Yihadismo

El terrorista superviviente de los atentados en París: "Soy combatiente del Estado Islámico"

Salah Abdeslam se muestra desafiante en el primer día del juicio por los hechos del Bataclan

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Olivia Ronen, la abogada de Salah Abdeslam, este miércoles durante una pausa  del juicio

ParísVestido con una camiseta y pantalones negros, barba y el pelo largo y engominado, Salah Abdeslam –el único de los presuntos terroristas del atentado de la sala Bataclan que sobrevivió– entraba este miércoles en la sala donde ha empezado el juicio por los ataques del 13 de noviembre de 2015 en París con gesto serio. A su lado, en un cubículo de cristal, se sentaban 13 de los 19 supuestos colaboradores de la célula francobelga que perpetró el peor atentado de la historia de Francia. Su interrogatorio no tendrá lugar hasta dentro de unas semanas, pero Abdeslam ya ha dejado claro este miércoles que no colaborará para resolver las incógnitas que todavía hay encima de la mesa referentes a aquella noche de terror y caos que causó 130 víctimas mortales. 

En el momento en el que el juez ha pedido el nombre y la profesión a cada uno de los acusados, Salah Abdeslam lo ha aprovechado para reivindicarse como terrorista yihadista. “He abandonado cualquier otra profesión para convertirme en combatiente del Estado Islámico”, ha asegurado. “No hay ninguna otra divinidad más allá de Alá”, ha respondido, después de negarse a decir en voz alta los nombres de sus padres.

La escena más tensa de la primera jornada del macroproceso se ha vivido en un momento en el que el juicio se había parado porque uno de los acusados se había mareado. En ese momento, Abdeslam se ha levantado y, levantando la voz, ha criticado el trato que asegura que recibe en la prisión. “Hace seis años que me tratan como a un perro. Peligrosos o no, somos personas. Somos seres humanos”, ha dicho el hombre acusado de formar parte de la célula de Estado Islámico que protagonizó una matanza que dejó imágenes durísimas, con centenares de personas ensangrentadas y malheridas o muertas en el suelo. 

Desprecio a las víctimas

La provocación de Abdeslam no ha sorprendido, pero certifica que no mostrará ningún arrepentimiento. El terrorista, nacido en Bélgica pero con nacionalidad francomarroquí, no ha colaborado en la investigación y se teme que utilice el juicio como altavoz para sus proclamas yihadistas, en un gesto de desprecio hacia las víctimas. El proceso se hace a puerta cerrada –no se distribuyen imágenes y la prensa sigue a través de un circuito cerrado de vídeo todo lo que pasa adentro–, pero a la sala pueden acceder las víctimas de los atentados, que han vivido con resignación la actitud del terrorista.

“Es una provocación. Nos lo podíamos esperar y, en realidad, de él no esperamos absolutamente nada”, afirmaba a la agencia France Press Dominique Kielemoes, madre de un joven que murió en el tiroteo del bar La Belle Équipe y que este miércoles ha asistido al juicio. Otra de las víctimas, Arthur Dénouveaux, ha asegurado que la justicia francesa “está acostumbrada a este tipo de provocación” desde hace décadas. “Es una forma que tienen de eludir sus responsabilidades” ha declarado Dénouveaux, superviviente de la masacre de la sala de conciertos Bataclan y presidente de la asociación de víctimas Life for Peace.

¿Por qué sobrevivió?

Una de las principales incógnitas que quedan por resolver es por qué Salah Abdeslam no murió. Según la investigación policial, el yihadista acompañó a algunos de sus compañeros de la célula al Stade de France. Los terroristas intentaron acceder al estadio mientras se jugaba un partido de fútbol entre las selecciones de Francia y Alemania, pero no lo consiguieron y se acabaron inmolando en los alrededores, una acción con la que causaron una víctima mortal y decenas de heridos. Pero se cree que Abdeslam, que también llevaba un cinturón de explosivos, se dirigió al barrio 18 de París para cometer otro atentado. Nunca explosionó el cinturón y consiguió huir. Probablemente, se echó para atrás en el último momento y abandonó el cinturón con los explosivos.

La policía belga lo detuvo en Bruselas en marzo de 2016, cuatro meses después de los atentados de París. Salah Abdeslam también tiene pendiente el juicio por los atentados en el aeropuerto y el metro de la capital de Bélgica, que se celebrará previsiblemente en 2022, cuando acabe el proceso de París.

El macroproceso que ha empezado este miércoles, que durará al menos hasta mayo del año que viene, se celebra en una sala con capacidad para 500 personas construida especialmente para acoger el juicio del Bataclan dentro del Palacio de Justicia de París. El despliegue policial ha convertido en una fortaleza el recinto judicial para minimizar el riesgo de atentados. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, ha admitido este miércoles que el juicio supone un aumento de la amenaza terrorista. “La presión mediática y política está sobre el foco del islamismo radical y de su juicio, y evidentemente, la amenaza es todavía más elevada”, ha asegurado a los micrófonos de RFI. 

Víctimas abiertas a hablar con los periodistas

La justicia francesa considera que en un juicio como el de los atentados de París del 13 de noviembre de 2015, en el que se mezclan por los pasillos las víctimas que han vivido una masacre como la del Bataclan y los periodistas, se tiene que garantizar que los primeros no tendrán a la prensa encima si no lo desean y que los segundos podrán trabajar para explicar unos hechos y un juicio histórico de indudable interés público. Con este objetivo, se ha puesto en marcha una fórmula que garantiza ambas cosas: en el momento de acceder al juicio, las víctimas reciben una acreditación con dos cordones para colgársela en el cuello, uno verde y uno rojo. Tienen que elegir uno o el otro según si no quieren ser entrevistados (rojo) o si están abiertos a hablar con la prensa (verde). La mayoría de víctimas han elegido el rojo en el primer día de juicio. 

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