Golpe de estado en Birmania

Tailandia expulsa a miles de birmanos que huyen de las bombas del ejército

Tres guerrillas anuncian el apoyo a los manifestantes mientras el número de muertos supera los 500

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Refugiados bbirmans huyendo de las bombas del ejército a los pueblos de la región de la etnia karen, al sudeste del país.

BarcelonaLa escalada de violencia en Birmania amenaza con convertirse en una verdadera guerra civil, no solo por la cada vez más mortífera represión militar contra las protestas en la calle, sino también por la entrada en escena de las guerrillas étnicas que actúan en algunos estados del país. Este martes el Ejército de Akaran, el Ejército de Liberación Nacional Ta'ang y el Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar han hecho público un comunicado conjunto para apoyar al movimiento de desobediencia civil contra el golpe de estado y para exigir al ejército birmano que pare "inmediatamente los tiroteos violentos y el asesinato de ciudadanos que protestan pacíficamente". Los tres grupos, de hecho, amenazan con anular el acuerdo de alto el fuego que mantenían con el estado birmano si continúan las matanzas en las manifestaciones pro democracia.

Desde el fin de semana, además, el ejército birmano bombardea la región controlada por otra guerrilla, la Unión Nacional Karen, de la etnia karen, en el sureste del país, en la zona fronteriza con Tailandia. Los bombardeos obligaron a huir a unas 2.400 personas, que atravesaron la frontera para entrar en Tailandia, pero entre el lunes y el martes las autoridades vecinas los han expulsado y los han devuelto en caliente a Birmania, incluyendo a 1.100 menores, 300 de los cuales de menos de 5 años. "Les rogaron que no los expulsaran, había enfermos, gente mayor y niños", explicó a Efe una representante de la Organización de Mujeres Karen (KWO).

Los ataques aéreos del Tatmadaw, como se conoce el ejército birmano, mataron a al menos tres personas, incluido un niño, y destruyeron casas y escuelas en cinco aldeas de esta región del sureste controlada por la guerrilla karen. El ataque obligó a miles de personas a huir de su casa, y una parte cruzaron el río Salween para entrar en Tailandia. Pero las autoridades de ese país los obligaron a dar marcha atrás, sin utilizar la fuerza, alegando que habían hablado con sus homólogos birmanos y les habían asegurado que no bombardearían a civiles, según explica el activista de KWO.

El gobierno de Tailandia ha prohibido el acceso a la zona fronteriza a periodistas y ONGs y ha colocado alambres de espino para impedir que entraran birmanos, a pesar de que huían de las bombas. El primer ministro tailandés, Prayuth Chan-ocha, ha admitido que se había hecho devolver a los refugiados porque se consideraba que no peligraban sus vidas. Pero este mismo martes, la Unión Nacional Karen ha emitido un comunicado para denunciar el adelanto de las tropas birmanas hacia su territorio, "por todos los frentes", y para advertir de que lo pensaban defender. La guerrilla étnica más antigua del país pide también a la comunidad internacional ayuda humanitaria para su pueblo, que huye de las bombas, y exige colaboración a la vecina Tailandia.

La guerrilla karen también había expresado apoyo al movimiento de desobediencia civil que ha desencadenado protestas masivas y continuas en las ciudades, además de una huelga generalizada, contra el golpe de estado militar del 1 de febrero. Los soldados y la policía disparan a matar contra los manifestantes y hasta este martes ya habían causado la muerte de al menos 512 personas, entre las cuales 35 niños, algunos de tan solo 7 años. "Estoy horrorizada por los asesinatos indiscriminados, incluidos los de niños, que se están produciendo en Birmania, y por el fracaso de las fuerzas de seguridad a la hora de actuar con moderación y garantizar la seguridad de niños y niñas. Como ha dicho el secretario general de la ONU, los responsables de estas acciones, que sin ningún tipo de duda son violaciones atroces de los derechos de los niños, tendrán que rendir cuentas", ha denunciado la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore. La jornada más mortífera fue el sábado, con 141 manifestantes muertos.

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