Retrato de la música que lo peta

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Higo Flawas en una foto promocional.

"Estamos en uno de los momentos más esplendorosos de la historia", "Ver cómo está la industria ahora mismo en Cataluña es muy divertido", "Hay mucho, con mucha calidad y con muchos seguidores". Son tres afirmaciones que se hacen en el Sin ficción de este martes sobre la producción musical en catalán que es tendencia. La joya de los protagonistas es inaudita en un país donde se recurre más bien al lamento y la resignación a la hora de describir los diferentes ámbitos de la industria cultural. Esa alegría que se respira en La banda del patio confirma el fenómeno y la necesidad de explorarlo.

Se entiende por "la banda del patio" la constelación de grupos y artistas que quedan integrados en el panorama musical liderado por Figa Flawas, The Tyets, Julieta y Mushkaa. Diversidad de estilos urbanos, con figuras de éxito que han pasado de la habitación de su casa al escenario.

El documental entrevista a múltiples representantes del panorama musical actual, periodistas, productores y expertos, buscando también el diálogo intergeneracional para entender el auge y la evolución de la escena musical catalana. El retrato resultante es muy interesante porque nos están describiendo actitudes generacionales, transformaciones sociales y cambios culturales que definen nuestra realidad.

Existe el acierto de hacer hincapié en diferentes aspectos que perfilan el contexto creativo. Espíritu de colectividad, orgullo de gremio y, a pesar de alguna voz discordante más crítica (que se agradece), una autocomplacencia global. El documental dibuja la conciencia generacional, las distintas promociones de artistas, el diálogo entre ellos y también las disrupciones en la evolución. Y en este sentido, pone el énfasis en un aspecto relevante: la despolitización de la música. Expone la influencia del proceso independentista y cómo los artistas que han aparecido posteriormente rechazan el mensaje político. "No hacemos política", dicen unos. Y reivindican la necesidad de hablar de uno mismo y de las propias circunstancias. Sin embargo, la ausencia de política no deja de ser otro mensaje de inevitables consecuencias políticas. Y esto deriva también en una individualización y una preeminencia del yo en la narrativa. El Sin ficción no se olvida del uso del lenguaje y del catalán. “No hace falta decir chispa”, comentan, priorizando la chispa como expresión que consideran más natural. Nos evidencia la reivindicación del catalán como convicción o como vehículo para acceder a un mercado concreto, pero donde el rechazo de la corrección (por desidia, ignorancia, prejuicio o tendencia) es también síntoma de una mentalidad.

La cantautora Judit Neddermann y el rapero Baya Baye ponen sobre la mesa otra cuestión relevante: el oficio de la música. La artificialidad y el poder de la máquina por encima del virtuosismo del artista.

La banda del patio sabe esponjar la riqueza de planteamientos argumentales con el paisaje sonoro y musical del momento. En unos años, será interesante hacer otro documental para observar la evolución de todo ello y su legado: si el optimismo perdura y entender qué pervive y qué ha sido pasajero.

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