Neil Young, al rescate de la calidad de sonido

El cantautor canadiense lleva casi una década intentando convencer a las discográficas de que dejen de exprimir a los aficionados a la música

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Neil Young en una imagen de archivo de un concierto a Hyde Park

Que levante la mano quien no haya pagado más de una vez por la misma música. Los melómanos de cierta edad hemos tenido ocasión de comprar nuestros álbumes preferidos en múltiples variantes consecutivas: cuando salieron aquí en vinilo; las ediciones europeas con carpeta desplegable que la discográfica española se había ahorrado; las primeras ediciones digitales en disco compacto; las segundas, también en CD pero oportunamente remasterizadas; las inevitables cajas recopilatorias con contenido extra, generalmente prescindible; las descargas digitales desde iTunes; y, en los últimos años, pagamos una cuota mensual a Spotify para tenerlos al alcance desde el ordenador, el móvil o el altavoz conectado.

Supuestamente, con cada cambio de apoyo teníamos que obtener alguna mejora, fuera en comodidad o en calidad de sonido. En la práctica no ha sido así: es conocido que los CD tienen menos ruido de fondo que los discos de vinilo, pero si los vinilos están bien conservados y leídos, suenan más fieles a la grabación original. En cuanto a los Mp3 y otros formatos equivalentes que se han ido imponiendo con la distribución digital de la música, dejan por el camino buena parte de la información por culpa de los algoritmos de compresión. El resultado es que, por ahora, continuamos alimentando a la industria discográfica a cambio de un producto cada vez peor.

Dentro de la misma industria, sin embargo, hay algunas voces que intentan ponerle freno. La más destacada es, sin duda, la de Neil Young. El cantautor canadiense lleva años deplorando la degradación de la calidad sonora de los formatos digitales de distribución. Ya en 2012, Young criticaba en su autobiografía Waging heavy peace la calidad sonora del formato digital entonces dominante: las canciones descargables a tanto la unidad desde la tienda iTunes de Apple para los reproductores iPod.

Música en alta resolución

A diferencia otros artistas, Young no se quedó en la queja y se propuso "rescatar la forma artística que hace 50 años que practico". El mismo año constituyó con aportaciones de varios colegas la empresa PonoMusic y en el mes de septiembre ya mostraba un prototipo del PonoPlayer, un reproductor portátil alternativo al iPod de Apple, con una forma característica que recuerda una xocolatina Toblerone, y que admitía ficheros de música de alta resolución creados a partir de las grabaciones originales, con un contenido mucho más rico que el de un disco compacto, gracias a la ausencia de compresión y a unos parámetros de digitalización mucho más estrictos. Para poner cifras: los ficheros de formato FLAC de PonoMusic tenían una densidad de 9.216 kilobits por segundo (kbps), gracias al muestreo del audio original a una frecuencia de 192 kHz y la digitalización de cada muestra con 24 bits. Comparadlo con los 1.411 kbps que contienen los discos compactos (fruto del estándar CD de muestreo a 44,1 kHz y digitalización con 16 bits), y sobre todo con el máximo de 320 kbps que ofrecen las plataformas de streaming de uso mayoritario.

Una aparición de Young en el programa de televisión de David Letterman con el PonoPlayer impulsó una campaña de crowdfunding en Kickstarter que recaudó suficiente dinero para producir una partida inicial de 15.000 reproductores a unos 400 dólares la pieza. Se interpretó que el éxito indicaba el interés del público por escuchar mejor la música digital.

En paralelo, igual que el iPod dependía de la tienda iTunes, el PonoPlayer necesitaba un catálogo de música descargable en alta resolución. Young aprovechó su autoridad en la industria para conseguir el apoyo de su discográfica, Warner, y de las otras dos majors, Sony y Universal, que aceptaron proporcionarle los másteres analógicos originales de los títulos más populares de sus respectivos catálogos. Eso sí, la digitalización en alta resolución iba a cargo de PonoMusic y, a razón de unos 5.000 dólares cada álbum, el coste se fue ensartando considerablemente, y el compromiso de ofrecer los ficheros de alta resolución al mismo precio que otras tiendas vendían los ficheros comprimidos hacía cada vez más difícil recuperar la inversión, a pesar de que la tienda web de Pono fue desarrollada prácticamente a precio de coste por la firma Salesforce, gracias a la implicación de su presidente, Marc Benioff, amigo personal de Young.

Pero, sobre todo, Pono llegaba tarde. Cuando el PonoPlayer salió a la venta el enero de 2015, la mayoría de los consumidores ya preferían escuchar la música con el smartphone , y la empresa se había quedado sin financiación para intentar una reorientación. Encima, la empresa Omnifone, a quien PonoMusic había subcontratado la digitalización y la gestión del catálogo de ficheros de alta resolución de la tienda, quebró y fue comprada por el rival Apple, que dejó de darle el servicio acordado. La tienda de música en alta resolución dejó de funcionar temporalmente a mediados del 2016 y menos de un año después se anunció que cerraba definitivamente, cosa que obligaba los propietarios de reproductores PonoPlayer a buscar otros servicios para descargar música en alta resolución.

En el libro To feel the music: a songwriter’s mission to save high quality audio (2019), Young y Phil Baker, el responsable técnico de PonoMusic, explican con detalle la evolución de la empresa desde su creación hasta el fracaso. En los últimos capítulos apuntan la intención de renacer en forma de plataforma de streaming optimizada para la música en alta resolución, usando la tecnología de la firma de Singapur OraStream, que ofrece automáticamente en cada momento la máxima calidad de audición posible con el dispositivo que usamos y el ancho de banda de conexión disponible. Es lo que Netflix hace desde siempre con los vídeos, pero hasta ahora nadie había pensado aplicarlo a la música. Este hipotético nuevo servicio de streaming incluso tiene nombre: Xstream. Pero hoy en día todavía no ha hecho acto de presencia en el mercado y es dudoso que llegue a hacerlo, considerando que las plataformas existentes ya empiezan a ofrecer modalidades de alta resolución, a pesar de que en un formato mucho más primario y con un suplemento considerable sobre el precio de la modalidad estándar.

Aun así, el espíritu de Pono continúa vivo, si bien con un alcance mucho más modesto: en concreto, la obra musical de su promotor. La plataforma Neil Young Archives ofrece al completo en formato de alta resolución la extensa producción musical del artista canadiense, desde los álbumes oficiales hasta maquetas de canciones, pasando por grabaciones de conciertos, acompañada de letras, notas e informaciones sobre el contexto histórico en que cada pieza fue creada. Todo presentado con una estética retro que esconde su auténtica potencia: el mencionado streaming optimizado. Las aplicaciones de reproducción (web, iOS y Android) muestran la densidad de datos en streaming y disponen de un conmutador para comparar instantáneamente la calidad sonora entre las modalidades de 320 kbps, CD y alta resolución. Con unos buenos auriculares o altavoces, la diferencia se claramente apreciable y te hace desear que toda la música se pudiera escuchar así de bien.

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