Los secretos del 'We are the world'

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Momento de la grabación de la canción 'We are the world'.

Esta semana se han cumplido 39 años desde que se grabó We are the world, esa canción que los principales artistas del pop y el rock de los años ochenta cantaron para concienciar y recaudar fondos contra el hambre en lo que entonces llamábamos el Tercer Mundo. USA for Africa fue una iniciativa del cantante y activista Harry Belafonte, inspirada por una idea similar que había llevado a cabo Bob Geldof con Live Aid. La canción la compusieron Lionel Richie y Michael Jackson y el director de todo el proceso de grabación fue el productor Quincy Jones. En ella participaron cantantes como Stevie Wonder, Tina Turner, Kenny Rogers, Billy Joel, Diana Ross, Bruce Springsteen, Bob Dylan, Cindy Lauper y un largo etcétera. Hasta cuarenta y siete voces de famosos entre los solistas y el coro. Ahora, Netflix acaba de estrenar La gran noche del pop, un documental de hora y media de duración que nos cuenta los secretos de esa grabación. Un divertido Lionel Richie se convierte en el eje vertebrador de la historia y algunos de los cantantes, técnicos y colaboradores de esa iniciativa se van añadiendo recordando anécdotas, impresiones y algunas interioridades de esa jornada, que se alargó una noche entera. We are the world se empezó a grabar por la noche y se terminó a las ocho de la mañana. Un único encuentro colectivo, donde los mánagers y los asistentes tenían la entrada prohibida. Las estrellas solas, encerradas en un estudio de grabación, gestionaban ellos mismos sus egos e inseguridades.

El primer tercio del documental explica cómo nació la idea y el proceso de organización. También la composición de la canción, los arreglos vocales y, lo más delicado, la selección y el orden de los solistas. Pero la parte más divertida arranca con el inicio de la grabación, después de la celebración de la gala de los American Music Awards, el 28 de enero de 1985. A partir del momento en que cada una de esas estrellas llegaba a los estudios y empezaba a interactuar con el resto de colegas, el documental crece. Esa noche, un equipo de cámaras grababa todo lo que pasaba para preparar el vídeo que siempre hemos visto. Ahora, sin embargo, todo ese material sirve para reconstruir la historia poniendo la lupa en los pequeños detalles. Aparecen las tensiones, obstáculos, problemas de sonido y bromas entre ellos. Algunos recuerdan situaciones incómodas o anécdotas divertidas.

La gran noche del pop no necesita de muchas filigranas audiovisuales para seducir rápidamente al espectador. La fascinación por ver juntos a todos los artistas te engancha enseguida y, además, provoca un efecto nostálgico inmediato. We are the world, más allá del poder para ablandarnos y hacer emerger la bondad que llevamos dentro, nos transporta a otra época, no solo musical sino también emocional. Y el documental, que miras con una sonrisa constante, tiene la capacidad de devolvernos a nuestra juventud, cuando todavía podíamos creernos lo que dice la letra de la canción y que podíamos salvar el mundo.

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