas elecciones bajo mi liderazgo con un programa que no sea un serio plan de gobierno", referencia al que rehusaron en 2019 los electores, por insostenible. Pero habrá que esperar todavía más de un año para saber si todo esto le servirá para hacer mella entre los votantes y para recuperar a los fieles del cinturón rojo del norte de Inglaterra perdidos por ahora.

Starmer ha abordado tanto propuestas de educación como de economía verde, reforma de la sanidad, pensiones, formación profesional, seguridad y relaciones internacionales. Otro aspecto también a destacar de la intervención es que ha dedicado casi 40 minutos a hablar de crimen y ley y de su pasado como fiscal de la Corona, temas considerados tradicionalmente más propios de los conservadores. Ha hurgado, claro, en las heridas del gobierno para intentar socavarlo. Y prácticamente las primeras palabras después de tantos meses de espera le han servido para poner encima de la mesa la "crisis de las gasolineras, de los salarios, de los bienes y de los costes de la vida, todas al mismo tiempo", y todas responsabilidad del gobierno Johnson, ha dicho.

Después, recogiendo la necesidad de darse a conocer más en el país, y haciendo del congreso una caja de resonancia de su biografía, ha repasado sus raíces, ha evocado la figura de su padre –"un trabajador manual"– y ha recordado que él fue el primero de su familia que llegó a estudiar en la universidad. No ha olvidado tampoco a su madre, una "enfermera del Servicio Nacional de Salud (NHS)" de la que adquirió "una ética de servicio público".

Sin plan 'tory'

"Trabajo, cuidado, igualdad, seguridad. Creo que estos valores son valores británicos. Y creo que estos valores son mi herencia. Trabajo, cuidado, igualdad, seguridad. Estas son las herramientas de mi oficio. Y con ellas iré a trabajar", se ha definido a si mismo. A Boris Johnson, en cambio, lo ha definido no como "una mala persona, pero sí como una persona trivial, un showman, sin nada más que enseñar", que piensa que "las leyes no aplican para él".

Y ha acabado asegurando que el primer ministro es un hombre "sin ningún plan" y le ha recordado que, "después del eslogan Hacemos el Brexit, no ha sabido qué hacer". Y ha añadido: "No se trataba de hacer [solo] el Brexit, sino [de hacer] que el Brexit funcionara". Y, de rebote, el país. Que los británicos crean que él lo puede hacer es otra cuestión.

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