¿El alto el fuego en Gaza, en riesgo? Netanyahu se debate entre Trump y la extrema derecha israelí

El primer ministro israelí intenta ganar tiempo para mantener al gobierno y no perder el apoyo de su principal aliado internacional

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, recibía halagos durante la visita de Marco Rubio a Jerusalén.
25/10/2025
4 min

BeirutBenjamin Netanyahu pasa un momento político especialmente delicado. Después de casi dos semanas de alto el fuego con Hamás, la coalición de gobierno en Israel enfrenta la aprobación en primera lectura de un proyecto de ley que prevé la anexión de parte de Cisjordania. La iniciativa ha generado inquietud en Washington. El presidente Donald Trump expresó su descontento y el secretario de Estado, Marco Rubio, viajó a Tel Aviv para supervisar la situación y advertir sobre posibles repercusiones diplomáticas.

Netanyahu debe equilibrar ahora las demandas de su derecha más radical, que considera la anexión un objetivo prioritario, con las expectativas de su principal aliado internacional, cuyo apoyo sigue siendo decisivo para la estabilidad política y militar de Israel, tanto en Gaza como en el norte del país. En este contexto, el alto el fuego con Hamás ha abierto una etapa de relativa calma en la Franja de Gaza. Netanyahu aceptó mantener la tregua, aunque subrayó que cada medida se adoptaría según las "condiciones de seguridad" definidas por su gobierno, reflejando la constante tensión entre compromisos diplomáticos y prioridades internas.

Sin embargo, la tregua es frágil. Según el gobierno de Hamás, Israel ha violado el alto el fuego en muchas ocasiones, lo que ha provocado la muerte de decenas de palestinos y cientos de heridos. Además, la entrada de ayuda humanitaria sigue bloqueada: alimentos, suministros médicos y agua no han podido atravesar los puntos autorizados y muchas organizaciones internacionales han denunciado la escasez crítica de recursos esenciales. Esta situación mantiene a la población de Gaza en condiciones de alta vulnerabilidad, a pesar de la relativa calma en el frente militar.

En la coalición de Netanyahu, los socios ultraderechistas se mantienen vigilantes, pero por ahora han moderado sus advertencias, conscientes de que cualquier desafío frontal podría desestabilizar al gobierno en un momento crítico. Washington, mientras, exige avances tangibles. Funcionarios estadounidenses han viajado a Jerusalén para verificar el cumplimiento del acuerdo. La Casa Blanca quiere resultados visibles: liberación de todos los rehenes, ayuda humanitaria sostenida y reducción de hostilidades.

Un funeral de uno de los rehenes israelíes que fueron liberados de Gaza.

"El margen para Netanyahu se ha reducido. Washington quiere resultados, no promesas", señala Michael Koplow, director de políticas del Israel Policy Forum, con sede en Nueva York. El dilema de Netanyahu es cómo mantener su narrativa de fuerza dentro de un marco negociado por su aliado principal. En público insiste en que el alto el fuego no marca el fin de la guerra y que Israel conservará libertad de acción militar. Con ello busca tranquilizar a su electorado más duro ya sus socios de coalición.

En la práctica, después de dos semanas de alto el fuego, el gobierno ha moderado las operaciones militares, ha facilitado el flujo -aunque muy limitado- de ayuda humanitaria hacia Gaza, y las tropas siguen estando en puntos estratégicos, lo que se interpreta como una medida de seguridad en el marco del acuerdo. Netanyahu juega con el tiempo. "Frente a Washington, promete cumplir; frente a la derecha, asegura resistir", afirma Koplow, quien añade que este doble discurso "le da margen para sobrevivir". "Su estrategia no busca resolver el conflicto, sino administrarlo de forma que no amenace su permanencia en el poder. No se trata de si quiere la paz, sino de qué tipo de paz acepta y bajo qué condiciones políticas", puntualiza.

El gran funambulista

El alto el fuego también pone a prueba la relación con Estados Unidos. Aunque Trump evita el enfrentamiento directo, su administración ha dejado claro que el apoyo a Israel no será incondicional. Washington quiere estabilizar la región y promover un horizonte político en Gaza que incluya a la Autoridad Palestina. Para Netanyahu, esa posibilidad es una línea roja. Ceder terreno significaría admitir que su estrategia militar no logró eliminar la influencia de Hamás.

En Israel, la atención se centra ahora en la implementación efectiva del alto el fuego. La liberación de la mayoría de los rehenes israelíes ha reducido la presión pública y ha contribuido a calmar a la opinión pública. Cada gesto político o militar se interpreta como señal. Un bombardeo selectivo puede ser un mensaje interno a la derecha; una reunión discreta con emisarios estadounidenses, una concesión diplomática. Como explica el politólogo Gideon Rahat, "Netanyahu domina este lenguaje. Es su forma de gobernar: resistir, aplazar, equilibrar. Su carrera política ha sido una larga demostración de supervivencia". Pero esta vez el margen es menor. Si rompe con la extrema derecha, el gobierno cae. Si desafía a Washington, se arriesga a un aislamiento diplomático que Israel no puede permitirse.

Las próximas semanas serán decisivas. El repliegue israelí y la supervisión internacional de Gaza medirán la capacidad del primer ministro para sostener su estrategia. Por ahora, Netanyahu sigue ganando tiempo. Pero cada día que pasa, la cuerda entre Jerusalén y Washington se tira un poco más.

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