Israel castiga a Cisjordania y la bloquea: "No podemos ir a ninguna parte"
La población se abastece de comida mientras crecen los enfrentamientos con soldados, que ya han matado a 25 palestinos
BarcelonaLa dramática situación en Gaza, donde los bombardeos israelíes han dejado ya más de 1.000 muertos y 5.200 heridos, ha centrado en los últimos cinco días la atención mediática de la guerra. La respuesta de Israel tras el ataque de Hamás del sábado, sin embargo, también ha tenido su réplica en la Cisjordania ocupada, foco de tensión del último año –con récord de muertes palestinas, más de 200– hasta que Hamás lanzó el pasado sábado su ataque. El ejército ha bloqueado los accesos a todos los pueblos y ciudades del territorio, aislando totalmente a las poblaciones entre sí, y ha cerrado la frontera con Jordania, la única puerta de entrada y salida para la mayoría de la población. La acción, que los palestinos leen como un castigo colectivo, llega mientras Israel acelera los preparativos para la invasión terrestre de Gaza.
"Nos han sometido a todos a un asedio y no podemos ir a ninguna parte. Todas las entradas y salidas de las poblaciones en Cisjordania están cerradas", explica al ARA en conversación telefónica Juana Ruiz, española residente en Palestina desde hace casi 40 años y ahora vecina de Beit Sahour, a unos 13 kilómetros de Jerusalén. "Los 650 check points [puntos de control] del ejército israelí están totalmente bloqueados por soldados israelíes, que impiden que los palestinos podamos cruzar, y se han puesto barreras de cemento en las carreteras para impedir la circulación", atestigua también a este medio Baha Hilo, educador y activista en la misma población donde vive Ruiz, junto a Belén.
Ansiedad, preocupación y miedo son algunos de los sentimientos que se repiten entre los palestinos contactados sobre el terreno. El cierre empezó el domingo, al día siguiente del ataque de Hamás, y por ahora no hay previsión para su levantamiento. "La gente está reuniendo provisiones porque prevé que va a ser un castigo largo", explica Ruiz. Ella misma ha ido a comprar en los últimos días aceite, arroz, legumbres, harina y varias latas de conservas frente al riesgo de que haya desabastecimiento. Y no sólo de comida. Una trabajadora de la ONG Health Work Committees (HWC), que provee asistencia sanitaria a la población ocupada, explica por teléfono desde Ramala que les preocupa que pronto falten medicamentos. "Muchos empleados de la organización tienen problemas para llegar a los centros médicos", añade.
"Ahora mismo el ejército israelí puede matar a cualquiera"
En los últimos meses Israel había centrado sus esfuerzos de inteligencia y militares en la represión de los nuevos grupos de combatientes jóvenes que operan desde poblaciones como Nablus y Jenín, uno de los motivos por los que se especula que no se previó el ataque desde Gaza. El asedio actual, pues, puede leerse como una acción preventiva para intentar minimizar la reacción a la matanza sobre Gaza. En los últimos días, de hecho, se han multiplicado los enfrentamientos con soldados en varios puntos de control, con un balance de hasta 25 fallecidos palestinos desde el sábado. Este mismo martes la policía mató a tiros a dos jóvenes que, según los agentes, les lanzaron piedras y fuegos artificiales a Jerusalén Este. "La sensación y el miedo en estos momentos es que el ejército israelí puede matar a cualquiera", afirma la trabajadora de la ONG.
Hilo denuncia que esta situación forma parte de la "mentalidad israelí": "Para que los israelíes estén seguros, es necesario que todos los palestinos estemos en peligro", afirma. La incógnita de hasta dónde llegará la represión y de si también habrá un levantamiento en Cisjordania en paralelo a la ofensiva desde Gaza se resolverá en los próximos días y semanas. Por el momento, las voces contactadas coinciden en que todavía están "en choque", tanto por la acción a gran escala de Hamás –que no se esperaban– como por la respuesta de Israel y el apoyo que el estado judío está recibiendo de la comunidad internacional. "Estamos viendo la unidad del mundo occidental en apoyo de un régimen de apartheid que mantiene su brutalidad contra una población sitiada", lamenta Hilo. "Lo que está ocurriendo es superior a todo lo que he visto en los últimos 40 años", dice Ruiz. "No sabemos qué va a pasar", añade la empleada de HWC.
Junto con la incertidumbre, en Cisjordania también predomina el dolor por lo que ocurre en Gaza. En un edificio gubernamental de Ramala se ha improvisado un campo de refugiados para trabajadores de la Franja que trabajaban ahora en Israel –con una autorización especial– pero que fueron expulsados tras el ataque del sábado. Hay cerca de 370, según ha informado la cadena Al Jazeera, y las historias que cuentan hablan de decenas de familiares y amigos muertos. Ruiz vivió durante 6 años en el barrio de Rimal de Gaza, que ahora ha quedado arrasado por la aviación israelí, y todavía conserva amigos. En los últimos días ha contactado varias veces y la respuesta hasta ahora, afortunadamente, siempre ha sido la misma: "Aún estamos vivos".