La ansiedad ideológica de los tertulianos

Pedro Sánchez durante la comparecencia de este lunes.
Periodista i crítica de televisió
2 min

La cuenta atrás para la comparecencia de Pedro Sánchez se hizo larga para los periodistas que debían esperar en directo en televisión. El presidente español compareció finalmente con un exceso de maquillaje que intentaba aparentar un bronceado que disimulara el trance. En La 1, Jesús Cintora y el suyo Malas lenguas movían las cerezas delinfoteintmente anhelando el momento. Pese a los esfuerzos de los servicios informativos de la cadena para darle un marco estrictamente profesional, una vez finalizada la rueda de prensa de Ferraz no necesitaron más de cinco minutos para que los tertulianos de Cintora discutieran con un tono de voz excesivamente elevado y nervioso. En Antena 3 no renunciaron a su telenovela Sueños de libertad y en una pausa de la ficción apareció Sonsoles Ónega para anunciar a los espectadores que más tarde recuperarían los mejores momentos de la rueda de prensa. Pero el adelanto adquiría un tono esperpéntico. Tras prometer hablar sobre la comparecencia, anunciaba otro tema candente: el hijo de "Mari Carmen y sobre muñecos" reclama una estatua para su madre. Tras la serie, convocaba vía telemática a periodistas como Paco Marhuenda para que metieran cucharada. El decorado del plató quedaba cubierto de imágenes de Pedro Sánchez en blanco y negro o en rojo y negro, confeccionando un retrato más propio de una película de mafiosos que de un thriller político. La periodista, como es habitual en este tipo de magazines, orquestaba un ritmo en el que los colaboradores debían lanzar opiniones encadenadas en menos de treinta segundos. Tor ahora que el true crime se emitirá en Atresmedia. Comparaban el escenario dramático de la montaña con el juego de traiciones político.

En Cuatro, en Summer TEM, los tertulianos eran personajes vinculados a partidos políticos: Cristina Cifuentes, expresidenta de la Comunidad de Madrid, y Emilio Delgado, de Más Madrid. Una mirada merenguecéntrica de la realidad. En Telecinco no renunciaron en ningún momento a discutir las miserias del Supervivientes. La comparecencia de Sánchez emergió como una seta poco apetitosa que obligaba a la audiencia a conectar con una realidad de la que intentan evadirse. En La Sexta cortaban abruptamente la emisión de Zapeando por la rueda de prensa. Después, los de Más vale tarde recogían la emisión con el sarcasmo habitual y el ímpetu con el que comentan la actualidad.

La política más tensa y decisiva ha quedado enmarcada en la ansiedad ideológica de los tertulianos. Cada vez es más difícil encontrar análisis periodístico profundo, porque la televisión está secuestrada por un modelo superficial y unos colaboradores a los que parece que les vaya algo personal en todo ello. Antes se buscaban a los analistas que disponían de información. Ahora sólo quienes tienen ganas de discutir.

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