Acomplejados a la hora de denunciar las provocaciones de Vox

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El derecho a celebrar actos políticos en paz es fundamental. El problema de los partidos de extrema derecha es que a menudo pervierten este derecho y sus mítines no son actos de proselitismo, sino provocaciones que buscan una foto a partir de la cual seguir extrayendo su gasolina, que no es otra que el victimismo. "Un mitin de Abascal en Vallecas acaba con disturbios", dice El País, y solo el hecho de recordar que el acto se celebraba en un barrio humilde da una pista sobre la verdadera naturaleza de la acción de Vox. Se nota, sin embargo, que el diario no osa ir más allá, por miedo a ser tildado de complaciente con la violencia. En Catalunya ya hemos visto esta película. Tenemos el precedente de los actos de Ciutadans en Vic, una ciudad donde en las últimas elecciones consiguió la brillante cifra de 261 votos, un 1,69% del total. Evidentemente, coger los autocares Sagalés no compensa por este puñado de votos: se trata de crear espacios en la prensa para aparecer como víctimas del mal ambiente que ellos mismos provocan.

Portada 9 abril 2021 El País

En todo caso, en el otro lado del quiosco, los diarios sacaban jugo del asunto. "Vox clama por las agresiones a sus seguidores en Vallecas: 'De loas pedradas tiene la culpa Marlaska'", titulaba El Mundo, con una foto de un policía a gatas en el preciso momento de recibir un puntapié al plexo solar. "Una patada, un voto", dice La Razón, que denuncia "Pedradas, heridos y gritos de «fascistas»". Es una terna curiosa, porque si bien las reglas elementales de la democracia obligan a censurar las pedrades y los heridos en un acto político, que se llame fascista a un partido ultra y que exuda xenofobia no tendría que provocar aspavientos: es un término que ya no se limita al movimiento italiano de los años 30, sino que abraza a sus derivados. Todos.

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