Guerra

¿Por qué Israel ha sido el país que ha recibido más ayuda militar de Estados Unidos?

La ayuda de Washington, clave para sus intereses en Oriente Próximo, ha convertido el país de Netanyahu en la 18ª potencia militar del mundo

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El cartel con el que Israel da las gracias al presidente Biden

Washington"Puede que sea lo suficientemente fuerte como para defenderse, pero mientras existan los Estados Unidos nunca más lo tendrá que hacer". Son palabras del jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, en una comparecencia en Tel-Aviv este jueves con el primer ministro Benjamin Netanyahu. Su viaje, cinco días después del brutal ataque de Hamás, es el último episodio de 75 años de apoyo inequívoco de Washington a su preciado aliado, el primer receptor de ayuda militar estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial.

El 14 de mayo de 1948, once minutos después de que David Ben Gurion declarara Israel como una nación independiente, EE.UU. se convirtió, por iniciativa de Harry Truman, en el primer país en reconocer al estado judío. Fue el nacimiento de una relación de simbiosis que llega hasta nuestros días, que ha hecho de Israel la 18ª potencia militar del mundo, a pesar de situarse en el puesto 149 en superficie y el 93 en población.

75 años de blindaje estadounidense

El apoyo a Israel genera un gran consenso entre demócratas y republicanos, como suele ocurrir con la política exterior. Se origina en el contexto de Guerra Fría, en que Oriente Medio se convirtió en escenario de disputa. La región ya había servido durante siglos como una encrucijada entre civilizaciones, pero los recientes descubrimientos de reservas de petróleo, la importancia del canal de Suez y el creciente lobi judío en EE.UU. catapultaron el interés de Washington por forjar una alianza con Israel.

Con el paso de los años, y especialmente después de la Guerra de los Seis Días –cuando en 1967 Israel ocupó Cisjordania, Gaza, el este de Jerusalén, los altos del Golán sirios y el Sinaí egipcio–, EE.UU. se ha asegurado un papel en la región a base de blindar al país. Un año después de la guerra, el Congreso aprobó la venta de dos aviones de combate a Israel, precedente de una nueva doctrina en Oriente Medio: asegurar que Tel-Aviv tendría una ventaja militar sobre sus vecinos.

La alianza se reforzó durante la Guerra del Yom Kipur (1973), cuando una coalición de países árabes, liderados por Egipto y Siria, y con el apoyo de la URSS, atacó los territorios ocupados por Israel. El Pentágono reaccionó con un puente aéreo de 22.000 toneladas de armamento, 40 aviones de combate y aviones con suministros. Desde entonces, se han sucedido una serie de Acuerdos de Cooperación Estratégica, el primero en 1981, por los que EE.UU. proporciona armas sofisticadas y financiación militar. Unas aportaciones que, acumuladas, superan ya los 150.000 millones de dólares. Israel no es miembro de la OTAN ni tiene un tratado de defensa con Washington, pero está designado como un “importante aliado fuera de la OTAN”, lo que le da beneficios: una estrecha cooperación entre la CIA y el Mosad y condiciones favorables en los acuerdos bilaterales. El último gran paquete de ayuda militar fue aprobado en 2016, cuando el Congreso comprometió 38.000 millones de dólares hasta 2028.

El giro de Biden: de las críticas al apoyo total

La relación entre Washington y Tel-Aviv ha sufrido altibajos en tres cuartos de siglo, pero siempre se ha mantenido firme. El último ejemplo lo hemos encontrado a raíz de la formación del gobierno ultraortodoxo de Netanyahu, que Biden calificó de "uno de los gabinetes más extremistas de la historia". Entre los motivos, la polémica reforma judicial, que ha sumido al país en protestas multitudinarias, y los planes para expandir asentamientos en Cisjordania. Fruto de las desavenencias, este año se ha producido una anomalía histórica: Netanyahu es el primer jefe de gobierno israelí desde 1969 que no visita la Casa Blanca en los primeros meses de gobierno.

Todo ello cambió el pasado sábado. El ataque de Hamás provocó la reacción inmediata de Washington, que se ha volcado en el apoyo a Israel. Desde entonces, la línea de comunicación entre los dos gobiernos está más activa que nunca y Biden y Netanyahu se han llamado ya cuatro veces en cinco días. En cuanto a la asistencia militar, se ha centrado en el abastecimiento de municiones para la Cúpula de Hierro, destructores, aviones de combate y el mayor portaaviones del mundo, el USS Gerald Ford.

Washington se ha comprometido a seguir aumentando el apoyo mientras dure la guerra. De momento, podrá seguir financiándolo con las disposiciones aprobadas en el Congreso. Pero si quiere ayuda adicional, tendrá que superar la parálisis que domina la cámara baja, sin presidente desde la destitución del republicano Kevin McCarthy a manos de su partido.

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