Reunión histórica: Trump se encuentra con el presidente de Siria tras anunciar el fin de las sanciones
Estados Unidos y Qatar acuerdan una "potencial inversión" de 38.000 millones de dólares en defensa y seguridad
BeirutEl presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha reunido este miércoles con el presidente interino de Siria, Ahmed al-Sharaa, durante más de media hora después de que ayer anunciara el levantamiento de todas las sanciones al nuevo gobierno de Damasco para darle "una oportunidad para crecer". Sobre las alfombras infinitas del Palacio Real de Riad, tejidas a mano con motivos geométricos que evocan la solemnidad del poder, Trump y Al Sharaa, acompañados del príncipe heredero y líder de facto de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, han puesto juntos para la prensa en una imagen muy estudiada y cargada de simbolismo.
Trump mostraba una amplia sonrisa y las manos abiertas en un gesto de acogida; Bin Salman llevaba su vestimenta blanca impecable cubierta por una túnica marrón ligera, con expresión contenida, en un intento por ejercer de mediador en un momento de redefinición de las alianzas en Oriente Próximo. Al Sharaa, el hombre que durante años lideró la insurgencia islamista en Siria, lucía un traje oscuro y una corbata sobria que le presentaban como jefe de estado y nuevo actor en el juego político de la región.
La escena se ha producido durante el segundo día de la visita de Trump a Arabia Saudita, después de que, durante su intervención en el Future Investment Forum del día anterior, anunciara el levantamiento de las sanciones en Siria y declarara el inicio de "un nuevo capítulo lleno de oportunidades". No hizo menciones explícitas al pasado de Ahmed al Sharaa como líder de Hayat Tahrir al Sham (HTS), la exfilial siria de Al Qaeda, ni al papel estadounidense en años de bombardeos y sanciones, pero dejó claro que el pragmatismo vuelve a imponerse sobre los antiguos principios.
Acercamiento a Israel
Sin embargo, este gesto simbólico no llega sin exigencias. Washington espera del nuevo liderazgo sirio avances concretos hacia la normalización con Israel y una mayor cooperación en materia de seguridad. En la reunión, con la presencia de Bin Salman y la participación telemática del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, Trump ha dicho a Al Sharaa que tenía "una oportunidad histórica" para transformar su país y le ha instado a sumarse al marco de los Acuerdos de Abraham. También le ha pedido asumir el control de los centros de detención del Estado Islámico en el noreste de Siria, deportar combatientes palestinos y colaborar en la prevención de un nuevo auge yihadista.
Al Sharaa, que se reunió con Emmanuel Macron en París el mes pasado, ha agradecido el levantamiento de las sanciones y ha subrayado que su país busca atraer inversión extranjera, recuperar servicios básicos y reintegrarse al circuito económico regional. En declaraciones recogidas por medios árabes, confirmó que Siria inició contactos indirectos con Israel y expresó su disposición a "explorar con seriedad" una vía diplomática que reduzca tensiones de décadas. "Nuestro compromiso es con la estabilidad de Siria y de la región", aseguró, en un tono que marca un giro frente al discurso intransigente de etapas anteriores. Según el congresista estadounidense Cory Mills, que se reunió días antes de la cumbre, Al Sharaa estaría dispuesto a considerar una futura adhesión a los Acuerdos de Abraham si se garantizan ciertas condiciones de seguridad en el sur del país.
Aunque por ahora los movimientos son cautelosos, lo que se ha proyectado en Riad ha sido la imagen de un líder pragmático, que busca reposicionarse como interlocutor válido en un escenario regional atravesado por nuevas alianzas y por la fatiga de más de una década de guerra.
Dudas sobre los detalles
Sin embargo, más allá de los gestos y las palabras, los retos para Siria siguen siendo descomunales. La reconstrucción de ciudades enteras, el desminado de amplias regiones rurales, el restablecimiento de servicios básicos y la vuelta de los millones de refugiados que huyeron durante más de una década de conflicto conforman una lista de tareas que ningún gesto diplomático puede resolver inmediatamente.
Siria ha vivido bajo las sanciones de Estados Unidos desde 1979, aunque éstas se relajaron cuando Damasco colaboró con Estados Unidos en la primera Guerra del Golfo contra el régimen de Sadam Husein. La mayoría de la población, que es muy joven, ha vivido siempre bajo algún régimen de sanciones estadounidenses. Sin embargo, no queda claro cómo se levantarán las restricciones: algunas dependen sólo de una orden ejecutiva del presidente, pero otras que están bajo la llamada ley Cesar –por el fotógrafo que reveló decenas de miles de imágenes de las torturas en las cárceles del régimen– necesitan un trámite más complejo.
Varias organizaciones internacionales han advertido que el levantamiento de sanciones debe ir acompañado de garantías concretas en materia de derechos humanos, justicia y transparencia en el uso de fondos. Además, el pasado de Al Sharaa genera recelo en múltiples capitales occidentales, que piden garantías de que la transición siria no derivará en una nueva forma de autoritarismo. Por ahora, el pragmatismo saudí y estadounidense parece haber pasado por alto este debate, centrando sus esfuerzos en la contención de Irán y en la apertura de nuevos mercados. De hecho, en una conversación con los periodistas que le acompañan en el avión presidencial, Trump ha descrito al nuevo presidente sirio como "un tío joven, guapo y fuerte, con un pasado fuerte, muy fuerte; un luchador".
La imagen de Riad quedará como un hito diplomático difícil de ignorar. Tres hombres que durante años estuvieron en lados opuestos de la ecuación siria, ahora apuestan por una reconciliación tanto política como económica. Mientras en Damasco los medios estatales hablaban de una victoria histórica y en Washington los analistas debatían el coste moral de la decisión, miles de sirios seguían esperando noticias más concretas sobre su regreso a casa, si habrá trabajo y si la paz será real, esta vez.
Acuerdo con Qatar
La cita en Riad forma parte de una gira más amplia de Donald Trump por Oriente Próximo, que busca reposicionar a Estados Unidos como garante de estabilidad y actor económico clave en la región. Tras Arabia Saudí, el presidente ha viajado a Qatar. Arabia Saudí ha desplegado todo el apoyo a Donald Trump, y se espera que Doha siga el mismo camino. Sin embargo, su visita al reino qatarí estará marcada por un escándalo que crece en Washington: la oposición demócrata le acusa de haber recibido "el mayor soborno extranjero de la historia reciente", tras aceptar un Boeing 747-8 de la familia real qatarí como sustituto temporal de su avión.
La reunión en Doha entre Trump y el emir Tamim bin Hamad al Thani ha servido para que EEUU y Qatar hayan firmado un acuerdo de intenciones para una "potencial inversión" de 38.000 millones de dólares en defensa y seguridad marítima para el país del golf, según ha informado la Casa Blanca. Este anuncio se suma al de este martes desde Riad, cuando Washington anunció que Arabia Saudí se ha comprometido a invertir 600.000 millones de dólares en EEUU, de los que destinará 142.000 a "la mayor compra de armas de la historia".