

La CNN conectaba en directo con la Casa Blanca. Cortaba abruptamente las especulaciones de reporteros y analistas sobre el encuentro para dar paso a la reunión del Despacho Oval, que parecía apretado de gente. Zelenski y Trump sentados en dos butacas frente a la chimenea presidencial, con Trump haciendo gala de su centralidad en el conflicto entre Ucrania y Rusia. Cuando el vicepresidente JD Vance, sentado en el sofá junto a Trump, metió cucharada, el ambiente se crispó.
El espectáculo fue inaudito. Una comparecencia oficial de presidentes con intercambio de reproches, interrumpiéndose, amenazándose, contradiciéndose y criticándose las formas. Trump abucheaba a Zelenski señalándole con el dedo índice. El presidente de Ucrania ponía los ojos en blanco y premia fuertemente las mandíbulas. También levantaba las cejas delante de determinados comentarios. Y no se arrugó, recordando la cronología de la invasión rusa por armarse de razones. Trump incluso parodió a Zelenski como si fuera un adolescente terco: "Y don't want a ceasefire! Y don't want a ceasefire!". El ucraniano quedó asombrado. El presidente estadounidense fue muy contundente: "¡Estás jugando con la Tercera Guerra Mundial!"
Trump, que siempre tiene presente el sentido del espectáculo, supo cómo poner punto y final a la escena: "¡Esto es televisión de la buena! ¡Ya os lo digo ahora!", soltó. Cuando la CNN reanudó el análisis, Christiane Amanpour, editora jefe de Internacional, tenía las manos en la cara y estaba en choque. La presentadora le daba paso para que reaccionara. Amanpour intentó rehacerse: "Nunca, en toda la historia de la diplomacia moderna, nunca, nunca, en paz, en guerra. Esperamos, por la seguridad de un mundo libre, por los estadounidenses, los europeos y los ucranianos, que estos dos presidentes limen sus diferencias. Se estaban atacando, personalmente, con tantas mentiras y discusiones sin sentido..."
El sonido se cortó y no pudieron continuar. Ciertamente, fue un espectáculo televisivo sorprendente y, lo peor de todo, de consecuencias poco optimistas. Si Putin estaba viendo la comparecencia desde el Kremlin, se devía.