Lengua

10 trucos para mantener el catalán con gracia

El hábito más productivo para catalanizar tu entorno es no pasarte al castellano por defecto

BarcelonaQue el uso habitual del catalán va de baja ya lo sabemos por las encuestas, y que hay hablantes reacios a aprenderla lo vemos con las polémicas, pero ¿cómo puede contribuir a cambiar el paisaje lingüístico el ciudadano corriente en su día a día? Uno de los hábitos más nocivos por la lengua es la convergencia lingüística en el castellano; es decir, cambiar de lengua por defecto, sin que nadie lo haya pedido. Se trata de un hábito muy extendido (sólo uno de cada cuatro catalanohablantes habituales mantiene el catalán cuando alguien se les dirige en castellano) y es un fenómeno que contribuye -por iniciativa propia de los catalanohablantes- a la sumisión y residualización del catalán.

Mantener la lengua es un hábito que se puede cambiar y se convierte rápidamente en natural y fácil. Pero a veces dar el primer paso puede generar dudas, incomodidades, pereza o incluso miedo, por la reacción que se va a recibir. Por eso incluso hay entidades que ofrecen formación en asertividad lingüística y, por tanto, dan herramientas para seguir hablando en catalán independientemente de lo que hable el interlocutor, dando por hecha la intercomprensión. En el inicio de campaña del #repte21dies se explicaron estrategias para dar la vuelta a la sumisión lingüística.

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Éstos son 10 trucos para no cambiar de lengua y no sentir incomodidad

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1.Márcate objetivos concretos y viables. Empieza por las situaciones más fáciles, con tu amiga o con desconocidos, antes que con tu jefe que odia el catalán.

2.Practica la conversaciónbilingüe para abandonar el automatismo de hablar castellano, para que el cerebro se acostumbre a ello.

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3.Neutraliza la incomodidad. Piensa las cosas de forma diferente: en vez de pensar "no me entenderá", piensa que "indudablemente puede entenderme". Si es necesario, busca otras formas de hacerte entender, gesticula o rebaja la complejidad de la lengua si ves que el interlocutor va cojo: quizás no hace falta que digas las horas con los cuartos.

4.Haz explícito el cambio o el problema. "¿Me entiendes bien si te hablo catalán?", puedes preguntar. "Si no me entiendes bien, tranquilo, te traduciré lo que sea necesario". Es una situación viable, por ejemplo, para no tener que cambiar de lengua en la reunión de vecinos y que da la vuelta a la responsabilidad lingüística. También se puede hacer explícito el pacto: "Usted hable lo que quiera y yo hablaré en catalán".

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5.Evita las discusiones. No hace falta enfadarse porque esto fatiga e inhibe a los hablantes, que pueden estar inseguros con el nuevo hábito. Si alguien pide educadamente que cambies de lengua porque no te entiende, puedes repetirlo en castellano. Si, en cambio, te tratan mal o te dan una orden en castellano, intenta deslingüizar la situación: "Perdona, ¿me estás dando una orden?", "¿Me estás llamando?".

6.No te enfrasques en casos de emergencia. El mejor momento para empezar un nuevo hábito no está en una situación crítica. En caso de vulnerabilidad o conflicto, en un accidente o en una discusión, es más difícil ser asertivo. No pienses en estas situaciones para justificar que no te propones hablar siempre en catalán. Concéntrate en el resto de situaciones, que son la mayoría.

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7. Mete el cuerno. Como cualquier cambio de hábitos, puedes rectificar. Si pasas al castellano, rectifica, piensa en la siguiente. A medida que rectifiques, el cerebro vuelve a reprogramarse.

8.Interioriza preguntas y respuestas para que cuando haya cualquier problema tengas clara tu posición.

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9. Pon ironía. "Si alguien te comenta que le hables castellano, puedes tirar de gracia personal y poner cara de asombro: «¿Cómo? ¿No entiendes nada el catalán? ¿Pero nada?» Normalmente la gente baja velas y admite que sí sabe.

10.Recompensete. "Si ves que has conseguido que el otro cambie y se te dirija en catalán, medallita del Màgic Andreu. Si alguien te da las gracias por hablar catalán, medallita de Màgic Andreu", decían los especialistas en el acto. "Recompensaos por hablar su lengua, en su país con todo el mundo. Os prometo que pocas experiencias hay tan liberadoras, dignificantes y catárticas como esta. No hay libertad colectiva si no está hecha de individuos libres".

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Según los expertos, romper el hábito del cambio de lengua cambiaría el paisaje lingüístico y sería, a su vez, un polo de atracción hacia el catalán —porque las encuestas también indican que el 93% de adultos lo entiende y el 80% lo sabe hablar—. Es evidente que existen otros problemas que afectan a la salud del catalán que no requieren activismo individual sino políticas para contrarrestar los efectos de los fenómenos globalizadores —como la ola migratoria y la invasión de las tecnologías—, los embates políticos catalanófobos —del 25% de castellano en la escuela en los informes de europarlamentarios guiados por las PP—, la inmersión en la salud— y la falta de recursos estructurales, entre otros.