Este fin de semana el Telenoticias nos descubría las secuelas de la violencia machista en las familias con un reportaje muy impresionante. Coincidiendo con el día internacional por la eliminación de la violencia contra las mujeres, la noticia se ha ido emitiendo en distintos espacios informativos.
El reportaje recordaba el caso de Sílvia Toda, asesinada en Terrassa en el 2011 por su compañero. Se recuperaban las imágenes que se televisaron entonces en las que las colles castelleres le dedicaron unos pilares de luto. Son muchos los días que vemos minutos de silencio en pantalla, pero perdemos de vista las historias que empiezan a partir de entonces. Esta vez, sin embargo, las cámaras de TV3 comprobaban lo ocurrido en estos trece años. Su padre, Jaume Toda, explicaba cómo Silvia había decidido separarse y había decidido ir el lunes al abogado para realizar los trámites. "Pero el lunes no llegó" dice él. La pareja de Silvia la mató el domingo, cuando estaba en casa con sus dos hijos pequeños. Fue la novena mujer asesinada del 2011. Pero estos contadores que ponen en marcha los medios para recordarnos el alcance de la tragedia reducen a una cifra una problemática de una dimensión mucho más compleja y revictimizadora que contiene otros muchos datos.
Jaume Toda y su esposa se hicieron cargo de sus nietos: “Los niños se quedan sin padre y sin madre. Uno en prisión y otro en el cementerio. Y nos convertimos en padres de nuevo”. Anna Toda, la hermana de Silvia, expone las dificultades familiares para gestionarlo todo: “En este momento se olvidaron que tenían otra hija y otros dos nietos. Al principio fue muy duro”. El reportaje recogía muy bien los múltiples aspectos de esa situación. Más allá del proceso judicial aparecieron las dificultades económicas: "Nos vieron cinco o seis asistentes sociales en Terrassa", con el añadido de las complejidades de los trámites burocráticos. La administración no está preparada para atender a las singularidades de estas gestiones.
Anna Toda denunciaba también un hecho extremadamente impresionante. Tardaron meses en poder volver a entrar en casa de Silvia después del asesinato: “Todo estaba tal y como quedó después. Silvia estaba cocinando y allí había comida. Y ya puedes imaginar cómo estaba el escenario después de todo lo que le hizo”. También hablaba de sus sobrinos, de las carencias en el asesoramiento psicológico y las secuelas emocionales de los chavales, de los obstáculos para poder cambiar el apellido o que los abuelos obtengan la tutela.
Es muy difícil que los medios de comunicación puedan enseñar todo esto, porque también hace falta intimidad para rehacer la vida y recuperar la normalidad. El reportaje denunciaba algo que olvidamos como sociedad: los años de sufrimiento que llegan después del minuto de silencio. Está bien que en días internacionales de conmemoración se ponga el foco en los aspectos más desatendidos que aún deben mejorar.