Selfies con kalashnikov en la nueva Siria post Al Asad
Los rebeldes sirios que tumbaron la dictadura tienen aura de estrella de rock en Damasco


Enviado especial a Damasco (Siria)¿ ¿Cuántos likes ¿de Instagram ganas si publicas una foto sujetando a un kaláshnikov?
Ayer, en la nueva Siria, era imposible obviar el postureo. En la mezquita de los Omeyas, en el centro histórico de Damasco, abundaban estampas irracionales.
"Vertical, vertical, vertical", decía una chica adolescente a su amiga. La foto debía ser vertical. La foto era histórica: tenía en sus manos el fusil de uno de los rebeldes sirios que han tumbado el régimen eterno de los Al Asad. Mientras sujetaba el kalashnikov, la chica sacaba culo y labios. Consumada la foto, las amigas intercambiaban los papeles. Y el kalashnikov. Y la foto vertical. Las fotos verticales son las que mejor se adaptan al formato stories de Instagram.
El miliciano propietario del fusil tenía aura de estrella de rock. Todos los rebeldes sirios que ahora controlan Siria tenían ayer en Damasco aura de estrella de rock. Los padres les entregaban las criaturas en brazos. Foto. Las criaturas cogían los fusiles de los milicianos. Foto. Los niños besaban a los milicianos. Foto. Algunos niños iban disfrazados de milicianos. Foto.
Los milicianos se hacían selfies con todo el que quisiera.
–¿Quieres tomarte una foto? –me preguntaba un rebelde sirio.
La foto se lo hacía yo a él.
–¿Dónde saldrá esta foto?
–En un diario de Barcelona.
–Oh, Barcelona. España. Bienvenidos a Siria.
Ayer era viernes, día sagrado para el islam. Era el primer viernes después del fin de los Asad. La sagrada oración que se hizo en la sagrada mezquita de los Omeyas, la más sagrada de Damasco, se convirtió en la presentación al pueblo del nuevo gobierno sirio. Más que un acto religioso, era un acto político. La fe era la misma. La euforia rozaba el éxtasis.
Los rebeldes, fundamentalistas vinculados a Al Qaeda que generan dudas por su pasado, prometen construir un país para todos.
"Estamos muy contentos, estamos muy contentos", decía en inglés un joven sirio que lo grababa todo con el móvil.
–¿Confías en los rebeldes de HTS?
–Sí. Ellos han echado al asesino de Al Asad.
–¿Cómo será el futuro de Siria?
–Mejor que con el asesino de Al Asad.
Ésta era la puerta directa al amor incondicional de los sirios. Después de más de cincuenta años de dictadura sanguinaria, la mayoría de población sólo tenía un deseo: que alguien los liberara de los Asad. Éste alguien han sido los milicianos de HTS. Éste alguien pudo ser otro y, probablemente, el paisaje de amor de ayer en Damasco habría sido el mismo.
Volvemos al éxtasis. Dos milicianos, vestidos de camuflaje, habían subido al techo de un vehículo para dar indicaciones a la multitud. La multitud -una ola humana que inundaba las calles adyacentes a la mezquita- les aclamaba. Ellos levantaban los brazos y animaban a la gente a cantar. Los lemas más repetidos: Dios es el mayor y Asad, te queremos muerto. Disparos al aire como señal de victoria y celebración. En teoría, los tienen prohibidos después de que, en los primeros días de tomar Damasco, balas perdidas dejaran víctimas. Un hombre entregaba a un bebé en los brazos de un miliciano. El miliciano dejaba al kalashnikov y elevaba al bebé al cielo sirio.
Triunfa la pintura blanca
En las redes sociales sirias se reiteran estos días imágenes de violencia contra los restos de la dinastía.
Ayer se hacía viral el vídeo de un miliciano orinando sobre la tumba del padre de Bashar el Asad, Hafiz al-Assad. Esta tumba había sido saqueada e incendiada dos días antes. o Uzbekistán– siguen durmiendo en el palacio presidencial que Bashar tuvo que abandonar con prisas. los milicianos encontraron una taza de café a medio beber. El último café antes de la huida en la Rusia de Vladimir Putin. color de moda en Siria. Invertir en pintura blanca en ciudades como Damasco es ahora una apuesta ganadora.
Al Asad, como todos los dictadores, tenía sus neuras con los colores. No llegaba al nivel de exquisitez del dictador del Turkmenistán –también amigo de Putin–, que sufría una filia especial con el blanco y debía teñirlo todo de ese color. En Turkmenistán, su país, casi todo es blanco. Los edificios, los coches y, sobre todo, los caballos. Bashar el Asad, en cambio, se obsesionó con tatuar a todo Damasco con la bandera siria. Durante los últimos años del régimen, aconsejaba en los establecimientos pintar las persianas con la bandera siria. Pero Al Asad ha terminado. Su bandera también. En Siria, ahora ondea la de los rebeldes, que sustituye la franja superior roja por una verde.
Por eso, en los últimos días en Damasco es fácil ver hombres borrando los colores de Al Asad y pintando de blanco las persianas de sus establecimientos. Se están liberando.
"Nunca habría dicho que el régimen de los Asad caería de forma tan ridícula", decía con cierta sorna uno de los hombres que pinta su tienda. Tiene unos 50 años y prefería no darle nombre.
–¿Qué quiere decir?
–Huyó como un cobarde, engañando a su equipo más íntimo.
La agencia Reuters explicaba ayer, citando fuentes presentes en los acontecimientos, que horas antes de huir a Bashar el Asad aseguró en una reunión con unos 30 comandantes del ejército y de seguridad del ministerio de Defensa que el apoyo militar ruso estaba en camino y que era necesario resistir la ofensiva de los rebeldes. Luego, llamó a su asesora de prensa y le pidió que fuera a su casa para escribirle un discurso. Cuando la asesora llegó a casa de los Asad, allí ya no había nadie. Bashar había tomado un vuelo secreto hacia Rusia. En Moscú ya le esperaban su esposa y sus hijos, que habían huido días antes.
–¿Cómo ve el futuro?
–Mejor. Pero no vamos a dejar de sufrir. Israel es una amenaza.
Muchos sienten esta amenaza. El ejército israelí aprovecha el caos para bombardear más que nunca a Siria y adentrarse en su territorio. Tel Aviv asegura que los ataques sólo tienen como objetivo destruir las capacidades militares que abandonó el régimen de Al Asad.
Este artículo termina de la misma forma que terminaba el anterior. No es un error. La amenaza israelí sobre el cielo de Damasco persistía ayer. Bien entrada la noche, aviones militares de Benjamin Netanyahu rugían con nitidez sobre el cielo de la capital. Minutos después, bombardeaban un objetivo no lejos del centro histórico. Un centro histórico precioso, declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Un lugar ideal para postureo. El día en que la guerra se calle.