Los antiguos feudos de Estado Islámico, claves para la paz en la nueva Siria
A pesar de la pérdida de territorio durante la guerra civil, quedan células durmientes del Daiex activas en torno a Raqqa y Kobane
Kobane (Siria)El temible ruido de un avión de combate desquicia la noche en la ciudad de Raqqa. Un vehículo blindado de transporte de tropas de procedencia estadounidense avanza en dirección contraria a la nuestra. Es uno de los que utilizaron las tropas kurdas para recuperar la ciudad cuando estaba bajo el control del Estado Islámico (EI). El monstruo de acero hace sonar una sirena atronadora mientras ilumina con un potente foco las tinieblas de la ciudad. Cuando se aleja y la ciudad vuelve a quedar a oscuras da miedo. Los esqueletos de los edificios destruidos durante la guerra contra el EI, mezclados con estructuras nuevas aún por terminar, se vislumbran con la poca luz de la luna que marca las siluetas de forma tétrica. En una avenida, hay varios todoterrenos con hombres con pasamontañas y sin uniforme. Levantan las armas cuando ven el único coche que pasa por las calles durante el toque de queda, que comienza cuando se pone el sol y termina al amanecer. "¿Quién sois?", preguntan airados. Nuestro traductor les explica que somos periodistas extranjeros y nos dirigimos a nuestro hotel. Entonces nos dejan avanzar.
Cuando llega el amanecer, el tráfico reaviva la ciudad. Los comercios levantan las persianas y los atascos y los claxons sonando todos a la vez recuerdan a la Raqqa de antes de la guerra. La diferencia es que ahora está llena de check points y que los sitios que antes utilizaba el Estado Islámico como prisiones y centros de tortura, ahora son pequeños campos de refugiados y centros de distribución de comida para los desplazados.
En una escuela convertida en centro de refugiados el Bashir, responsable de una ONG local, nos dice: "Somos un grupo de civiles, la gente educada de Raqqa que ayuda a los demás". veintena de personas en la cocina preparando la comida que se repartirá por varias escuelas. Ahmed es el responsable de una de las furgonetas de reparto, que seguimos hasta una de las escuelas. El Bashir abre la puerta corredera de la furgoneta que da acceso a una enorme olla que ocupa la parte central del vehículo y que contiene arroz y un poco de carne. platos de la gente que se agolpa para recibir su única comida diaria. "Cada día es así", nos dice Ahmed.
En la única iglesia ahora reconstruida en Raqqa nos encontramos con Andre, el jefe de Médicos Sin Fronteras (MFS) en la zona. la cruz. Ahora la utilizamos como cuartel", nos dice señalando una pintura al óleo que cuelga de una de las paredes, donde aparece la iglesia semidestruida. "Hay muchas células durmientes del EI activas en Raqqa, por eso estamos repartidos por diferentes casas", nos confirma Andre. Raqqa será sin duda uno de los enclaves que más debate generará en la mesa de negociaciones , y aún no está claro en manos de quién quedará su futuro.
Al día siguiente nos dirigimos a Kobane pasando por Ain Issa, donde el antiguo campo de refugiados ha desaparecido y la pequeña población ha sido evacuada casi en su totalidad. ciudad fronteriza con Turquía y la primera importante que fue recuperada de manos del Estado Islámico por las fuerzas kurdas que recibían el apoyo de Estados Unidos.
"Puedes pasar por la puerta de la bandera con el coche, pero no detenerte porque pueden dispararte", nos dice un vigilante kurdo. Se refiere a la puerta metálica que une la frontera entre Turquía y Rojava (nombre con el que también se conoce al Kurdistán sirio) y desde donde se ve una gran bandera turca.
Kobane es otra de las ciudades estratégicas por cuyo control todavía se lucha y cuyo futuro también es incierto. De hecho, Kobane está medio vacía. Muchos de sus habitantes han dejado atrás la ciudad. "Sufrimos cerca de 20 bombardeos diarios", nos dice Salah, el jefe de Asayish (policía) en Kobane. "Además, hay células del EI activas, no en la ciudad, pero sí alrededor", advierte. Nos recibe en un sótano lejos del peligro de los drones. "Si desea irse hoy, no puede viajar de noche, no es seguro", sentencia cuando nos despedimos.
Cerca de Kobane hay varias decenas de refugiados de Afrin, que ahora intentan salir de la ciudad que los acogía, mientras los funerales se suceden a diario. Hoy son ocho los soldados asesinados por drones turcos. El cementerio principal de Kobane es donde tendrá lugar la ceremonia. De lejos, una furgoneta con música y consignas y ocho ambulancias que le siguen con las sirenas conectadas. En el interior de cada una está la mujer, la madre y las hijas de los soldados gritando desconsoladamente por su pérdida. Una vez que las ambulancias se paran a la entrada del cementerio, un grupo de hombres aparecen de la nada y cargan los féretros a través de la avenida que da lugar a un púlpito donde se depositan los ocho féretros y tiene lugar la ceremonia . En ese momento se desata el dolor de los familiares, que gritan y lloran.
El futuro sirio plantea muchas rendijas, pero sin duda pasará por las negaciones de paz –o de guerra– por el control de Raqqa, de Kobane y de las cárceles donde están encarcelados más de 3.000 miembros del Estado Islámico, además de los campos de Al-Roj y de Al-Hawl donde están encerradas sus mujeres y familiares, así como 25.000 niños y adolescentes.