La revista Science ha publicado un estudio sobre el que merece la pena reflexionar. Sus autores aseguran que noticias factualmente precisas, pero con titulares que sugieren efectos nocivos de las vacunas de la covid, tienen cerca de 50 veces más impacto que las mentiras descaradas difundidas por los grupos antivacunas. Es lo que se llama "contenido gris", porque técnicamente el artículo es correcto, pero las implicaciones que se derivan no lo son. Con un ejemplo se ve mejor. El Chicago Tribune publicó el titular "Un médico sano muere dos semanas después de recibir la vacuna de la cóvido; Sanidad lo investiga". El forense determinó que, efectivamente, la vacuna le provocó una reacción inusual que resultó en su muerte. Pero para determinar si este tratamiento era seguro o no, los casos deben ponerse en contexto con miles de millones de dosis suministradas sin esta lamentable consecuencia (y también con los porcentajes de muertes por cóvido en individuos no vacunados). En cualquier caso, la noticia –cuando todavía era una especulación, sin confirmación médica que certificara la relación de causa y efecto– fue vista por 54,9 millones de usuarios de Facebook: uno de cada cinco registrados en esta red en Estados Unidos . Esto fue seis veces más que todos los contenidos marcados como fake news por los verificadores de la plataforma y los usuarios combinados.
Un titular llama la atención, pero contiene el peligro de dejar una idea demasiado simple o distorsionada si toma la parte por el todo. Los autores del estudio creen que este periodismo gris aumentó las dudas sobre las vacunas un 2,3%, y que unos 3 millones de ciudadanos renunciaron al tratamiento por el impacto de material periodístico sesgado. Por el contrario, el contenido directamente falso sólo impactó en un 0,05% (o 65.000 personas). Para pensar en ello.