¿Por qué Putin no quiere negociar con Zelensky?

El presidente ucraniano es un obstáculo para el Kremlin, que quiere imponer un líder pro-ruso en Kiiv

El actor cómico y empresario del espectáculo Volodimir Zelenski durante las jornadas electorales de este domingo en Ucrania.
17/05/2025
4 min

MoscúSegún el periodista Mijaíl Zigar, Vladimir Putin supo que existía Volodímir Zelenski en mayo del 2014. El entonces cómico protagonizó un gag en la televisión ucraniana en la que imitaba a la exgimnasta Alina Kabayeva, de la que se rumoreaba desde hacía tiempo que era am. Antes no se había atrevido nadie a bromear sobre ese tema y luego Zelenski no volvería a poner los pies en Rusia.

Putin siempre ha despreciado políticamente al presidente ucraniano porque lo considera un simple humorista, sin experiencia y dominado por los oligarcasPero antes de llegar al punto de no retorno de la guerra y de invalidarlo como interlocutor, el Kremlin había depositado alguna remota esperanza. Cuando Zelenski se presentó a las elecciones, en el 2019, lo hizo enarbolando la bandera de la paz en el Donbás. Pese a haber sido crítico con Putin en sus sketches, era rusófono, del este de Ucrania y durante la campaña decidió no antagonizar con el presidente ruso.

Moscú había perdido su influencia en Kiiv en el 2014, con la Revuelta de Maidán, después de que el presidente de su cuerda, Víktor Yanukovich, huyera del país y las elecciones las ganara el nacionalista moderado Petró Poroshenko. Cinco años después, el único candidato pro-ruso, Yuri Buiko, no tenía ninguna opción (lograría apenas un 11% de los votos) y Zelenski, que no estaba alineado con nadie, parecía el mal menor.

Putin y Zelenski sólo se han visto cara a cara una vez, durante quince minutos. Fue en diciembre del 2019, en París, después de que el cómic se convirtiera en presidente, y allí ya quedó claro que las diferencias entre ambos, que todavía hoy resuenan, eran difícilmente conciliables. El líder ruso pedía autonomía para las provincias de Luhansk y Donetsk, mientras que el ucraniano exigía el control de Kiiv sobre aquellos territorios. Tales como, el orden de los factores era importante: Ucrania reclamaba el fin de los combates antes de cualquier reforma política y Rusia no quería dejar de apoyar militar a los separatistas hasta que se modificara la Constitución.

Sin embargo, después de ese encuentro, Zelenski se abrió a implementar parte de los acuerdos de paz de Minsk, que preveían un régimen especial para las regiones secesionistas. Ahora bien, los sectores más nacionalistas ucranianos y el ejército se opusieron, el nuevo presidente temió el fantasma de otro Maidán y lo frenó.

Esa reticencia desesperó a Putin, que vio cómo se desvanecía toda posibilidad de controlar a Zelenski. La gota que colmó el vaso fue la decisión del líder ucraniano, en el 2021, de prohibir las emisiones de tres canales de propaganda rusa del último hombre fuerte del Kremlin en Kiiv, Viktor Medvedchuk. Aquello acabó de enfurecer al líder ruso, que recriminó a Zelenski que estuviera influenciado por Occidente.

"Neonazi" y "drogadicto"

A partir de ese momento, la escalada dialéctica fue imparable. Zelenski pasó a encarnar al nacionalismo ucraniano más radical, se convirtió, a ojos del Kremlin, en un títere estadounidense y nacieron las acusaciones de ser un líder "ilegítimo" al frente de un "estado fallido". Hasta la víspera de la invasión, el presidente ucraniano intentó llamar a Putin, pero no le descolgó el teléfono.

Con el ejército ruso tratando de asediar a Kiiv, el Kremlin endureció más el discurso y empezaron a hacer fortuna apelativos como "neonazi" o "drogadicto", que aún hoy repiten las voces más furibundamente leales del gobierno ruso. Además, según fuentes de inteligencia occidentales, guerrillas rusas fracasaron en el intento de asesinar a Zelenski.

Desde el inicio de la guerra, Putin ha sido constante a la hora de responsabilizar al presidente ucraniano del conflicto y de los supuestos crímenes contra la población rusófona del este de Ucrania. Ha encontrado en el argumento falsario del mandato caducado de Zelenski una excusa para descartarle como negociador, ignorando que no puede convocar elecciones con la ley marcial en vigor, y ha insistido en que es el presidente ucraniano quien tiene prohibido negociar con Putin por un decreto presidencial, y no a la inversa.

El levantamiento de este veto, que Zelenski asegura que a él no le afecta, es uno de los pasos de la estrategia del Kremlin para minar la autoridad del mandatario ucraniano e imponer en su puesto un líder afín. Si cualquier político de Kiiv es libre de negociar con Moscú, Putin podrá buscar interlocutores más dispuestos a aceptar una paz en sus términos y, en última instancia, conseguir uno de los objetivos que le llevaron a invadir Ucrania: la imposición de un gobierno ucraniano alineado con los intereses del Kremlin.

De eso trata la desnazificación, la absurda condición de Putin para acordar un alto el fuego, que buena parte de la población rusa ha asumido. El presidente ruso sueña con enmendar el error de Boris Yeltsin de permitir la separación de Rusia, Bielorrusia y Ucrania. Si no las puede reunificar, al menos aspira a controlarlas con dirigentes que le rindan acatamiento, como Aleksander Lukashenko. Por eso Zelenski es un obstáculo. La pregunta es si, después de más de tres años de guerra, incluso en caso de que Putin logre forzar unas elecciones, el próximo Zelenski no será aún menos receptivo a los dictados del Kremlin y si el pueblo ucraniano volverá a votar nunca a un presidente afín al agresor.

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