La carrera de las IA para hablar catalán se anima
En cuestión de una semana nuestra lengua ha pasado de ser una anomalía a los servidores de Silicon Valley a convertirse en una función estándar
BarcelonaCuando el jueves por la mañana abrió el WhatsApp, quizás se encontró con una sorpresa que ha pasado sin pena ni gloria mediática, pero que supone un pequeño terremoto en nuestra vida digital. Ese círculo azul iridiscente que Meta incrustó hace unos meses en la parte superior o inferior de los chats ha cambiado de actitud. Hasta hace cuatro días, si se atrevía a dirigirse en catalán, la inteligencia artificial (IA) de Mark Zuckerberg le respondía con una negativa seca en castellano o inglés, alegando que no estaba programada para nuestra lengua. Era una negativa tozuda y técnicamente absurda, porque el modelo que hace funcionar el invento (Llama 4) se ha entrenado leyendo todo internet y, por tanto, sabe catalán desde hace tiempo.
Pues bien, sin nota de prensa, sin presentaciones oficiales con autoridades en Barcelona y sin ningún anuncio del fundador de Facebook, Meta AI ha empezado a hablar catalán. Y lo más inquietante no es que lo haga, sino cómo lo hace: con una naturalidad que asusta y con cierta desfachatez digital. Si ahora le pregunta por el cambio, el chatbot tiene la barra de decirle que siempre ha estado aquí para ayudarle, insinuando que quizás antes "no se lo había pedido bien". La máquina pretende hacerte creer que el problema eras tú y tu carencia de fe en el algoritmo.
El elefante en el WhatsApp
La importancia de ese movimiento es enorme por una razón puramente estadística: la penetración de mercado. A menudo se cae en el error de pensar que todo el mundo utiliza ChatGPT o Claude. La realidad es que la mayoría de la población nunca se descargará una aplicación específica para chatear con una IA, pero, en cambio, vive dentro de WhatsApp.
Ahora la barrera de entrada ha desaparecido. La tía de Reus, el adolescente de Girona o el gestor administrativo de Lleida ya tienen un asistente en catalán integrado en la herramienta que utilizan cien veces al día. Meta AI ya no es un chatbot externo; es un contacto más en la agenda, siempre disponible para redactar un mensaje de felicitación, resumir el grupo de la AFA que tiene 500 mensajes sin leer o recomendar una receta.
Sin embargo, no hay que entusiasmarse en exceso. La activación del catalán en Meta AI no ha sido "formal". Pese a lo que el chatbot prometía, los usuarios no han recibido ninguna notificación avisándoles de la novedad. Esto responde quizá a una estrategia de perfil bajo por parte de Meta de cara a los reguladores europeos, que miran con lupa cómo la empresa utiliza nuestros datos para entrenar sus modelos. Éste es el precio de la fiesta: la privacidad. Aunque los chats personales siguen cifrados de extremo a extremo, todo lo que le diga directamente a la IA sirve para entrenarla.
Además, el sistema todavía comete errores. Las alucinaciones –inventarse información con aplomo absoluto– son frecuentes. Pero la mejora será exponencial: cuanto más le hablemos en catalán, más datos generaremos para que el sistema se afine y deje de hacer faltas de ortografía o de inventarse la historia de Catalunya. Una vez más estamos, de facto, trabajando gratis para afinar un producto de una multinacional estadounidense. Es el peaje de la comodidad.
Salesforce: las empresas también hablan nuestra lengua
Mientras Meta AI irrumpe en nuestra vida privada por la puerta del WhatsApp, Salesforce ha entrado esta semana en nuestra vida como consumidores con la incorporación formal del catalán a Agentforce. Quizás el nombre no le suene, pero Salesforce es el cerebro invisible que gestiona la atención al cliente de la mayoría de grandes empresas, desde bancos hasta tiendas de ropa online.
Hasta ahora la interacción con los chatbots corporativos era una fuente garantizada de frustración. Eran sistemas rígidos ("Si te llaman A, contesta B") que nos obligaban a cambiar al castellano de entrada. Con Agentforce, la promesa es distinta. No son simples chatbots; son "agentes autónomos". Esto significa que tienen capacidad de razonamiento para entender el contexto y ejecutar acciones.
Imaginemos un caso práctico de comercio electrónico. Si estás en una tienda online y pide al asistente: "Busco unas zapatillas para correr por Collserola que no resbalen cuando llueve y que no me cuesten un riñón", el agente debería entender la geografía (Collserola = montaña, camino de tierra), el clima (barro), el producto (sola con ad) Y responder en consecuencia, en lugar de deciros "No entiendo «Collserola»". En el ámbito bancario, estos agentes pueden gestionar incidencias como devoluciones de recibos o bloqueos de tarjetas, todo en catalán normativo y sin tener que esperar a que un operador humano esté disponible a las tres de la madrugada.
La nostalgia injustificada del teleoperador humano
Aquí es donde debemos vencer una resistencia cultural muy nuestra: la manía de pedir "hablar con un humano" de inmediato. Seamos sinceros: cuando finalmente logra hablar con un operador humano de atención telefónica, esta persona suele estar atada de manos y pies, obligada a leer un solucionario en una pantalla. La paradoja actual es que el agente de IA, conectado a toda la base de datos, a menudo tiene más poder real para resolver su problema que el humano precario que le atiende al otro lado del hilo. Cabe decir que Agentforce consigue esta fluidez porque, en virtud de una alianza entre Salesforce y OpenAI, entre bambalinas utiliza el motor de ChatGPT, que trabaja perfectamente en catalán.
¿Efecto dominó?
Una semana antes del anuncio de Salesforce y del cambio en Meta, Google había oficializado el soporte del catalán –aún no aplicado del todo, hay que decirlo– y otros 29 idiomas en Gemini 3 Pro. La inclusión del catalán en la misma categoría técnica que lenguas con estado propio constituía un cambio de política lingüística significativo por parte de Google.
La hipótesis de que esta decisión de Google haya acelerado el desbloqueo del catalán en Meta AI resulta plausible. Cuando uno de los gigantes tecnológicos incorpora un idioma, otros se enfrentan a la presión comparativa: mantener restricciones lingüísticas que la competencia ya ha levantado genera crítica y pérdida de imagen. Meta, que llevaba meses resistiendo a ofrecer catalán a pesar de tener su capacidad técnica, se enfrentaba a una situación cada vez menos defendible.
¿Por qué ahora?
¿De dónde sale esta prisa repentina de los gigantes digitales para hablar catalán, esloveno o húngaro? No nos engañemos: no lo hacen por amor a Pompeu Fabra ni por conciencia cultural. Lo hacen porque el propio uso de la IA rebaja sustancialmente el coste de añadir nuevos idiomas, y además el mercado de las lenguas hegemónicas como el inglés, el español y el chino ya está bien atendido. La nueva carrera es captar a los usuarios de lenguas "no hegemónicas" pero con comunidades digitales activas y cierto poder adquisitivo. Somos la "larga cola" del mercado de la IA, y nos quieren a todos dentro del saco.
¿Esta normalización es una victoria? Sin duda: mejora la visibilidad digital del catalán y evita que se convierta en un idioma de segunda categoría a ojos de los algoritmos. Pero no olvidemos la letra pequeña: nuestra normalidad lingüística depende ahora de interruptores situados en California. Si mañana Salesforce, Google o Meta deciden que mantener el modelo en catalán no es rentable, pueden volver a dejarnos mudos. De momento, aprovechamos la conversación mientras dure.