¡Feliz cumpleaños, 'The Grauniad'!

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No, en este caso no se trata de una errata que me haya hecho escribir mal el nombre de The Guardian, sino que The Grauniad es el mote que le puso la revista Private Eye para referirse al diario, puesto que tenía fama de llegar a los quioscos lleno de erratas y letras trabucadas. No es que los periodistas de esta cabecera fueran más descuidados que los demás: la explicación radica en el hecho de que la redacción estaba en Manchester y los textos se enviaban por rudimentarias vías telemáticas, en los sesenta, a las rotativas de Londres. En el proceso, era fácil que algunas letras se alteraran. Y, claro, también lo hacían los nervios de los editores cuando lo comprobaban con los ejemplares ya impresos.

El diario celebra estos días los 200 años de historia y, si en una columna anterior ya recogí algunos de los errores de juicio más sonados, hoy toca repasar las erratas grandes. Como cuando se decía que en una fiesta de Oxford alguien había conseguido hacer un mortal desde la alfombra a la mesa, "from a standing start" (empezando de pie), que sin embargo apareció publicado como "from a standing fart" (desde un pedo de pie). Además, una primera corrección fue fallida, de forma que algunos ejemplares hablaban de from "a standing tart" (desde una prostituta de pie). Las columnas de rectificación suelen ser sobrias, pero a menudo uno puede oír, sepultado, la risa burlona de quien las ha redactado. Como cuando en un artículo se decía que un militar últimamente había enmudecido sus opiniones sobre la presencia de homosexuales en el ejército y resulta que el pobre hombre había muerto tres meses atrás (lo cual hay que decir justificaba plenamente su silencio sobre el asunto).

En el periodismo, los pequeños cambios pueden ser muy poderosos y convertir una plaza pública en púbica, para citar un clásico ejemplo del periodismo catalán.

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