La mentira de los 40 años de TV3

El encuentro entre Joel Joan y Jordi Sánchez en '40 años y una noche'
Periodista i crítica de televisió
3 min

Durante semanas hemos visto un anuncio del aniversario de TV3 en el que salía Albert Om con un sobre en la mano diciendo que ahí dentro estaba la grabación de un programa inaugural que nunca se había emitido y que veríamos en la fiesta de los cuarenta años. Lo confirmó también el director de la cadena en el Col·lapse. Y así empezó la emisión registrada de 40 anys i una nit: Om, con el sobre en la mano y tras explicar los cambios que ha experimentado la televisión en las últimas cuatro décadas en un fantástico y expectante plano secuencia, ponía la cinta de vídeo y descubríamos un monólogo inédito de Pepe Rubianes de bienvenida a la cadena. Rubianes incluso apelaba al deseo de estar allí cuarenta años después. Si los espectadores esperaban a la una de la madrugada y al final de los créditos, descubrían que todo era una farsa, y que aquella Noche de juerga era uno deepfake fabricado para la ocasión, para transmitir esa idea de cambios tecnológicos y de posibilidades mediáticas. Una mentira que se ha utilizado de señuelo televisivo, quizás porque TV3 se ha enseñado tanto a sí misma y las imágenes de archivo ya están tan vistas que, después de cuarenta años, han tenido que empezar a inventarlas. Pero la idea apelaba a la censura ya la mentira. Y a la necesidad de engañar por crear emoción. Unas virtudes de las que la televisión pública quizás no debería hacer tanta gala.

Lo que hacía más ilusión de 40 anys i una nit era la cantidad de profesionales juntos sentados de público y verlos fuera de su contexto habitual. Albert Om fue un presentador impecable y entusiasta al que TV3 debería asignar proyectos más ambiciosos. Los contenidos fueron simpáticos pero irregulares. El juego de datos con los conductores de los Telenotícies, el concurso con parejas de presentadores, los montajes de las noticias que se han explicado a lo largo de todo este tiempo, el homenaje al canal infantil con el hit musical del Per molts anys, el recuerdo del Polònia de los profesionales de la pantalla que nos han dejado (con el discurso añadido de Mari Pau Huguet para los compañeros que no aparecían en antena) fueron momentos que conectaban con la nostalgia y la dimensión emocional de TV3. Fue evidente la voluntad de, más allá de tirar de archivo, hacer un programa que se esforzaba por jugar con los formatos y las estrellas de la cadena. Las actuaciones musicales en directo servían para fiesta. ElA pelo con Corbacho y Millán sentados con Mònica Terribas sirvió para comentar los cambios sociales del paso del tiempo, sobre todo en materia de feminismo. Pero, irónicamente, ese sofá fue un ejemplo flagrante de manspreading. Carlos Francino, el héroe reencontrado, fue el más crítico recordando las injerencias políticas. También hubo propuestas que chirriaban, con efluvios de La Marató reciclada. El propio Quim Masferrer confesaba haber sufrido interpretando un terrible sucedáneo de El foraster pidiendo chismes a los profesionales. El número musical final con los de Euforia era muy chabacano. A las citas les faltó algo de sustancia, especialmente en el encuentro entre Joel Joan y Jordi Sánchez, de quien quizá la audiencia esperaba que se sacaría más partido. En general hubo más batallitas personales que de cadena, y se priorizó tanto la fiesta que quizá haría falta otra conmemoración para poner en valor los aspectos más ambiciosos y periodísticos de una televisión pública que ha sobresalido en información y divulgación social y cultural.

Hubo notables ausencias, como las de Joaquim Maria Puyal, Miquel Calçada, Joan Salvat o Jaume Figueras. Y fue curioso que los saludos breves de Susanna Griso y Josep Cuní se hicieran con la ciudad de Madrid de fondo, subrayando la geografía como marco diferencial.

Joan Pera sigue siendo la figura emblemática de la cadena, ya la hora de pensar un deseo por soplar las velas bromeó con pedir que, dentro de cuarenta años, todos juntos puedan estar allí otra vez. Que no lo dude. Con el deepfake incluso Albert Om podrá volver a presentar el programa. Y con el reciclaje de difuntos, la grada de presentadores se mantendrá intacta.

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