Próximo Oriente

Las heridas de la invasión de Irak todavía sangran 20 años después

La ocupación dejó un rastro de muerte, destrucción, inestabilidad y desorden global

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El primer ministro británico Tony Blair, el presidente de los Estats Units George W. Bush y el español José Maria Aznar, en la isla portuguesa de las Azores.

BarcelonaDespués de hacerse la foto de las Azores con el presidente español José María Aznar y el primer ministro británico Tony Blair, el estadounidense George W. Bush ordenaba la noche del 19 al 20 de marzo del 2003 invadir Irak para derrocar el régimen de Saddam Hussein. Seis semanas más tarde se plantaba en un portaaviones para proclamar “Misión cumplida” y el final de las operaciones de combate. Pero aquella invasión, ilegal según el derecho internacional y sin el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU, desencadenó una guerra asimétrica que duró ocho años y dejó un país fallido. Más allá de Irak, las repercusiones fueron globales: sin nadie que le pudiera hacer sombra, Washington había impuesto la ley del más fuerte. 

Todavía no sabemos cuántos muertos dejó aquella guerra. El proyecto Iraq Body Count habla de 288.000 bajas, el New England Journal of Medicine de 151.000 y The Lancet de 650.000. Sea como sea, cifras monstruosas. 

Una mujer con su hijo herido por la explosión de un coche bombea en Bagdad, en 2003.

'Fake news' y una guerra ilegal

La Casa Blanca justificó la invasión con dos mentiras: que el régimen de Saddam tenía armas de destrucción masiva y que estaba implicado en los ataques de Al-Qaeda del 11-S en Estados Unidos. Las fake news más mortíferas del siglo XXI, al menos hasta ahora.

Enrique Ayala, el último general español en salir de Irak cuando el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero hizo efectiva la retirada que había prometido en la campaña electoral del 2004, explica al ARA cuáles fueron las motivaciones reales de la invasión. “No creo que nadie bien informado creyera que en Irak había armas de destrucción masiva. Ni tampoco que un gobierno laico como el de Saddam diera cobertura al terrorismo yihadista: todo fueron excusas. La motivación real eran dos intereses geopolíticos muy importantes: el control del petróleo y la protección del Estado de Israel”. Sobre el petróleo aclara que “no se trataba de quedárselo, porque la invasión salió mucho más cara que comprarlo, sino de controlar el mercado, para que los enormes recursos energéticos de Irak no fueran a parar a potencias rivales como China y también para que Bagdad no vendiera el crudo en euros como había anunciado que haría”. Y sobre el segundo objetivo, aclara que “lo que se pretendía era neutralizar uno de los pocos gobiernos suníes que todavía era hostil a Israel”. Hablando en plata, el exmilitar, hoy investigador de la Fundación Alternativas, sentencia que por todo ello “el Irak de Saddam Hussein era un grano en el culo para Estados Unidos”. 

Collin Powell enseñando a la ONU un bote que pretendidamente contenía ántrax.

Según el general retirado, “Aznar se sumó a la invasión solo porque quería protagonismo internacional fuera de la UE”. España, igual que el Reino Unido, Polonia y Portugal, se ponía del lado de Estados Unidos y se alejaba de la Vieja Europa: Alemania y Francia no secundaban la aventura del Pentágono. El secretario de Estado de EE.UU., Colin Powell, y Blair reconocieron posteriormente que las supuestas armas de destrucción masiva no existían. Aznar no lo ha reconocido nunca.

El orden liberal cuestionado

La invasión de Irak y sus consecuencias van más allá de la terrible destrucción del país y continúan hoy, doce años después de que Barack Obama ordenara la retirada total de las tropas norteamericanas del país. “La guerra de Irak fue ilegal e ilegítima, y fue una nueva agresión de Estados Unidos en un país árabe. La pregunta es para qué ha servido esta guerra: se derrocó el régimen de Saddam y hoy Irak es un estado fallido”, explica Antoni Segura, presidente del Cidob y autor de Irak en la encrucijada (RBA 2003).

“El principal problema es la falta de credibilidad en el mundo de los valores que adoptó Occidente después de la Segunda Guerra Mundial. Porque ha quedado muy claro que la democracia, los derechos humanos y las libertades se han convertido en valores de consumo interno que Estados Unidos y Europa no aplican con el resto del mundo”, dice el experto. 

Doble vara de medir

Para Segura, esto ha llegado hasta la guerra de Ucrania, donde se ha evidenciado el descontento con este orden liberal “porque solo está hecho para beneficiar a Occidente”. Hace tres semanas, 32 países se abstuvieron en la votación de la Asamblea General de la ONU que condenaba la invasión rusa, entre los cuales China, la India, Suráfrica, Argelia y Pakistán. “No son países que apoyen la agresión rusa, sino que saben que el orden liberal los perjudica”, sostiene. Se refiere al orden de las cinco potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU o del voto ponderado en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. “La democracia está bien cuando conviene a Occidente y si no no cuenta”, recuerda el historiador.

Y la historia del siglo XX está llena de ejemplos: el golpe de estado en Argelia para evitar la victoria electoral del Frente Islámico de Salvación, el bloqueo de la franja de Gaza después del triunfo de Hamás en las elecciones, o el apoyo al golpe de estado del mariscal Al-Sisi contra los Hermanos Musulmanes en Egipto… “La sensación en el Sur Global es que hay unos valores que solo se aplican en determinadas circunstancias”, dice Segura. Pasa lo mismo con las resoluciones de la ONU contra Israel, que no se han cumplido nunca.

Las enormes movilizaciones en las calles contra la guerra, de Nueva York al Cairo, fueron ignoradas -Bush padre dijo que “la política de seguridad de EE.UU. no puede depender de si sale mucha o poca gente a la calle en Barcelona"- pero a la vez fueron unas de las primeras expresiones de un movimiento global que después se ha visto solo con el feminismo o la lucha contra la emergencia climática. 

Manifestación contra la guerra de Irak en Barcelona en 2003

Sin gendarme mundial

La invasión de Irak también puso en evidencia los límites del poder de Estados Unidos como gran superpotencia después de la descomposición de la URSS. Las dos aventuras militares de George W. Bush se acabaron mal para los intereses estadounidenses: la invasión de Afganistán del 2001 con una humillante retirada veinte años después y el regreso de los talibanes, y la de Irak con otra retirada que dio más aire a un país enemigo, Irán.

“Fue un efecto bumerán: si lo que se pretendía era aumentar el peso de Estados Unidos en el golfo Pérsico, lo que ha pasado es lo contrario”, apunta Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de estudios árabes de la Universidad Complutense de Madrid, que añade: “El gran beneficiado de la caída de los talibanes y de Saddam Hussein es Irán, que ha iniciado una escalada militar en la región”. 

Familias huyendo del Estado Islámico en Mossul, Irak.

Violencia y sectarismo

Tampoco se puede decir que el mundo sea un lugar más seguro después de estas intervenciones. “De un estado policial se pasó al caos absoluto, y esto es el contexto ideal para el surgimiento de grupos yihadistas. En el caso de Irak, sobre la marginación absoluta del 20% de la población suní después de la caída del régimen y la destrucción total de las infraestructuras básicas del país”.

Ahí se rehicieron las diferentes facciones de Al-Qaeda y más tarde Irak sería la cuna del Estado Islámico. “La invasión de Irak dio pie a la inestabilidad y la sectarización de la región. Y es una herida que continúa abierta”.  

Cronología de 30 años de intervención

1991

Estados Unidos ataca Irak después de que el régimen de Saddam Hussein invadiera Kuwait. La guerra acaba con 223 bajas aliadas y 150.000 iraquíes, la mayoría militares.

Marzo de 2003

Dos años después de invadir Afganistán como represalia por los atentados del 11-S del 2001, Estados Unidos invade Irak con el pretexto de que el régimen de Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva.

Diciembre de 2003

Las tropas norteamericanas capturan a Saddam Hussein, que se había escondido cerca de Tikrit.

Abril de 2004

Las imágenes de soldados estadounidenses vejando a prisioneros iraquíes en la prisión de Abu Graib desencadenan un escándalo internacional.

Abril-Agost de 2004

El clérigo chiita Mukhtada al-Saddar llama a echar a las tropas extranjeras de Irak y estalla la insurgencia.

Enero de 2005

Elecciones bajo la ocupación norteamericana: chiitas y curdos ganan la mayoría en el Parlamento y los partidos suníes las boicotean.

30 de diciembre de 2005

Saddam Hussein es condenado a muerte y colgado en la horca.

Enero de 2007

El presidente George W. Bush ordena enviar a 30.000 soldados más a Irak para intentar controlar la situación.

Noviembre de 2008

Barack Obama gana las elecciones en Estados Unidos con la promesa de retirarse de Irak.

Diciembre de 2011

Las tropas norteamericanas se retiran de Irak y entregan la seguridad al ejército y la policía.

2014

Surge el Estado Islámico a partir de una escisión de Al-Qaeda. Sin casi resistencia, ocupan Fallujah, Mosul, Tikrit y Ramadi. El gobierno de Bagdad pide el regreso de las tropas de Estados Unidos.

Julio de 2016

El informe Chilcot sobre la responsabilidad del Reino Unido en la guerra demuestra que el primer ministro británico Tony Blair ya se había comprometido a apoyar la invasión en julio del 2002 y que no había certezas sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak.

2019

El Estado Islámico es derrotado en el frente militar. Crecen las protestas en el país contra la corrupción en el gobierno.

Enero de 2020

El entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordena el ataque con drones en el aeropuerto de Bagdad para asesinar al general Qassim Soleimani, jefe de la Guardia Revolucionaria Iraní, que había ganado influencia en Irak desde la retirada norteamericana.

Marzo de 2023

Unos 2.500 soldados estadoncontinúan en Irak

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