Guerra

Bajo las bombas en Gaza: "No nos preocupa que no haya comida: no sabemos si todavía estaremos vivos la próxima hora"

Testimonios atrapados en la Franja explican en el ARA la vida bajo el bombardeo, el asedio y la incertidumbre

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Un grupo de palestinos camina entre los escombros de un edificio destruido tras un ataque aéreo israelí a Khan Yunis

Barcelona“No sé si podrás escuchar esto, porque he cargado el móvil con la batería del coche y hay poca cobertura. Aún estamos vivos, pero todo es un gran desastre”. Fayez Elemare es un fontanero que vive en el campo de refugiados de Jabalia, en el norte de la franja de Gaza. En la nota de voz que ha podido enviar por WhatsApp al ARA explica que se han refugiado en la escuela de la ONU con su esposa Nour, educadora de un jardín de infancia, sus seis hijos (que tienen entre 6 y 19 años) y su sobrino, que adoptó cuando su hermano falleció hace años en un ataque israelí.

“En Gaza no hay lugar seguro, pero hemos pensado que las criaturas estarían mejor en la escuela: no paran de llorar... el estruendo de los bombardeos no para de día ni de noche. No tenemos ninguna escapatoria: todas las fronteras están cerradas y hoy han bombardeado el paso de Rafah”, cuenta con la voz rota.

La aviación israelí atacó el miércoles el paso fronterizo con Egipto, mientras se multiplican los contactos diplomáticos para que el régimen del mariscal Al Sisi, enemigo de los Hermanos Musulmanes, acepte abrir un corredor de evacuación para varios civiles, mientras el gobierno de unidad de Benjamin Netanyahu valora si allana la Franja a golpe de bombas, ordena una incursión terrestre, o ambas cosas. Jabalia está a sólo 2 kilómetros de la frontera de Gaza: en caso de ataque por tierra serían los primeros en ver llegar los tanques israelíes.

Gaza está a oscuras desde que la última gasolinera se quedó sin combustible. Israel ha cerrado la jaula en la que encarcela desde hace 16 años a 2,3 millones de palestinos en un territorio que, más o menos, tiene la misma superficie que el Maresme. Tampoco permite que entren los camiones con comida, ni agua potable.

Pero la gente de Gaza tiene otros motivos de preocupación antes que el hambre: “Las calles están llenas de muertos. Cada día me entero de que han matado a alguien cercano y con la mayoría de amigos y familiares no puedo contactar... No sabemos si todavía estaremos vivos la próxima hora”, dice Elemare. Y remarca que, a sus 56 años, después de haber sobrevivido a las cuatro guerras que ha sufrido la Franja, nunca había visto una situación tan terrible. “¡América ha enviado un portaaviones! Nadie sabe qué va a pasar. ¿Qué será de nosotros?”

La ciudad de Gaza sufre ataques aéreos israelíes.
Un palestino se sienta en las ruinas de un edificio destruido en los ataques israelíes, en Rafah, en el sur de la franja de Gaza.

Volver a una casa amenazada de bombardeo

Amjad Shawa, director de la red de ONGs palestinas (PNGO), también se marchó de su casa al enterarse de que el ejército israelí había enviado el aviso de bombardeo a un edificio vecino. Como casi 350.000 palestinos de la Franja salió a la calle, intentando buscar un sitio seguro. “Estaba lleno de mujeres, criaturas, personas discapacitadas… La gente busca protegerse bajo la bandera de la ONU, y otros acuden a casas de amigos o familiares, donde comparten el poco pan que tienen”, explica en un mensaje de voz. “Hay bombardeos constantes en toda la Franja: barrios enteros reducidos a escombros. Esta ofensiva macabra contra civiles debe detenerse ya. Y necesitamos un corredor humanitario para que nos llegue comida, agua, medicamentos…”, reclama.

Al darse cuenta de que no había ningún sitio seguro, decidieron volver a casa y que pasara lo que tuviera que pasar: su madre es una anciana y necesitaba un lugar mínimamente confortable. Es difícil imaginar qué les debió pasar por la cabeza cuando abrieron la puerta para volver a un hogar que saben directamente amenazado.

Shawa todavía tiene ánimo para pensar en el futuro, quizás no en el suyo, pero sí en el de los jóvenes. "En Gaza tenemos una juventud brillante, que necesita oportunidades y un futuro, que hay que quedar aquí para reconstruirlo todo, porque seguimos creyendo en la libertad, y la justicia y los derechos humanos. Y eso no debemos perderlo. . Miles de estos jóvenes han muerto en el Mediterráneo buscando una vida mejor". Un 65% de la población de Gaza depende de la ayuda humanitaria. Las criaturas crecen en estas condiciones: toda una generación que sólo ha vivido el sitio.

Plestia Alaqad es una joven reportera gazatina que estos días explica lo que puede desde su cuenta de Instagram. “Intentamos ir al barrio de Al-Karama a cubrir un bombardeo, pero no pudimos porque las calles estaban llenas de escombros. Una bomba cayó muy cerca y no podíamos escondernos a ninguna parte", dice en un vídeo grabado desde un hospital. "Lanzan bombas de fósforo blanco [un arma química incendiaria] en todas partes. No tenemos internet. Estamos desconectados del mundo”.

Israel no permite la entrada de prensa internacional en Gaza y pronto los periodistas que están dentro no tendrán luz ni internet para seguir enviando estos mensajes. El mundo será ciego y sordo en la masacre que ya está en marcha.

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