CRISIS POLÍTICA EN ESTADOS UNIDOS

Tatuajes con historia (mal entendida)

El significado de la simbología que lucía Q-Shaman, uno de los asaltantes del Capitolio

Pol Serrahima
4 min
Jake Angeli, conegut com a Q-Shaman, va participar a l’assalt al Capitoli.

MedievalistaDe todas las imágenes del asalto al Capitolio de Washington del pasado miércoles, las de Jake Angeli serán posiblemente las más recordadas: con la cara pintada con los colores de la bandera norteamericana, el sombrero de piel con cuernos de bisonte y el torso desnudo luciendo tatuajes, fue foco de atención de las cámaras y llegó a subir al estrado del Congreso. El aspecto de parodia no nos tendría que hacer perder de vista que nos encontramos ante una nueva muestra del impulso que están cogiendo los ideales de los supremacistas blancos en los Estados Unidos y en el mundo, a menudo ante la permisividad de los poderes establecidos.

Hace unas semanas poníamos de manifiesto las conexiones entre la teoría de la conspiración y los totalitarismos, y los tatuajes de Q-Shaman (este es el alias de Angeli, por su afiliación al movimiento conspiranoico QAnon, según el cual el actual presidente de los Estados Unidos está llevando a cabo una batalla secreta contra una red satánica, pederasta y caníbal formada por líderes del Partido Demócrata, altos funcionarios de Washington, estrellas de Hollywood y magnates judíos como George Soros) no hacen más que insistir en este tema. No son tatuajes cualquiera, si no que representan tres motivos asociados al paganismo escandinavo.

Los símbolos

De arriba abajo: el primero es el valknut o nudo del guerrero, símbolo del cual solo es conocido el registro arqueológico y de significado ignorado (pero que se asocia a Odin, el padre de los dioses, que dirigirá el ejército de guerreros muertos en combate el día del Ragnarok, el juicio final escandinavo); el segundo es Yggdrasil, el árbol del mundo; el último es el martillo de Thor (Mjölnir), que provoca el rayo y el trueno. Ahora bien, ¿qué hace un hombre de Phoenix (Arizona) con estos símbolos, y qué relación tienen con el totalitarismo?

Para entenderlo hay que ir al siglo XIX, cuando los románticos alemanes y escandinavos empezaron a profundizar en la religión que habían compartido en la antigüedad los pueblos del ámbito lingüístico germánico (escandinavos, holandeses, anglosajones, alemanes…). Para hacerlo, disponían de las sensacionales fuentes escandinavas y, sobre todo, islandesas. Cristianizados mucho más tarde que sus primos centroeuropeos, los escandinavos habían mantenido las creencias paganas hasta el siglo XI, y durante los siglos XIII y XIV las pusieron por escrito junto con una buena cantidad de ciclos de leyendas procedentes otros pueblos germánicos (cuando Wagner escriba su gran tetralogía, por ejemplo, empleará sobre todo la Saga de los Volsungs, que a pesar de ser noruega y del siglo XIII, recoge historias del centro de Europa y del siglo V). Fue sobre todo en la Alemania de finales del XIX y principios del XX que se empezó a crear la visión de una antigua y gran comunión de pueblos germánicos. Descendentes de los indoeuropeos (la famosa raza aria) igual que los latinos, los celtas o los eslavos entre otros, los germánicos estaban unidos por unas lenguas y culturas similares, y por una religión ruda y guerrera que representaba unos valores de pureza moral y racial que se habían empezado a perder con el contacto con los romanos y la cristianización.

Cuando durante el siglo XIX el arqueólogo Gustaf Kossinna afirmó, además, que los pueblos indoeuropeos procedían originalmente del sur de Escandinavia, y que desde ahí se habían extendido, la joya estuvo completa: la raza germánica era la más cercana al tronco central indoeuropeo, y su religión originaria, la más pura y auténtica. No es extraño que durante el nazismo los miembros de las SA y las SS realizaran rituales de iniciación que creían cercanos a los de los guerreros consagrados de Odin, y tampoco lo es que los supremacistas blancos americanos de hoy hayan recuperado toda esta imaginería, que es el símbolo de una ficticia unidad y pureza racial anteriores destruidas por los enemigos de la raza blanca.

Una visión con poco fundamento

Ahora bien, cada vez tenemos más claro que toda esta visión tiene poco fundamento. Para empezar, la idea que las lenguas indoeuropeas vinieran del sur de Escandinavia está totalmente desacreditada, así como cada vez más lo está la idea que los arios fueran una raza. Es más, los vikingos, vehículo principal de transmisión de todos estos mitos, podían ser muchas cosas, sin embargo, por su naturaleza, no podían ser una raza pura (si es que esto ha existido alguna vez en la historia).

Por otro lado, décadas de estudios han permitido entender que la concepción que nos ha llegado de la religión nórdica es una concepción muy particular, la de los escandinavos medievales, un pueblo especialmente militarizado: sin desmerecer el tesoro que representa, la complejidad y riqueza de la amplia mitología germánica iba mucho más allá. Hay incluso quién opina que el mismo dios Odin, tal y como nos lo muestran las fuentes nórdicas, posee numerosas características sincréticas, tomadas quizás de pueblos tan poco indoeuropeos como los fineses.

Y es que fetichizar a partir del pasado siempre comporta un empobrecimiento y, a menudo, como en el caso de Angeli -que nació en 1988 y, desde hace meses, es conocido como un ferviente partidario de Donald Trump- lleva, esencialmente, a hacer el ridículo.

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