Las redes sociales se inventaron para una cosa y funcionan para otra. No nos engañemos, Facebook tenía como objetivo principal poder ligar. Muestras tus fotos, tus vacaciones, tus lecturas y así atraes a personas de tu entorno. Pero, en un giro que nadie esperaba, se ha convertido en un arma política con más influencia que cualquier medio de comunicación.
Twitter nació para los famosos. Nos cuesta recordarlo, pero hace 11 años era una red para que las grandes estrellas pudieran anunciar sus próximos conciertos o su última película. Sin embargo, los usuarios tomaron el mando de la plataforma y consiguieron hacerse con ella. Inventaron hashtags que han pasado a la historia, como el #MeToo, crearon memes capaces de registrar momentos históricos y tiraron de creatividad para generar pseudonovelas a base de mensajes de 140 caracteres. Es como en ese famoso gif de Maggie Simpson en el que le regalan un muñeco, pero ella prefiere jugar con el envoltorio. Nadie necesita una red social, pero cuando la recibimos, decidimos jugar a nuestra manera.
Esta semana Elon Musk ha decidido matar al pájaro azul de Twitter y colocar un logo en forma de X. Eso quiere decir que se vienen cambios en la plataforma. Lleva mucho tiempo anunciándolos y muchos se preguntan para qué ha comprado Musk Twitter si pensaba cambiarlo. Tengo la sospecha de que el multimillonario sudafricano no ha comprado una app, ha comprado millones de usuarios.
El gran problema de arrancar una red social nueva es, precisamente, ser social. Hace tan solo un mes se lanzaba la app Threads, la competencia de Twitter de Zuckerberg. No era nada radical, era lo mismo que Twitter, pero sin Musk. El lanzamiento ha sido un rotundo fracaso. La mitad de los usuarios ya han abandonado la red y todos sabemos por qué. Porque está vacía.
Las redes sociales se nutre de los productos que ofrecen los usuarios. Si no hay usuarios, no hay contenido, ni interés. Un amigo siempre dice que las redes sociales son, en realidad, un mercadillo. La administración se encarga de construir el puesto, tú expones el producto. Pero sin vendedores, no hay productos. Musk lo sabe, por eso se ha saltado ese primer paso y ha comprado a los vendedores. Ya tiene su propio mercadillo, ahora toca modificar los puestos.
Y aquí viene lo interesante ¿Qué harán esos millones de usuarios? ¿Jugarán a su juego? ¿O inventarán uno nuevo? ¿Será un fracaso o un éxito? Yo, cual Ian Malcom en Parque Jurásico, tengo la esperanza de que la vida se abra camino en X.