Los arrecifes para el alto el fuego en Gaza: ¿por qué no llega el acuerdo

Blinken dice en Jerusalén que es "la última oportunidad" de liberar a los rehenes, pero las presiones internacionales no logran aproximar posiciones en los temas clave

BarcelonaLa última ronda de negociaciones para un alto el fuego en Gaza, la semana pasada, comenzó con pocas expectativas, que se hincharon después de que los mediadores (Qatar, Egipto y Estados Unidos) aseguraran que habían encontrado la fórmula para un acuerdo. Las esperanzas se enfriaron el domingo cuando Hamás declaró que la nueva propuesta cedía demasiado a las exigencias israelíes. Pero este lunes el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, en su novena visita a la región desde el 7 de octubre, insistía en que "estamos ante la mejor, y posiblemente la última oportunidad" para lograr una tregua y un acuerdo para la liberación de los rehenes israelíes retenidos en Gaza. Blinken se ha entrevistado en Jerusalén durante tres horas junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, poco antes de que las protestas propalestinas marcaran el inicio de la conferencia demócrata que debe certificar la candidatura de Kamala Harris en las elecciones del 5 de noviembre.

Las palabras de Blinken suenan a disco rayado: Washington ya aseguró en febrero que la tregua era "inminente", y también habló en mayo "de última oportunidad", pero después el ejército israelí invadió Rafah, la última ciudad de la Franja que no había ocupado, y ha intensificado los ataques contra hospitales, escuelas y barrios, mientras el hambre y las epidemias se esparcen por el bloqueo de alimentos, agua y medicinas. El miércoles o el jueves los mediadores vuelven a reunirse en El Cairo con David Barnea y Ronen Bar, jefes de los servicios secretos exterior (Mossad) e interior (Shin Bet) de Israel, y el general Nitzan Alon, responsable de la gestión de los rehenes. El equipo negociador de Hamás está liderado por Khalil al Hayya, muy cercano a Ismail Haniye, el líder de la organización en el exilio que fue asesinado en Teherán el 31 de julio. Un alto el fuego en Gaza ahora serviría también para frenar la respuesta de Irán y de Hezbollah al asesinato del líder palestino, que podría provocar una guerra regional, y por eso se han renovado los esfuerzos diplomáticos. Pero después de muchos más de 40.000 muertos en Gaza en diez meses de ataques indiscriminados, las posiciones siguen muy alejadas.

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El fin de la guerra

Es el principal arrecife para un acuerdo. El plan de los mediadores plantea una primera fase de tregua de seis semanas en la que los rehenes israelíes que siguen retenidos en Gaza serían liberados a cambio de prisioneros palestinos y también se incrementaría la entrada de ayuda humanitaria en la Franja. Pero Netanyahu ha dejado muy claro que tras esa pausa volverá a atacar a Gaza hasta alcanzar una "victoria total", que supondría la eliminación de Hamás como amenaza contra Israel. Hamás ha insistido en que no aceptará un acuerdo que no implique el fin de la guerra. Los mediadores dicen que esta tregua, a diferencia de la de noviembre, podría ampliarse indefinidamente para avanzar en las siguientes fases del acuerdo, aunque éstas no se concretan.

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La retirada de Gaza

Hamás y el resto de facciones palestinas de Gaza reclaman también volver a la situación de antes de la guerra, con la retirada total de las tropas israelíes de la Franja. El gobierno israelí no ha explicado su plan para el día siguiente: si pretende volver a construir colonias y mantener soldados en la Franja como hacía hasta la retirada del 2005 o si, como aconsejan Estados Unidos y la UE, dejará la Franja en manos de la desprestigiada Autoridad Palestina (u otra fórmula de gobierno palestino). El plan inicial que presentó Biden en mayo, y que fue aceptado por Hamás, preveía la retirada de todas las tropas de Gaza. Pero ahora el gobierno de Netanyahu ha añadido una nueva condición: quiere mantener el control del llamado corredor Philadelphi, en la frontera entre Gaza y Egipto, y también del paso de Rafah, que Israel ocupa desde mayo, y que es el único punto de salida de personas de Gaza, bajo autorización de Israel. Los militares israelíes, en cambio, han asegurado que pueden evitar la infiltración de armas y personas en la Franja sin necesidad de mantener una presencia permanente de soldados. El gobierno israelí también reclama mantener al corredor de Netzarim, que corta la Franja de Gaza por la mitad, separando el norte del sur, y que durante julio ha ampliado de los 2 a los 4 kilómetros de ancho. El objetivo de Tel-Aviv es controlar el regreso del millón de palestinos del norte de la Franja, desplazados al sur por la implacable campaña de bombardeos israelíes, que sería muy difícil de tragar para sus socios de gobierno de ultraderecha. Hamás reclama la libertad de movimientos de la población.

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La liberación de los rehenes

Según las autoridades israelíes, quedan 115 rehenes en Gaza, de los que la mitad habrían muerto, de acuerdo con los cálculos de la inteligencia militar israelí, ya sea por el caos en la Franja, por los propios bombardeos israelíes o la situación humanitaria. Tampoco queda claro si Hamás está en condiciones de localizar e identificar a los rehenes que quedan vivos ni los cuerpos de los fallecidos. El plan propuesto por los mediadores incluye una liberación en tres fases. Israel no quiere incluir entre los prisioneros liberados a líderes políticos palestinos como Marwan Barghouti.

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Acusaciones cruzadas

Un tema no menor es quien asume la culpa del fracaso de las negociaciones. De cara a la opinión pública israelí y al apoyo de los aliados, Netanyahu intenta ganar tiempo: mostrarse abierto a negociar puede calmar las protestas y el malestar en la Casa Blanca, con Gaza convertida en el principal tema de división entre los demócratas después de la retirada de Biden. Por eso no presenta sus nuevas exigencias como una traba al acuerdo sino como requisitos de seguridad para implementar la propuesta original. Hamás responde que Washington ha cedido a las exigencias israelíes. Y Netanyahu dice que es Hamás quien impide la tregua. Está por ver si en la Casa Blanca estarán dispuestos a seguirle el juego.