'Cites' y el catalán al 50%
“Meterla doblada” es una expresión coloquial para hacer referencia al acto de engañar. Aunque popularmente se le han atribuido connotaciones sexuales, en realidad proviene de la jerga militar. Hace referencia a una forma de doblar una manta dentro de otra, para que parezca que solo hay una a pesar de que en realidad hay dos. La noche del miércoles, viendo los dos nuevos episodios de Cites Barcelona en TV3, era inevitable que la expresión te viniera a la cabeza, como un juego de palabras. La emitieron doblada. Ver, en la primera escena, a las magníficas actrices Aina Clotet y Carme Fortuny doblándose a sí mismas al catalán era muy desconcertante. Ocurría con todos los personajes a lo largo de todo el capítulo y también en el siguiente. La ficción en catalán ya no es una declaración de intenciones sino una negociación de porcentajes, como si el catalán fuera una prenda de intercambio o una rémora a compensar. La mitad de capítulos en catalán y la otra mitad en castellano y así también la coproduce Prime Video.
Debe de ser útil como método de ahorro. Y, sin duda, una solución de emergencia en épocas de crisis, grandes recortes y estrecheces económicas, cuando estrangular la televisión pública era también una misión política. Ahora cuesta más entender.
El doblaje castellano-catalán provoca una disociación en la percepción del espectador. Tenemos un conocimiento tan integrado de las dos lenguas, estamos tan familiarizados con ambas, que el doblaje se integra de forma muy diferente. El espectador es capaz de leer los labios de los actores y detectar qué están diciendo y cómo se están expresando en castellano y, simultáneamente, oírles hablar en catalán. Es una percepción molesta que altera el vínculo con la narrativa. Supone, incluso, un lastre interpretativo para los propios actores, porque afecta al resultado final. El doblaje es impostado, no tiene la calidad que se le supone. Más aún en una serie donde el contexto es Barcelona. Las historias ocurren en nuestro poso cultural. Sería más natural que unos personajes hablaran en catalán y otros en castellano (o cualquier otra lengua). Pero ver a actores autóctonos, doblados, en Barcelona, es distorsionante. Le resta veracidad. Y Cites Barcelona, a pesar de la idealización estética de la ciudad, aspira a una pátina de autenticidad que se pierde.
Cuando se estrenó la nueva temporada, los medios se deshicieron en elogios por el esfuerzo que había demostrado el actor madrileño Ricardo Gómez para hablar catalán. Todo esto no tiene ningún sentido si, dos capítulos más adelante, Aina Clotet trabaja en castellano y se dobla al catalán. La plataforma 3Cat, por cierto, ha colgado los capítulos por duplicado, para quien los prefiera ver en versión original en castellano.
Es incoherente que, por un lado, el ente público abandere la causa de la difusión de la lengua entre los jóvenes fichando a influencers con un catalán deficiente, con la excusa de popularizar el idioma, y que después acepte estos híbridos. 3Cat tiene que ser la primera en apostar por la ficción en catalán y no ir a medias, donde el catalán se habla dependiendo del número de capítulo. Porque a medias es como está ahora la salud de la lengua.