La publicidad del Ibex 35 y los lirios en la mano

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Hoy el repaso a las portadas del día se acababa deprisa: en todos los diarios de Madrid y también en El Periódico y en La Vanguardia se repetía el propio anuncio plantificado de Telefónica, con motivo del centenario de la antigua empresa estatal. Evidentemente, hay cierto orgullo al poder lucir una primera página con noticias, pero, al mismo tiempo, molesta a esta obvia discriminación. La prensa en catalán –escrita en catalán, pensada en catalán– sufre a menudo críticas por las subvenciones que recibe, o por la publicidad institucional de la Generalitat. Es una de esas llufas que cuelgan constantemente aquella gente, por decirlo a la manera de Ovidi Montllor, "a quien no le gusta que se hable, se escriba o se piense en catalán". Pero al menos son públicas –es la única administración en el Estado que lo hace– y el lector puede calibrar si le parecen proporcionadas al impacto y alcance de un proyecto. Ojalá no fueran necesarias, pero resulta que el espacio comunicativo catalán sufre unos déficits por motivos históricos que hacen imprescindible el sistema de ayudas si se quiere competir con medios que pueden disponer de más recursos por la dimensión de su mercado y dominancia de su lengua vehicular. Eso sí, si se pone dinero en juego, el reparto debe estar a la vista de todos, por respeto al ciudadano.

Lirio de nieve

Y, en todo caso, no puede perderse de vista que Madrid tiene su sistema de publicidad institucional, solo que mucho más opaco y, por tanto, discrecional. Además, las empresas del Ibex lo son fundamentalmente de mercados regulados y con frecuencia tienen simpáticas puertas giratorias. Las válvulas que regulan este flujo de dinero privado no se mueven obedeciendo sólo a criterios de eficacia publicitaria: son manitas que han abierto o cerrado grifos para hacer saltar a directores, o para mantener con vida medios creados exclusivamente como ariete político. Lo digo porque, a veces, en Catalunya vamos un poco con el lirio en la mano.

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