BarcelonaCuenta Jordi Pujol en sus memorias que el grito de guerra que actuó como motor del desarrollo autonómico en España al inicio de la democracia fue algo como "¡No queremos ser menos que los catalanes!" Según relata, el paroxismo llegó a tal punto que La Rioja reclamó las competencias que tenía Catalunya sobre costas y lagos pese a no tener mar. Aquel principio sigue hoy igual de vigente. El presidente de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, da hoy una entrevista en El Mundo en la que afirma: "No aceptaré que un catalán tenga más que un andaluz". La frase da para unas cuantas repreguntas. Por ejemplo: "¿Usted acepta que un vasco o un navarro tengan más que un andaluz?" O: "¿Usted cree que con el sistema actual un andaluz tiene lo mismo que un madrileño o un cántabro?" Y aún más: "¿Le parecería justo que un catalán, o un valenciano, tuviera menos que un andaluz?"
En fin, la cuestión es que este lema de no ser menos que los catalanes esconde una gran falsedad. Estoy seguro de que si se le pregunta a Moreno Bonilla si quiere tener las mismas competencias que Catalunya dirá que sí. Pero entonces ¿por qué no reclama las competencias en prisiones o crea una policía andaluza propia? Muy fácil, por la sencilla razón de que la voluntad de autogobierno de Catalunya no es la misma que la de Andalucía. Y esto ocurre porque, por mucho que insistan en el mantra de la igualdad, en España los territorios tienen naturalezas distintas. Por eso no hay peligro de que el concierto, si se da en Catalunya, se generalice al resto. Nadie querrá asumir la responsabilidad (y cargarse al fallecido) de cobrar los impuestos, al igual que hasta ahora no han querido ni las prisiones ni la policía.