Dígitos y trastos

En Google Maps los peajes todavía están

La mayoría de los servicios comerciales de mapas y navegación todavía no muestran la desaparición de las barreras de pago

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La salida del peaje de la AP-7 en Torredembarra, ya abierta, el pasado miércoles

Mientras los políticos deciden cómo nos venderán la inevitable obligación de pagar por circular por cualquier vía rápida del país, el mes de septiembre ha empezado con alegría general por el levantamiento de las barreras de peaje en varias autopistas en su paso por territorio catalán, al haber vencido concesiones que en algún caso llevaban 52 años vigentes. En total han quedado libres de pago 556 kilómetros.

Aún así, algunos conductores podrían pensar que los peajes ahora retirados continúan operativos. En concreto, los que son usuarios de la mayoría de servicios digitales de cálculo de rutas. En el caso de Google Maps, cuando le pido por dónde tengo que ir de Cardedeu a Barcelona, me propone tres opciones: una de gratuita por las carreteras C-251 y C-17 y dos que supuestamente son de peaje. Una de estas sí que lo es: la que enlaza un tramo de la AP-7 con la C-16, donde se mantiene el pago en el túnel de Vallvidrera.

En cambio, la otra, que es la más habitual para ir del Vallès Oriental a la capital por la AP-7 y la C-33, continúa apareciendo como trayecto de pago, a pesar de que las tres barreras que hay que atravesar (la de Cardedeu, la de la Roca y la de Mollet) ya están abiertas –a pesar de que pendientes que Abertis retire los elementos físicos y tecnológicos de los que hablé en este espacio hace unos meses–. El error no afecta exclusivamente a mi trayecto: también aparece en otros muchos, como por ejemplo el de Tarragona a Girona.

El error es más visible en la aplicación móvil de Maps, que indica explícitamente sobre el mapa que habrá que pagar para circular. En la aplicación web no es tan evidente, pero en la lista de opciones de ruta que sale a la izquierda del mapa también se puede ver el odiado aviso de "Esta ruta tiene peajes". En cualquier caso, no es un problema exclusivo de Google: este viernes al mediodía, los peajes ya retirados todavía existían también en el resto de los grandes servicios comerciales de mapas y navegación, desde Apple Maps hasta Waze y Here WeGo.

Imagen de las rutas que propone Maps

Actualización de datos

Hasta cierto punto, estas discrepancias entre los datos y la realidad son anecdóticas, puesto que cualquier conductor catalán que no viva en una cueva ya se debe de haber enterado por los medios que los peajes han desaparecido. Más allá de esto, hasta que los errores queden corregidos, habrá conductores de fuera que harán kilómetros de más sin necesidad si eligen la ruta en función del coste de los peajes.

Lo que muestra la incidencia es la enorme complejidad de mantener al día las representaciones cartográficas de un mundo que cambia cada minuto. Las aplicaciones comerciales de mapas beben de fuentes muy diversas, empezando por los dos gigantes mundiales de la cartografía digital: la holandesa Tele Atlas, propiedad de TomTom, y la alemana Here, nacida como filial de Nokia con la compra de los datos de la norteamericana Navteq y actualmente en manos de un consorcio en que las marcas alemanas de automoción Audi, BMW y Daimler comparten la mayoría a partes iguales y que cuenta también con la participación de la japonesa Mitsubishi, el fabricante norteamericano de chips Intel y las empresas de componentes Bosch y Continental.

Sobre esta base, cada servicio incorpora nuevas fuentes de datos: imágenes de satélite, información de los catastros, datos de los operadores de medios y vías de transporte y flotas propias de vehículos que recorren incansablemente autopistas, carreteras, calles, pistas forestales y caminos rurales de todo el planeta recogiendo coordenadas e imágenes. La calidad y el grado de actualización de cada servicio son fruto del trabajo de pequeños ejércitos de analistas que combinan las diversas fuentes revisando la coherencia, una tarea nada sencilla. Google asegura tener cartografiados casi 65 millones de kilómetros y 200 millones de puntos de interés, sean comercios, monumentos, empresas o parques públicos, que actualiza 50 millones de veces cada día. La arma secreta de Google Maps, sin embargo, somos sus 1.000 millones de usuarios: mientras tenemos abierta la aplicación, nuestro móvil envía en streaming a los servidores de la empresa el recorrido que estamos haciendo, y gracias a esto todo el mundo puede ver el estado del tránsito en el mapa de su teléfono.

També hay que considerar que cuanta más información incluyen los mapas, más posibilidades de incidencias hay. Son míticas la desaparición de los horarios de los trenes de cercanías de Google Maps y, hace unos años, la castellanización por sorpresa de todo el nomenclador de calles de Catalunya por un exceso de diligencia en la traducción por parte de TomTom. Muchas aplicaciones de mapas también muestran los precios de los combustibles y los de los peajes, pero no suelen garantizar la fiabilidad de los datos que les facilitan las empresas. La nueva movilidad también introduce otras derivadas: generalmente las gasolineras están en el lugar que el navegador indica, pero los cargadores para vehículos eléctricos no siempre. Esto deja todavía lugar para cartografías especializadas como la de ElectroMaps.

OpenStreetMap, la excepción

El uso personal de los servicios comerciales de mapas suele ser gratis, pero las empresas que hay detrás hacen negocio vendiendo el acceso a los datos al por mayor a terceros, sean firmas de automoción o creadores de aplicaciones. Cuando tienen que mostrar dónde se encuentra un elemento –una vivienda en una aplicación de apartamentos turísticos, un monumento o un restaurante en una guía turística– hacen una consulta a los servidores de Google (o a los de Apple, o a los de Here) y a partir de una cierta cantidad de accesos empiezan a tener que pagar. Precisamente estos pagos cada vez más altos han favorecido la popularidad de OpenStreetMap (OSM), el equivalente cartográfico de la Wikipedia, plataforma en la que son los mismos usuarios quienes editan el contenido. Por eso OSM fue el primero y hasta ahora el único servicio de mapas que reflejó puntualmente el levantamiento de las barreras de peaje: los conductores catalanes más entusiastas las retiraron virtualmente de los mapas al mismo tiempo que los operarios de Abertis lo hacían físicamente.

Es probable que los algoritmos de Google ya hayan detectado que desde miércoles todos los coches circulan a 30 por hora por puntos de Martorell o Mollet donde antes todo el mundo se paraba y ya estén investigando el motivo. También muchos usuarios de Waze, propiedad de Google, deben de haber notificado con la aplicación que ahí ya no hay ningún peaje. Pero hasta que las empresas reaccionen, por una vez el mundo real habrá ido por delante del digital.

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