Pasar cuentas con Jordi Pujol o exhibirlo
El juicio a los Pujol está en marcha y la estampa histórica de ver todo el clan en el banquillo ocupaba la práctica totalidad de portadas ya algunos se les notaba una delectación excesiva. Me ha sorprendido, por ejemplo, queEl Paísescogiera una foto en solitario del patriarca –que seguía la vista desde casa– allá donde el resto optaba por el nutrido conjunto. Hubo un momento en el que el diario de Prisa era el principal enemigo mediático de Jordi Pujol. Luego Felipe González se entendió y la presión periodística, mágicamente, se relajó. La foto de ayer quizá se pueda analizar freudianamente como una forma del rotativo de decir que la última palabra en la configuración de su legado todavía la tienen ellos. Retratarle a él solo se aleja de una de las nociones que más circulan, según la cual fue la familia quien montó la trama, con Ferrusola a la cabeza, mientras él purgaba la mala conciencia de padre ausente mirando hacia el otro lado y se dedicaba a la política.
El titular delAbctambién puede analizarse con mirada larga. "Los Pujol se victimizan", dicen en letras de tamaño más que generoso. Claro, no recuerdan que hubo un momento, en 1984, en el que le nombraron español del año, por su aportación a la estabilidad del Estado. (Bueno, y porque demostraba que se podía ganar el PSOE: el pacto del Majestic, doce años después, con José María Aznar se empezó a forjar aquí.) En la defensa del personaje, afectado por el caso Banca Catalana, escribían: "Si la vida pública española se viera invadida por campañas de desprestigio, fundadas en meras apariencias de responsabilidad intransitable". Pero bueno, de un diario que publicó la portada "En Múnich, aseguran la paz de Europa cuatro hombres de buena voluntad: Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier" es fácil presuponerle una gran capacidad de olvido. Cuando le interesa.
