Los kurdos de Siria se preparan para otro ataque de Erdogan
Milicianos acusan a Turquía de querer imponer su proyecto politicoétnico en la región
Tell Tamer (Siria)El ruido de las armas pesadas y del fuego de artillería rompe el silencio de la noche en la frontera de Hasaka, al noroeste de Siria. Son disparos que llegan de los territorios ocupados por Turquía, que ya ha lanzado cinco ofensivas en el norte del país desde 2016, en su enfrentamiento contra la minoría kurda. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció en junio un nuevo ataque sobre el norte de Siria, donde los kurdos gestionan una autonomía de facto que Ankara no está dispuesta a tolerar.
A primera hora de la mañana, la autopista M-4 está tranquila. Atraviesa el eje estratégico de la ciudad de Tell Tamer y después de la última invasión turca, en 2019, es objeto de ataques diarios principalmente dirigidos a las poblaciones próximas del río Khabur. “Cuando los milicianos del Estado Islámico atacaron la prisión de Al-Sina’a (Hasaka) a principios de año, intentábamos llegar como podíamos a nuestros compañeros”, dice Demhat Brusk, cocomandante del consejo militar de Tell Tamer, encuadrado con las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), la milicia formada mayoritariamente por kurdos sirios que lucha contra el Estado Islámico. “Turquía y sus aliados querían impedir que llegáramos a la ciudad”, continúa Brusk.
A su lado se sienta Zilan, comandante de las YPG (Unidades de Protección Popular) del consejo militar, que subraya que sobre todo después de la invasión, la población resiste: “El contexto patriarcal dificultaba inicialmente la presencia de milicianas en el norte de Siria”, asegura. "La sociedad aceptó rápidamente este proceso y hoy somos uno de los componentes más importantes en la batalla contra la ocupación [turca]. Al nordeste de Siria, actuamos en todos los ámbitos sociales, no solo en el militar, para luchar por la igualdad de género", concluye la comandante.
La zona de Tell Tamer está habitada por cristianos sirios y asirios, kurdos y árabes que fueron masacrados en los adelantos del ISIS en 2015. A pocos metros de la sede del consejo militar, Xabûr Ekad, uno de sus portavoces, explica que entre 2012 y 2015 la ciudad sufrió un enorme éxodo de personas al extranjero y, recientemente, muchos expatriados han vuelto ahora para contribuir al desarrollo de la zona. “La gente ha vuelto, pero no tenemos que olvidar que muchos han caído en los combates contra las fuerzas de ocupación turcas y sus aliados”, señala Ekad.
En la colina que domina la ciudad, a pocos kilómetros de la línea del frente, se levanta una iglesia sobre las casas residenciales. “Teníamos más de 30 iglesias, pero fueron sistemáticamente destruidas y ahora solo queda esta. Los asirios que se quedaron en la zona se reúnen aquí para sus celebraciones”, dice Nabil Warda, portavoz de las guardias asirias de Khabur, una milicia de la zona. “Ankara quiere eliminar toda presencia siriano-asiria de la zona y nosotros estamos dispuestos a proteger nuestra comunidad hasta la última gota de sangre. No solo defendemos a los cristianos, sino una convivencia que está constantemente bajo amenaza”, concluye Warda.
Liberar la frontera
El 1 de junio Erdogan explicó que el país avanza en la creación de un corredor de 30 kilómetros en el norte de Siria para proteger las fronteras. “Liberaremos la zona de la ocupación terrorista”, declaró. En Hasaka, Kendal Rojava, un joven miembro de las YPG, cree que con el pretexto de una batalla contra lo que Ankara considera terrorismo, Erdogan está intentando ampliar sus fronteras. “La intención de Turquía es extinguir también la presencia kurda y cancelar el proyecto democrático que crearon las poblaciones de la zona”.
Según las declaraciones del presidente turco, la operación militar se centrará inicialmente en las zonas de Manbij y Tell Rifaat, pero Ankara no niega que “la acción pueda ampliarse a otras zonas”. Hoy por hoy, el objetivo turco está claro: romper la continuidad geográfica de la AANES ocupando la frontera. “Los turcos están reuniendo tropas en los alrededores de Manbij y Tell Rifaat, zonas próximas de donde viven las personas que huyeron de la ocupación de Afrin”, explica Ciwan, un joven voluntario.
“Como hizo Afrin, Turquía quiere impulsar su propio proyecto politicoétnico en toda la zona”, dice Zafer Zagros, otro miembro de las YPG. “Se acerca el centenario del Acuerdo de Lausana, que marcó la consolidación de la República Turca, y Erdogan intenta imponer una agenda neootomana en Oriente Medio”, reitera el miliciano. “Las actividades del ISIS aquí siempre han tenido apoyo turco”, dice Ciwan. En los últimos meses, el ISIS ha retomado sus operaciones en el norte de Siria con varios ataques mortales. De hecho, no es casualidad que Al-Qurayshi, uno de los líderes del Estado Islámico, fuera asesinado cerca de la frontera turca, no muy lejos de tres importantes bases militares que Ankara tiene en la zona.
Los líderes de las tribus árabes de Manbij también declararon públicamente su oposición a cualquier intervención turca en la zona y condenaron los bombardeos de Ankara y el SNA, que pasaron desapercibidos en la comunidad internacional.
La situación es muy tensa y en las zonas que Erdogan quiere ocupar la condición económica no es la mejor, en parte debido a las sanciones vigentes contra Siria. Además, la falta de agua hace que las condiciones de vida de la población sean cada vez más precarias. “El proyecto del norte de Siria está en peligro. Es un ejemplo de cómo el mundo puede vivir sin discriminación y un símbolo de progreso e igualdad”, concluye Ciwan.