Hablan las amantes

HBO Max desvela las acrobacias del Estado para tapar los escándalos sexuales de Juan Carlos

La docuserie ‘Salvar al rey’ incluye audios inéditos de conversaciones íntimas del exrey

Uno de los fotogramas de 'Salvar al rey'
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BarcelonaEl rey Juan Carlos ha disfrutado de una inviolabilidad judicial, reconocida por la Constitución, que le ha permitido meterse en todo tipo de escándalos sin tener que responder ante los tribunales. Pero, después, había una segunda inviolabilidad, igual de importante que la primera: la mediática. El periodista Santiago Acosta ha estrenado la serie documental Salvar al rey en HBO Max, donde una cincuentena de testigos explican la confabulación entre políticos, servicios secretos, judicatura y, sobre todo, periodistas, para mantener las actividades menos ejemplares del monarca bajo la alfombra, lejos de la mirada de la opinión pública.

A lo largo de tres episodios, la docuserie se centra en buena medida en las diferentes amantes de Juan Carlos, pero no desde la perspectiva del cotilleo, sino examinando las consecuencias que ha tenido para el Estado la dispersión amatoria del anterior rey. Y esto incluye desde pisos pagados con fondos públicos para que el monarca pudiera tener la intimidad necesaria para sus aventuras hasta el hecho de que algunas de sus amistades íntimas, como la vedete Bárbara Rey, guardaran cintas comprometedoras que podían hacer tambalear la institución. Un caso significativo es el de la propia Bárbara Rey, que a cambio de su discreción acabó presentando un programa de cocina en Canal 9, a medio millón de pesetas el episodio, como forma de aplacar sus demandas económicas (y, de paso, mantenerla lejos de Madrid).

Entre las aportaciones específicas de Salvar al rey está iluminar una figura poco conocida por el gran público, entre las amantes reales: Queca Campillo. La fotoperiodista –muerta de un cáncer el 2015– fue una de las primeras amantes de Juan Carlos, con quien se encontraba en una furgoneta aparcada en un camino fuera de la Zarzuela. Autora de un dietario privado, grabado en cintas de casete, su hija ha permitido la publicación de algunas de las entradas de quien mantuvo una relación de amistad, intimidad y confidencia de casi tres décadas con el rey. Durante los primeros años de reinado, Campillo filtraba a periodistas de su círculo aquellas informaciones que el rey quería hacer aparecer en la prensa y también era los ojos del emérito para saber qué se cocía en los cenáculos del cuarto poder.

Todavía más comprometedoras son algunas de las grabaciones que hizo Bárbara Rey de sus conversaciones con el entonces rey, donde el monarca lanzaba despreocupadamente confidencias que evidencian su falta de neutralidad política. En uno de los audios que aparecen en el documental, Juan Carlos comenta la fuga de Luis Roldán, director general de la Guardia Civil. “Entre tú y yo, la Guardia Civil dice que mejor no encontrarlo. O encontrarlo muerto”, deja caer el rey. Ella le pincha y le pregunta si es por todo lo que podría contar. Entonces Juan Carlos vacila, como si se diera cuenta que ha hablado demasiado, y responde con una evasiva.

Pero los micrófonos indiscretos no eran monopolio de las amantes reales. También el servicio de Inteligencia grababa con cámaras y micrófonos las conversaciones y actividades de Juan Carlos en el piso franco que habían montado en la calle Sextante de Madrid. El coronel Juan Alberto Perote, número 2 del Cesid, se llevó parte del material grabado cuando abandonó el cargo y lo puso a disposición de Mario Conde, para que pudiera publicarlo en los medios de comunicación que había comprado. El empresario lo usaba como amenaza, para evitar su encarcelamiento, como respuesta por la ofensiva desde la bancada socialista para desactivarlo, puesto que se perfilaba como posible candidato a la presidencia del gobierno español.

Asedio a la prensa

Salvar al rey empezó a gestarse hace un año y medio, cuando llegó a las manos del director de la serie, Santi Acosta, una de las famosas fotos del rey Juan Carlos desnudo, tomada en 1989, y que pocos españoles han podido ver. “Entonces pensamos que debían de quedar muchas cosas aunque no se han publicado por temor o por presiones, y nos pusimos a investigar”, explica el periodista a este diario.

“Al final, la principal aportación de la docuserie pienso que es mostrar el uso de fondos reservados para salvar al monarca, resolviendo chantajes o haciendo frente a las situaciones comprometidas en las que se metía. Y también mostrar cómo los medios hemos callado lo que pasaba. Unas veces porque no había bastantes pruebas y las otras porque eran impublicables. Algunas cosas sí que se publicaban, pero entonces no tenían repercusión porque los diarios de referencia o las televisiones no lo recogían”. Acosta revela también que la mayoría de solicitudes de testimonios recibieron una respuesta positiva, pero que ninguno de los expresidentes españoles accedió a ponerse ante las cámaras.

Durante el metraje, se desprende un funcionamiento de la prensa muy influido por las instituciones, las instrucciones poco confesables, las filtraciones interesadas y el pacto de omertà. Uno de los periodistas que desafió esta ley del silencio fue Juan Luis Galiacho, el primero en publicar la noticia de que el juez Torres había ordenado investigar a Iñaki Urdangarin. “Se lo ofrecí a Antena 3 y a la Cope, pero no lo querían –recuerda para el ARA–. Finalmente, Ely del Valle, que hacía las mañanas en la Cope, me lo cogió y lo colocó sin consultarlo a nadie antes. La noticia duró tres minutos en la web y a ella la llamaron al orden”.

Sobre si estas prácticas para controlar el relato mediático todavía son vigentes con el nuevo monarca, Galiacho es tajante: “Sí que hay una cortina para intentar que al rey Felipe no le salpique nada. Pero es cierto que no hay nada que se haya descubierto, mientras que en el caso de Juan Carlos, a los últimos años, era un sálvese quien pueda. Y lo he dicho alguna vez: si a alguien se le tendría que hacer un monumento es a Letizia, que es quien para todo aquello y le dice al marido que con aquella tropa no puede ir a ninguna parte. Es ella quien rompe la familia”.

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