Los porqués de la invasión en Ucrania

Respondemos algunos interrogantes cuatro días después del inicio de una ofensiva que amenaza mucho más allá de las fronteras ucranianas

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BarcelonaComo reconocía un humillado Emmanuel Macron, la invasión militar de Ucrania ha sido una "decisión deliberada y consciente" del presidente Vladímir Putin, que optó por entrar en guerra mientras la vía diplomática se estrellaba contra la alegórica distancia de la mesa blanca del Kremlin donde se reunieron los dos mandatarios. Irracional o premeditada, la cruzada de Putin contra Ucrania ha cogido a medio mundo desprevenido, pese a las insistentes alertas que llegaban desde la Casa Blanca. Las profundas estaciones de metro de Kiev, llenas de familias refugiándose de las bombas mientras se informan del avance de la guerra a través de sus smartphones, dibujan una estampa difícil de masticar en la Europa del 2022. Intentamos responder a algunos interrogantes cuatro días después del inicio de una ofensiva que amenaza mucho más allá de las fronteras ucranianas.

¿Por qué ahora?

Este es el primer interrogante y, probablemente, el más difícil de contestar sin adentrarnos en el pensamiento de un líder en plena distorsión de la historia y la realidad. Entre las posibles explicaciones podemos deducir escenarios internos y externos.

En el flanco exterior, no era difícil para el presidente ruso detectar el momento de debilidad y cambio que viven la Unión Europea y la OTAN, en plena redefinición de liderazgos y estrategias. En Estados Unidos, Joe Biden llegó al primer aniversario de su mandato con una mayoría de estadounidenses en contra de su gestión y con la larga sombra de Donald Trump amenazando la estabilidad política del país. En Europa, la marcha de Angela Merkel se ha hecho notar y Putin está al caso de ello. El nuevo gobierno alemán todavía busca definir una personalidad propia, y los Veintisiete –conscientes siempre de la vulnerabilidad que supone su dependencia en materia de recursos, seguridad y abastecimiento comercial– se preparaban para aprobar, este mes de marzo, su primer libro blanco por la defensa europea. También la Alianza Atlántica tiene previsto aprobar un nuevo Concepto Estratégico. En realidad, ambas iniciativas habían evidenciado profundas desavenencias a ambos lados del Atlántico: recelos entre socios comunitarios sobre las aspiraciones militares dentro de la Unión Europea, y recelos a la OTAN ante una UE decidida a ganar autonomía estratégica.

Pero también en el frente interno existen motivos para el recelo. Cuando Putin ataca a Ucrania, está invadiendo una antigua república exsoviética que había comenzado un acercamiento explícito a la Unión Europea y la OTAN. En un año donde la vecindad rusa ha vivido protestas masivas en Kazajistán y Bielorrusia, la operación militar que ha comenzado esta semana es un mensaje también a toda “la esfera de influencia” que Rusia reclama como suya. Una gran advertencia.

¿Por qué no nos lo creímos?

Lo resumía muy bien, el miércoles por la noche, horas antes del inicio de la invasión, Paul Sonne, periodista especializado en seguridad del Washington Post. "Aún veo a mucha gente pensando que este será un conflicto limitado en las regiones separatistas [de Donetsk y Lugansk] y el área que las rodea. Hay un problema: nada de la postura y el despliegue militar de Rusia sugiere esto". El 24 de febrero de 2022 perdurará en los libros de historia como el día en que la Rusia de Putin decidió golpear al mundo lanzando un ataque a gran escala contra Ucrania. También como el día en el que los pronósticos más pesimistas se cumplieron después de ser ignorados. Los primeros informes de la inteligencia norteamericana alertando de un posible ataque ruso contra Ucrania datan de abril 2021, pero se intensifican a partir de noviembre, cuando se documenta un incremento considerable de tanques, tropas y artillería dirigiéndose hacía la frontera. El grito de alarma acabaría siendo tan explícito que, a principios de febrero, Estados Unidos aseguraba que Rusia se encaminaba a una “inminente invasión” de Ucrania. Incluso el propio Volodímir Zelenski lo calificó de histeria.

Miembros del ejército ucraniano en el lugar de un combate contra un grupo de las fuerzas armadas rusas en la capital ucraniana de Kiev la mañana del 26 de febrer de 2022, según el personal del servicio ucraniano en el lugar de los hechos.

Por un lado, jugaba sobre todo la incredulidad ante una acción militar que podía tener consecuencias impensables en la frontera de una UE consciente de la falta de instrumentos para hacer frente a un escenario bélico. Muchos compraban una intensificación de la guerra en el Donbás, pero no una gran guerra. Tampoco ayudó que mandatarios como Olaf Scholz o Emmanuel Macron –ambos viajaron a Moscú– afirmaran que Putin les había prometido que no atacaría Ucrania y que la diplomacia se impondría. "No creo que nada indique que habrá un ataque", decía a finales de enero Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea. Ahora, desde París, se enfadan y reniegan porque Putin, que nunca ha visto la UE como un actor de primer nivel en esta crisis, engañó a Macron.

Por otra parte, ha pesado también la nueva realidad geopolítica donde Estados Unidos ya no es el único poder hegemónico. Hace tiempo que Washington empezó a perder el control del relato global. Varios factores lo explican. El crecimiento, en todos los sentidos, de China es uno de ellos. También la llegada de cadenas de televisión 24h como Al Jazeera, que transformaron las audiencias de la información internacional, o las oportunidades que suponen las redes sociales. Y, evidentemente, los cuatro años de Donald Trump en el poder, que hirieron profundamente la imagen y la credibilidad de Washington.

¿Por qué Ucrania?

Lo reitera el periodista Llibert Ferri en su último libro, Putin trenta anys després del final de l’URSS (Edicions de 1984) [en castellano, "Putin treinta años después del final de la URSS"]: "De la misma forma que no se puede entender la aparición de Adolf Hitler sin la humillación que supusieron para los alemanes las reparaciones de guerra impuestas en 1919 por el Tratado de Versalles, tampoco puede entenderse la aparición de Putin sin el agravio que supuso para millones de rusos el derrumbe de la URSS". Según Putin, el fin de la URSS pudo evitarse. Para él –nunca lo ha escondido– fue una rendición incondicional inaceptable que, de algún modo, debía tener una respuesta. “El derrumbe de la Unión Soviética ha sido la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”, confesó Putin en 1994, cuando era teniente de alcalde de San Petersburgo.

El lunes, en el discurso que reconoció la independencia de las repúblicas de Lugansk y Donetsk, insistió en que Ucrania es, por historia y composición, parte integral de Rusia. Destinó muchos más minutos a exponer los motivos por los que Kiev era fruto de Moscú y a destacar el riesgo que suponía que se hubiera convertido en un "país títere de Occidente", que a hablar del acercamiento de Ucrania a la OTAN, supuesto motivo de las crecientes hostilidades. No es solo, pues, que Putin vea a Ucrania como una especie de tablero de juego en su pugna por ganar terreno en Occidente, sino que, directamente, se la siente suya. Al fin y al cabo, estratega y nostálgico, por encima de todo, quiere blindar las fronteras de Rusia rescatando algunos perímetros que se perdieron hace treinta años. Haciéndolo, se acercaría más a la Rusia anhelada: una superpotencia global.

¿Por qué puede cambiar el orden mundial?

La guerra en Ucrania es una pieza más en la estrategia de desafío del orden occidental. El poder global está en fase de redistribución: nuevos actores, nuevos desafíos, y una manifiesta debilidad de los consensos y la legislación que han marcado las reglas de las relaciones internacionales desde hace décadas. Estamos en plena confrontación por las nuevas hegemonías de poder y, en eso, Putin no está solo. Si Ucrania es el escenario de la debilidad de la coordinación geoestratégica occidental, la hegemonía asiática y global de China comienza por la disputa territorial por Taiwán. Hace tiempo que varios expertos alertan de que los motores de la geopolítica mundial viran hacia el Indopacífico y algunos pocos especulan que Pekín podría aprovechar este momento de plena atención sobre Ucrania para iniciar más movimientos y maniobras en la región.

Un miembro del batallón de defensa territorial de Kiev camina por una tienda de víveres el 26 de febrer de 2022 en Kiev, Ucrania. Se informaron de explosiones i disparos en Kiev la segunda noche de la invasión rusa de Ucrania

Putin fue uno de los pocos jefes de Estado que asistió a la inauguración de unos Juegos Olímpicos de Invierno, que se celebraron en pleno boicot diplomático occidental. Putin y Xi Jinping comparten, según el presidente ruso, una "visión común de la seguridad". Quizá por eso el fin de estos polémicos Juegos coincidió con el inicio de una operación militar que, no solo desafía a la arquitectura de seguridad europea, sino que puede marcar el equilibrio de fuerzas de quienes, desde hace tiempo, aspiran a crear un nuevo orden mundial.

¿Por qué la prudencia de China?

Y si Putin termina esta aventura militar convertido en un paria o en un contrapoder de la nueva arquitectura geopolítica global depende, sobre todo, de China, que hace tiempo que se ha convertido en el mayor socio de Moscú. Por este motivo, Pekín se ha mantenido en la ambigüedad desde el inicio de las hostilidades. Aunque el viernes, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Rusia se quedó sola vetando un intento de condena de la invasión, ante la abstención de China, India y Emiratos Árabes Unidos, el gobierno de Xi Jinping ha declarado que entiende "las preocupaciones legítimas" del Kremlin "sobre su seguridad". La anexión rusa de Crimea fue el acelerador de esta nueva alianza de intereses, donde China consume carbón y petróleo de Rusia –con nuevos gasoductos en construcción– y el mercado chino ha dado un impulso sin precedentes al desarrollo agrícola en el extremo más oriental de Rusia. La alianza con Xi Jinping también puede ser clave para aguantar la presión económica de las sanciones.

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