Francia ajusta cuentas con los terroristas del Bataclan

Empieza "el juicio del siglo" por los atentados en París en noviembre de 2015

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Vista general de la escena del tiroteo al restaurante "Le Carrillon" donde se puede observar a los equipos médicos atendiendo a los heridos. PHILIPPE WOJAZER / AFP PHOTO

ParísHan pasado casi seis años, pero las imágenes de ese 13 de noviembre en París, con centenares de personas saliendo corriendo, aterrizadas, de la sala de conciertos Bataclan no se han borrado de la memoria de los franceses. El peor atentado de la historia del país dejó 130 personas muertas y más de 400 heridos. El juicio por los ataques terroristas que vivió la capital francesa esa noche empieza este miércoles, después de aplazarse unos meses por la pandemia, en un macroproceso que se alargará hasta mayo de 2022 y que coincidirá con la campaña de las elecciones presidenciales. Los medios franceses lo han bautizado como el “juicio del siglo”. 

Sin una sala lo suficientemente grande como para acoger el proceso, se ha construido expresamente una en el Palacio de Justicia de París con capacidad para 500 personas y con un coste cercano a los 7 millones de euros. “Es un proyecto faraónico”, resumía el ministro de Justicia francés, Éric Dupond-Moretti. Está previsto que la sala esté operativa unos años y acoja otros juicios grandes, como el del atentado de Niza, pero después se desmontará. En el proceso participarán más de 300 abogados y se personarán 1.800 partes civiles. A pesar de que se trata de un juicio histórico, no se harán públicas imágenes, pero habrá in situ 10 salas anexas para la prensa acreditada y para el público general, que podrán seguir todo lo que pase adentro a través de una emisión de vídeo. Además, para las víctimas que quieran seguir el juicio pero prefieran hacerlo desde casa, se habilitará una radio a través de internet. 

Nuestro 11-S

Solo 10 meses después del atentado de Charlie Hebdo a principios de 2015, el terrorismo islamista se ensañaba con Francia. El 13 de noviembre del mismo año, los yihadistas del Estado Islámico decidían sembrar el terror y el caos atentando –a diferencia de la matanza del diario satírico– contra objetivos indiscriminados: personas que asistían a un concierto en la mítica sala Bataclan de la banda de rock Eagles of Death Metal, clientes sentados en seis terrazas de bares y restaurantes, y los asistentes al partido de fútbol entre Francia y Alemania en el estadio de la selección francesa. “Fue nuestro 11 de Septiembre”, resumía la semana pasada Le Journal du Dimanche. En el Bataclan se vivieron escenas dantescas –el relato de los supervivientes es aterrador– y es donde murieron más personas, 90. El tiroteo en los bares y restaurantes causó 39 víctimas mortales e imágenes durísimas.

De la célula yihadista francobelga que perpetró los atentados de París solo sobrevivió uno de sus integrantes, Salah Abdeslam. El resto murieron inmolados esa misma noche o en las horas siguientes. El hecho de que casi todos los autores de la matanza estén muertos y de que Abdeslam hasta ahora se haya negado prácticamente en todos los interrogatorios a ofrecer detalles puede hacer que el juicio no sirva para aclarar los interrogantes que quedan por resolver. 

Con Abdeslam, 19 personas más serán juzgadas por haber colaborado presuntamente con los autores de los atentados, entre ellos Mohamed Abrini, amigo de infancia de Salah Abdeslam. Está acusado de haber colaborado con la célula acompañando a los kamikazes a París, ayudando con la financiación del grupo y con el aprovisionamiento de armas. Solo 14 de los acusados estarán presentes. El resto siguen en busca y captura, pero los servicios de inteligencia franceses creen que cinco de ellos murieron en Siria. 

Abdeslam, a quien la policía también vincula con la célula que atentó en el aeropuerto y el metro de Bruselas en 2016, cuando él ya estaba detenido, está acusado de haber conducido a los tres terroristas que se inmolaron a Stade de France. Esa noche, Abdeslam también llevaba un cinturón de explosivos pero hasta ahora no ha quedado claro –es uno de los principales interrogantes que tendría que resolver el juicio– si el cinturón no funcionó o el presunto terrorista nacido en Bélgica y con nacionalidad francesa se echó atrás en el último momento.

Grandes medidas de seguridad

El ejemplo que ilustra mejor que se trata de un juicio excepcional es que todos los interrogatorios se grabarán y las imágenes quedarán custodiadas en un archivo para que quede constancia histórica. Es la segunda vez que se hace: la primera fue en el juicio por el atentado de Charlie Hebdo. Según el calendario previsto, hasta noviembre no empezarán los interrogatorios de los acusados. Por la nueva sala efímera del Palacio de Justicia desfilarán los máximos responsables políticos cuando se produjeron los atentados, como François Hollande y el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve.

El juicio se hará con grandes medidas de seguridad para evitar un atentado. Las autoridades creen que la celebración del juicio supone un elevado riesgo y por eso han puesto en marcha un dispositivo especial que convertirá en una especie de bunker el Palacio de Justicia. La policía y el ministerio de Justicia trabajan “desde hace meses” para que el proceso se desarrolle en un ambiente “lo más sereno posible”, explicaba recientemente el director general de seguridad interior francés, Nicolas Lerner. El calendario, sin embargo, juega en contra. Francia celebra elecciones presidenciales en la primavera y la campaña tendrá lugar en paralelo al juicio. A pesar de que la sentencia no está prevista hasta el 25 de mayo, lo más probable es que la extrema derecha utilice el juicio como arma política para criminalizar la inmigración.

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