Charlie Pee: “Me gustan mucho el alcohol y las drogas, pero tengo mucho control de cuándo quiero tomar y cómo”
Humorista
Charlie Pee es uno de los nombres imprescindibles en la escena cómica catalana que ha estallado en los últimos años. Monologuistas en lengua catalana, hombres y mujeres, que empezaron en bares y que ya llenan grandes escenarios y espacios destacados en los medios de comunicación. Nacida Carlota Palà (Sabadell, 1990), en esta conversación explica cómo, después de licenciarse en traducción e interpretación, ha podido dedicarse a lo que le hace feliz a ella: hacer reír a los demás explicando sus miserias. Se la puede ver en La resistencia, con David Broncano, y en su espectáculo Mamasita.
Completa la frase: “Últimamente...”.
— Voy muy cansada, no paro de ir arriba y abajo, duermo poco y trabajo mucho. Pero también soy muy feliz, porque estoy viviendo de lo que yo quería vivir. O sea que bien.
En los últimos 10 años has podido ganarte la vida haciendo reír, que no sé si para ti ha sido una sorpresa o un sueño.
— Era un sueño, pero no le veía imposible. Simplemente, sabía que tenía que trabajar y ponerme a ello. Empecé hace 10 años y ahora hace dos o tres que vivo plenamente delstand-up, de hacer monólogos. Antes lo compaginaba con ser profesora de inglés, porque a mí siempre me gustaron los idiomas y estudié traducción e interpretación. Pero cuando terminé la carrera vi claro que no quería dedicarme a ello. Quería hacer algo que me apeteciera, y a mí me gustaba mucho la comedia. Había visto vídeos por Facebook de cómicos americanos y, de casualidad, fui a un show de Pep Plaza, que no tiene nada que ver con lo que yo hago, pero le vi que se lo pasaba tan bien, y me dije : "Esto, aquí, ¿quién lo enseña?". Terminé la carrera en junio y en julio ya estaba haciendo un curso intensivo de stand-up.
¿Tú de pequeña ya hacías reír?
— Sí, yo siempre me he dado cuenta de que hace gracia cómo cuento las cosas, pero he sido una niña muy introvertida, me costaba relacionarme con la gente. En un entorno de confianza veía que hacía reír. Y es una sensación que me gustaba. Pero es muy diferente hacer reír de forma natural que cuando buscas hacer reír.
¿Cuál es la última definición que se te ocurre sobre qué humor hace Charlie Pee?
— Hago reír de las cosas que me causan más dolor en mi vida. Las cojo y me río. El humor siempre ha sido un mecanismo de defensa para mí. Lo he hecho toda la vida, cuando algo me dolía o cuando alguien se reía de mí. Si tú te ríes de mí, espérate que me reiré yo primero y así desactivo tu risa.
Si algo te va bien, te lo guardas para ti, y si te va mal...
— Tendré diez minutitos de material.
¿Cuál es la última mierda que te ha pasado y has pensado que la aprovecharías para tu show?
— Se me murió la perra que he tenido 16 años conmigo. Tenía dos y en dos años han muerto ambas. Todo el proceso que es llevar a tu perro para que lo incineren. Cuando llegas allí, es comedia pura, pero en ese momento tú estás llorando. Te dejan elegir si quieres incinerarlo en grupo con otros animales o si quieres tu espacio. Escogimos una incineración particular. Llegas a un centro de Polinyà, te entran en una sala, te enseñan urnas y te preguntan cuál quieres. Si quieres un brazalete con la ceniza. Te abren otra sala y está tu perro allí expuesto. Es realmente como cuando muere una persona, te lo hacen todo igual. Entonces te dicen: “¿Quieres ver cómo lo metemos en el horno?” Y mi perro pesaba 40 kilos, un señor tenía que cogerlo a peso, no podía, y yo pensando que se le caería al suelo...
Es llorar y pensar el monólogo de humor al mismo tiempo.
— Sí, y darme cuenta de algo tan sencillo como que entre las dos perras las he tenido 17 años. Yo nunca me he masturbado sin las perras delante. El primer día que pasa esto piensas: “¡No me están mirando, qué extraño!” No he sabido hacerme esto sin las caras de mis perras juzgándome. Cosas de éstas, situaciones dolorosas que te generan comedia.
¿Cuál dirías que es, para ti, el objetivo último de hacer reír?
— Yo hago esto porque a mí me gusta. Hay mucha gente que dice que le encanta hacer felices a los demás y tal. Yo no hago reír para hacer felices a los demás. Me gusta ser honesta. El objetivo de hacer reír es ser feliz yo. Creo que es una terapia, de alguna forma. Aunque voy a terapia, eh.
Cuando vas a terapia, ¿tu objetivo también es hacer reír a la psicóloga?
— No, pero muchas veces me ocurre que estoy en terapia y le hago el chiste. Y no se ríe, evidentemente, pero es como yo cuento las cosas que me causan dolor. La terapeuta es mi público más duro.
Charlie, ¿cuál es la última persona de tu pasado que te ha dicho “Nunca habría dicho que tú, tal y como eras, subirías en un escenario y vivirías de esto”?
— Cualquier persona de mi familia que ha vivido conmigo de pequeña me lo ha dicho. Mis hermanos, mis padres, mis abuelos, gente que iba conmigo al cole. Es que era muy introvertida, muy tímida, no hablaba con la gente. No era popular, no tenía amigas, iba a mi aire, pero como tenía muy buen interior no sentía que me faltara nada. Dedicarme a esto me ha hecho más sociable, porque cuando tú llegas a Guadalajara, al bar Manolo, a hacer un monólogo, tienes que hablar con Manolo y tienes que caerle bien a Manolo. No soy nada vergonzosa, pero soy tímida e introvertida. Hay cosas que las he contado antes en un escenario que a mi familia. Es una reflexión que hago en mi monólogo, Mamasita.
¿Cuál es la última vez que te has tomado una cerveza?
— Fue el jueves [la entrevista la grabamos un lunes], y es rarísimo que haga tantos días, pero es que este fin de semana he tenido la peor migraña de mi vida.
Cerveza sin gluten...
— Sí, yo nunca he probado una cerveza normal. Desde los nueve años que hago una dieta sin gluten.
¿Qué últimos recuerdos tienes de cuando no sabías que eras celíaca?
— Recuerdo encontrarme fatal, estuve muy enferma. Tardaron dos años en encontrarme que era celíaca. Me encantaban los Filipinos blancos, los Phoskitos, y nunca más. Una vez por accidente me dieron seitán. Tú coges el trigo y le quitas el gluten, y con ese gluten hacen el seitán. No hay ninguna comida que sea más gluten puro, pero sabe a corcho. Si hubiera querido comer gluten me habría comido una pizza.
Hablemos de otras cosas. Se avecinan las elecciones del 12 de mayo. ¿Tienes claro quién votarás o lo decidirás el último día?
— No lo tengo claro.
¿No lo tienes claro o no quieres decirlo? ¿Puedo preguntarte quién votaste en las últimas elecciones?
— No me acuerdo. Estoy muy desconectada de la política. De votar siempre voy a votar. Yo soy mucho de votar a la CUP.
¿Recuerdas qué pedías en la última manifestación a la que fuiste?
— El 8-M.
¿Cuándo fue la última vez que compraste un periódico en papel?
— Uf, no me acuerdo. Hace años de eso, quizás cuando veraneábamos con la familia e iba a comprar el diario con mis abuelos.
¿Compartes la idea de que a tu generación nunca le irán las cosas tan bien como a la generación de sus padres?
— Creo que a mí me va mejor que a mis padres. Pero también hablo desde el privilegio y veo que no todo es tan fácil. Cada generación tiene sus dificultades y facilidades. Por ejemplo, mis padres pudieron comprar un piso y yo no me lo he podido comprar.
¿Cuál es la última vez que has cambiado de piso?
— En junio del pasado año. Vivía sola y he ido a vivir con mi hermana. Es la única persona con la que después de vivir sola puedo compartir un piso. Estamos en alquiler en un piso que nos gusta mucho.
Ahora estás trabajando entre Barcelona y Madrid. ¿Quiere esto decir que tienes dos pisos abiertos?
— Sí, en Madrid tengo una habitación alquilada. El tema de la vivienda lo tenemos mucho más complicado nosotros que nuestros padres, es verdad.
¿Tú eres más tú en catalán o en castellano?
— En catalán. La gracia que tengo en castellano es que no sé, y me tropiezo y digo catalanadas. Cuando hablo en castellano tengo que pensar cómo se dicen las cosas. Yo me he criado, he vivido y he hablado siempre en catalán. Hasta que no me han salido cosas de trabajo, en mi día a día no utilizaba el español.
¿Cuál es la última frase de tu monólogo?
— "Nunca habría pensado que ahora, abril del 2024, si tuviera que estar haciendo rehabilitación, sería por la rodilla".
¿La última noche sin dormir?
— La semana pasada. Me gusta mucho salir de fiesta. Me gusta mucho divertirme. Cuando has estado tres días seguidos de bolo, poder salir, desahogarme, descontrolarme... Me encanta la música, la electrónica, el techno, el trance, poder ir a clubs de música de este tipo, y bailar y divertirme, necesito hacerlo a menudo.
¿Salir significa noche sin dormir?
— Salir para mí es cerrar el Apolo y después continuar un rato. Para mí cerrar Apolo es un día tranquilo. Si a las seis me acuesto, es como: “¡Hoy nos hemos portado bien!” Para mí no dormir es llegar a las 12 del mediodía a casa.
¿La última adicción? Alcohol, drogas...
— No, creo que tengo mucho control. Me gusta mucho el alcohol y me gustan mucho las drogas pero tengo mucho control de cuándo quiero tomar y cómo. ¿Adicción? Yo me mordía mucho las uñas, pero ahora me he puesto unas uñas largas... No fumo, nunca he fumado, no me gusta. Lo que más hago cuando salgo es beber e incluso alguna droga pero no diría que es una adicción.
¿Cuál es la última vez que has tenido que tratar con la policía?
— Pues mira, por Fin de Año. Yo fui a una fiesta rollo after, por la mañana, y de repente entró la policía en el local para que recogiéramos.
¿Cuál es el último descubrimiento que has hecho en el mundo del humor, de alguien que te haga reír mucho?
— ¿Sabes lo que pasa? Que hace mucho tiempo que no consumo comedia. Estaba algo saturada. También es un momento en el que genero poca comedia. Hago mi show y mis secciones, pero hace medio año que no voy a Micros Oberts a probar texto nuevo. He necesitado buscar otras cosas. Ahora me estoy metiendo en el mundo de la música, pero lo he separado completamente de Charlie Pee. Estoy pinchando, haciendo de DJ con una amiga, hemos creado un dúo de DJs y ahora sacaremos nuestra primera canción. Me di cuenta de que cuando empecé a hacer música y me llamaban de una sala para ir a pinchar, ponían: “La colaboradora de 'La resistencia' viene a...”. Y he querido separarlo.
¿Significa esto que un día podrías dejar la comedia?
— No, tengo clarísimo que no. Necesitaba una parada. A partir de septiembre me pondré a preparar el nuevo show.
¿Y cómo te llamas en este proyecto musical?
— Pues como mi nombre de DNI, que nadie conoce, Carlota Palà. Y con mi amiga, Ariadna, cuando trabajamos juntas nos llamamos Novias.
¿Quién es la última persona que todavía te llama Carlota?
— Mis abuelos son los únicos. Pero gente que ahora me conoce por la música a veces me llama “Carlota, Carlota”, y me explota la cabeza. Un caos.
Las dos últimas son iguales para todos. ¿Conoces alguna canción de El Último de la Fila?
— Si sonara alguna que sea muy conocida seguro que la reconocería, a mi padre le gustan.
Las últimas palabras de la entrevista son las tuyas.
— Voy a decir una cosa: las redes sociales están muy bien, pero se han comido las cosas en directo. Hay mucho contenido que es de directo que ya ha estado pensado para colgarlo en las redes. Recomiendo que vayáis a shows y a espectáculos y conciertos que sean pensados para ese directo, y no para sacar las mejores partes y ponerlas en las redes. Recomiendo mucho esto... Y que me queráis, hijos de puta.
La cita con Charlie Pee és en el Museo del Arte Prohibido, abierto desde hace medio año en un edificio modernista junto a la rambla de Catalunya. El fotógrafo Pere Virgili la pasea por una colección única en el mundo de obras censuradas y la va retratando, ahora en el ascensor del museo, junto a una figura de cera de Franco encajada en una nevera de Coca-Cola , ahora frente a Consumer art , un audiovisual de Natalia Lach en el que se ven modelos comiendo de forma sugerente plátanos o frankfurts.
Charlie Pee, como tantas barcelonesas de treinta y pocos, lleva una tote bag , una bolsa de tela, en este caso de los Figa Flawas. Gafas redondas, camiseta blanca con un corazón rojo en el pecho y lazo rojo sobre sus cabellos de color naranja. Cuando acabamos, pide la hora. Hay que ir al psicólogo. Al parecer, la entrevista no convalida una sesión de terapia.