Olaf Sholz, un pragmático con un pasado controvertido que ha hecho reavivar al SPD

El candidato socialdemócrata, exministro y exalcalde de Hamburgo, perdió las primarias de su partido

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CRISTINA MAS
2 min
Olaf Scholz en la primera comparecencia desde la sede de la SPD

Barcelona“No hace falta que pongas esta sonrisa de pitufo”, le espetó hace unos meses el primer ministro bávaro Markus Söder a Olaf Scholz, entonces ministro de Finanzas, en las acaloradas negociaciones sobre las ayudas por la pandemia. Pero el hombre que puede convertirse en el sucesor de Angela Merkel no se ofendió con la comparación: “Los pitufos son pequeños, astutos y siempre ganan”.

Toda una declaración de intenciones que el resultado de las elecciones de ayer parece haber confirmado. Y es que Scholz se ha sobrepuesto a una larga historia de fracasos políticos que no le habrán impedido estar a las puertas de la cancillería. Ni siquiera el hecho de haber perdido las primarias de su partido: en noviembre de 2019, cuando era el candidato del aparato, cayó ante los representantes del ala izquierda, que criticaban los años de participación de los socialdemócratas en el gobierno de la Gran Coalició bajo la batuta de Merkel. Nueve meses después, la misma dirección socialdemócrata que lo había derrotado en la carrera interna lo designó candidato a suceder a Merkel al considerarlo el más indicado para captar votos del centro, ante una CDU descabezada. La apuesta era arriesgada y los socialdemócratas cayeron en tercer lugar en las encuestas, por detrás de los Verdes.

El mes pasado algunos ya escribían el obituario del SPD, pero los errores de los otros candidatos, más que los méritos propios, dieron la vuelta a la tortilla: ante la incertidumbre del adiós de Merkel después de 16 años al timón, Scholz aparecía como el garante de la estabilidad.

Sin carisma

El político de Hamburgo, de 63 años, parece más un contable que un líder carismático (algún diario lo ha calificado de “autómata” por su falta de expresividad) pero nadie niega que es conocido por el gran público. Miembro de las filas socialdemócratas desde joven, era abogado laboralista y llegó al Bundestag en 1998. Su pragmatismo le ha hecho ganar popularidad con la pandemia y se lo considera uno de los artífices del plan de recuperación de la UE, que ha roto con el dogma del déficit. Aún así, todavía tendrá que responder sobre el asunto de blanqueo de dinero Cum-ex, por el que se acusa a su ministerio de haber hecho la vista gorda.

Su carrera no está libre de controversia: en 2001, cuando era ministro del Interior del land de Hamburgo, autorizó a la policía a administrar, si hacía falta por la fuerza, medicamentos para provocar el vómito a los acusados de tráfico de drogas. En 2002 se convirtió en secretario general del SPD, cuando el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder impuso los recortes sociales.

En 2005 Schröder perdió las elecciones ante Angela Merkel, que formó el primer gobierno de Gran Coalición entre conservadores y socialdemócratas. Scholz se incorporó dos años más tarde como ministro de Trabajo, con medidas tan impopulares como el aumento de la edad de jubilación o la flexibilidad en la jornada laboral.

Después se refugió de nuevo en Hamburgo, donde ganó la alcaldía. Ahí tuvo que afrontar, en 2017, las violentas protestas contra la cumbre del G-20, que dejaron un rastro de caos. Entonces, como hoy, su respuesta fue volver a exhibir la más conciliadora de las sonrisas.

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